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El Telégrafo
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“Burundanga”, arma tóxica del hampa local

“Burundanga”, arma tóxica del hampa local
22 de mayo de 2011 - 00:00

La escopolamina es usada desde inicio del siglo pasado para tratar  trastornos del sistema nervioso central, por su fuerte acción sedante. Sin embargo, en la década del 80 en Colombia empezó su uso con fines delictivos, y en el 2004 hubo el primer registro oficial de un caso en Guayaquil. La estrategia es suministrar dosis superiores a los 10 miligramos o mezclarla con benzodiacepina (diazepan, valium, roynold, etc.).

Mucho se ha dicho sobre la escopolamina, sobre las formas  cómo una persona puede ser afectada por una sobredosis. Las historias van desde el tocar una hoja, sacudir el cabello, hasta agarrar un pedazo de tela. La justificación de personas que no recuerdan lo que les ha ocurrido y han sido víctimas de robos o violaciones es atribuida cada vez más a esta droga, provocando un “nerviosismo” entre la comunidad, en especial en los jóvenes que acuden a sitios de reunión masiva.

El jefe de Toxicología del Instituto Nacional de Higiene y Medicina tropical, Eduardo Sandoval Villamar, quien registró el primer caso de sobredosis de escopolamina en Guayaquil en el 2004, señala que el alcaloide es fácil de obtener y que la delincuencia busca métodos muy creativos para suministrarlo sin el consentimiento de la persona.

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Es verdad que este polvo, que viene de la hoja de la planta conocida como belladona, puede ingresar al sistema sanguíneo de la persona mediante las mucosas, los ojos, el olfato y entre las uñas. Sin embargo, para que haya un efecto realmente efectivo es necesario que la víctima lo ingiera, es decir que ingrese por el sistema gastrointestinal.

La planta de donde se obtiene esta droga es común en los jardines de los hogares que hay en las ciudadelas de la urbe; por ejemplo, se la ha observado en las ciudadelas del barrio Orellana, en Urdesa, Los Ceibos y en  forma silvestre en los campos. “Es una flor como campana, muy hermosa, que adorna la entrada de las casas”, señala Sandoval.

Al descubrir que el polvo en sobredosis anula la voluntad de la víctima, que luego no recuerda nada, este se tornó, obviamente, atractivo para la delincuencia, en función de perpetrar todo tipo de hechos dolosos en contra de la voluntad de las personas.

Escogen a las víctimas

Sigilfredo Romero, psicólogo, señala que el temor de recibir una hoja de papel en la calle o ayudar a una persona  a leer una dirección nace de las denuncias presentadas en la Fiscalía y que los medios  han explotado sin conocer si la persona realmente fue víctima de la escopolamina. Una persona adulta mayor o alguien joven y endeble están más propensas a ser afectadas de esta manera “superficial”. “Los delincuentes escogen a sus víctimas y tienen todos los mecanismos para abordarlos”.

Jenny Tomalá es hija de una mujer sexagenaria que fue víctima de este alcaloide. Relata que su progenitora  salió una tarde del hospital de Solca, donde adquirió un yogur a un vendedor de la calle y, casi de inmediato, mientras esperaba la línea de transporte urbano, una mujer agradable le preguntó cómo llegar a la Av. Quito. Para ello le dio una hoja con una dirección escrita y desde ese instante no recuerda nada.

La señora llevó a la mujer a su casa de Sauces III en un taxi. Ingresó sola a su habitación, tomó un lote de joyas, salió de su vivienda y se las entregó... Luego apareció 2 horas después en el mismo hospital. 

“Mi madre le entregó a la pariente que fue a visitar luego   una funda con piedras y le dijo que eran joyas, que se las guardara de los ladrones... Habían sido intercambiadas. Ella fue una estadística más de la escopolamina. En los exámenes descubrimos que el yogur ingerido tenía escopolamina y que la mujer solo era parte de la banda que opera en ese sector y que se le acercó para llevársela”, anota indignada Tomalá.

Según estudios de toxicidad del alcaloide, una vez suministrado tarda en hacer efecto un periodo máximo de 3 minutos. Es así como las bandas que actúan con este sistema, una vez perpetrado el primer paso, abordan fácilmente a las personas para cometer los delitos.

Piedad Romoleroux, psiquiatra, explica que las formas de administrar la escopolamina son a través del tacto, inhalándolo e ingiriéndolo. Indica que este alcaloide es “muy tóxico” y solo puede suministrarse para fines medicinales en mínimas dosis. Por ello que las personas son víctimas de manera “fulminante”.

“Hay que tener cuidado con los papeles que entregan en las calles. A un colega de la capital, al entrar a su carro, una persona le arrojó una hoja volante por la rendija del vidrio. Desde ese momento no recuerda lo que pasó”, revela la psiquiatra.

Criterios opuestos

Un estudio publicado por la Universidad Central de Venezuela, elaborado por Jesús Andrés Rodríguez, un experto en farmacología, pone en circulación y en debate una serie de informaciones que desmienten la mayoría de los mitos que existen en torno a la forma en que la escopolamina actúa en el organismo.

Rodríguez explica que la escopolamina no es una sustancia que puede ser absorbida por la vía dérmica a menos que haya fricción en el proceso y que además se trate de una cantidad importante del alcaloide, “por lo que es casi imposible eso del polvito en las hojas volantes que entregan los repartidores en la calle”.

Asimismo, puntualiza cómo a través de las vías respiratorias sólo pueden inhalarse 10 mg de la sustancia, mientras que la dosis tóxica se ubica en los 100 mg, aproximadamente. “Con esto se desmiente también el supuesto modus operandi del pañuelo que sacude el presunto victimario con el fin de dispersar el polvo en el aire”.

Por el contrario, Rodríguez afirma que la conducta delictiva típica consiste en administrar la escopolamina disolviéndola en bebidas, alimentos, o mezclandola con tabaco en “cigarrillos aliñados”, ya que a través del tracto gastrointestinal y la inhalación de humo o gases es como más rápidamente ocurre la absorción.

Sea como fuere, los casos registrados oficialmente siguen en aumento. Al momento son 439 víctimas y sumando.

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