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El Telégrafo
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Bryan ayudó a un aspirante a seguir en práctica atlética

Bryan (i) ayuda a Yerovi (d) a continuar el ‘Test de Cooper’. Los muchachos tenían que recorrer tres kilómetros en 12 minutos.
Bryan (i) ayuda a Yerovi (d) a continuar el ‘Test de Cooper’. Los muchachos tenían que recorrer tres kilómetros en 12 minutos.
Fotos: William Orellana / El Telégrafo
22 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción Justicia

El marcador azul con el que rayaron el número 44 en su brazo izquierdo estaba borroso por el sudor. Guayaquil calentaba a 30 grados centígrados. Las nubes despejaron el sol justo en lo más difícil: el test de Cooper, una prueba de resistencia que se basa en recorrer la mayor distancia en 12 minutos.

Los aspirantes a policías fueron distribuidos en grupos de 10, que partirían de distintas líneas imaginarias de la pista de atletismo del Grupo de Intervención y Rescate (GIR), diferenciados por el uso que le darían a la camisa blanca con la que iniciaron las evaluaciones a las 07:00. Un grupo se la puso en la cabeza, otro la amarró en el brazo izquierdo, otro en el derecho y el de más atrás la dejó a un lado. Entre ellos estaba Bryan Martínez, el número 44, a quien algunos ‘bautizaron’ como Sonrisitas.

El lojano, de 20 años, parecía no estar nervioso; el entrenamiento al que se sometió durante el último año lo mantenía confiado. Con la mirada fija en el instructor esperaba que el chillido del pito anunciara el inicio de la carrera y empezó bien, pero terminó mejor.

Pero ¿qué lo hizo resaltar entre los 100 que cumplían con la carrera? Bryan vio que un compañero no podía correr más, las piernas no le respondían y él lo tomó por el brazo para impulsarlo a seguir.

 “¿Por qué lo ayudé?, porque todos estamos aquí con un deseo: ser policías. Vi que se daba por vencido y lo apoyé, pese a que eso perjudicaba mi marca”. Al final, el tiempo de Bryan fue bueno, en los 12 minutos no solo hizo los 3 kilómetros (meta máxima), sino que la superó con 200 metros.

Al que no le fue bien esta vez fue al número 63: Jorge Chimbo, quien durante las 3 pruebas anteriores obtuvo las notas perfectas. En la primera, hizo las 55 abdominales estilo remo en un minuto, en la segunda alcanzó las 16 barras cuando lo máximo eran 12 y en la tercera corrió 100 metros en 12,98 segundos, el tiempo casi ideal.

“Es la segunda vez que postulo, el año pasado no aprobé porque  me detectaron un problema en la sangre, pero estuve en tratamiento y estoy bien ahora”.

De lejos los ejercicios parecen fáciles, pero no lo son. “Las pruebas son para medir la potencia muscular,  la velocidad, la resistencia y la motricidad con la natación. Esta última es determinante, deben saber nadar, pues aparte llegan cansados. A la persona que se prepara le irá bien, los otros no cumplirán las metas”, indicó Walter Alay, evaluador responsable en sede Guayas y oficial del GIR.

Junto a la piscina hay 2 salvavidas. Los chicos caminan más lento como si sintieran el peso de cada uno de los huesos. Lanzarse al agua y atravesar 2 veces la piscina es el último esfuerzo del día. Algunos tiemblan junto a la base de cemento desde donde se lanzan los clavados. “Ya me siento como un saco de papas”, decía un muchacho.

Los rescatistas están al filo de la alberca. Atentos a los postulantes que no pueden avanzar por calambres, cansancio o porque se arriesgaron a dar la prueba sin saber nadar. Pasado el mediodía estas terminaron y ellos pudieron reencontrarse con sus familiares que los esperaban afuera.

Los aspirantes debían hacer 12 barras, estirando al máximo los brazos en cada caída y pasando el mentón por encima del metal de donde se agarraban.

“Me parece bien que les exijan. Él tiene que probarse que puede, que tiene un físico adecuado”, expresó Luis Mena, quien desde afuera del GIR trataba de ver cómo le iba a su hijo.

Rosa Sarango, madre de Bryan Guamán, dijo que su vástago se preparó trotando y nadando. “La decisión es de él y yo lo apoyo aunque sepa que es arriesgado”.

En Ecuador, rinden estas pruebas 5.884 postulantes a policías: 5.356 del proceso unificado y 528 del amazónico. Los exámenes se realizan en Quito: Escuela Superior de Policía y Rancho San Vicente; Guayaquil: GIR y Grupo de Operaciones Especiales.

La siguiente fase serán las pruebas médicas. Los aspirantes serán convocados a los hospitales de la Policía en Quito y Guayaquil y serán diagnosticados en laboratorio, neurología, odontología, traumatología, oftalmología, cardiología, otorrinolaringología, cirugía vascular, urología (hombres), ginecología (mujeres) y medicina interna.

Posteriormente serán convocados a las evaluaciones integrales de confianza, donde voluntariamente se deberán someter a 4 procesos: socioeconómico, psicológico, poligráfico y toxicológico (para detectar adicciones)

Los mejores 400 (320 hombres y 80 mujeres) irán a la Escuela Superior de Policía, mientras que los 2.180 (1.710 hombres y 470 mujeres) a las escuelas de formación policial. 240 asignaciones (190 hombres y 50 mujeres) serán exclusivamente para las etnias y nacionalidades de la Amazonía, cumpliendo con el total de 2.820 seleccionados.

En el proceso de reclutamiento y selección unificado-amazónico 2017-2018 se inscribieron 50.130 postulantes. Poco a poco fueron quedando solo quienes entrarían a la validación de documentos, calificaciones y pruebas psicológicas (I).

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