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El polaco que recorre américa pasó por la ciudad

Wotjek cruza el país a 'lomo de bicicleta'

Wojtek Ganczarek, viajero polaco, asegura que recorrer el país le permite conocer no solo las costumbres de los ecuatorianos, sino también las creencias.
Wojtek Ganczarek, viajero polaco, asegura que recorrer el país le permite conocer no solo las costumbres de los ecuatorianos, sino también las creencias.
Cortesía Facso
16 de julio de 2016 - 00:00 - Elena Tisalema. Estudiante de Facso

Ya lo decía el famoso poeta y periodista alemán Heinrich Heine “Si quieres viajar hacia las estrellas, no busques compañía.” Porque a veces las locuras que un ser humano quiere hacer no pueden ser concebidas en su totalidad por otra persona. Se dice que ‘uno camina más rápido’, pero ‘dos llegan más lejos’.

Sin embargo, una de las ventajas de viajar solo es que no se comparte horario con nadie, el viajero es el dueño de su tiempo e itinerario. Existen viajeros en solitario, gente de cualquier edad que se arriesga a salir de su país para conocer nuevas culturas y enfrentarse a ellos cara a cara, sin necesidad de un rígido itinerario de agencias.

Latinoamérica es una de las regiones que ellos se han dedicado a visitar, a ver por sí mismos ese ‘nuevo mundo’ que España, Portugal, Inglaterra y Francia conquistaron. Hablar de viajes es imaginarse cómo ha evolucionado el medio en el que muchos se transportan hacia sus destinos. Atrás quedaron los barcos, aviones, buses; ahora, las bicicletas y la ruta a pie son las formas más comunes para conocer profundamente un sitio.

Polaco en bicicleta

Un caso particular es el del polaco de 28 años Wojtek Ganczarek, quien hace casi tres años sintió que estaba cansado de la vida en su país y le pareció una idea interesante viajar. Aunque antes ya había recorrido Europa Oriental, Medio Oriente y Asia central ‘a dedo’, pensó que era el turno de América.

Confiesa que llegó a México por curiosidad y ahí empezó a aprender el español. Montado en su bicicleta lleva recorriendo desde el país azteca hasta ahora su paso por Ecuador. Contrario a lo que muchos creen, de vez en cuando tiene problemas por su medio de transporte. “Hay ciertos desperfectos y desgastes que se producen por todo el viaje que realiza”.

Hasta ahora ha recorrido 19.000 kilómetros en su bicicleta, ha visitado también toda Centroamérica, pasó un tiempo en Nicaragua donde se conectó mucho con una escuela de circo; un año en Venezuela, pocos meses en Colombia y ahora Ecuador.

Alojamiento y supervivencia

Este es un rubro importantísimo a la hora de viajar; sin embargo, cuando alguien no tiene planificado en dónde pernoctar se convierte en trivialidades que poco a poco dejan de quitar el sueño. Este polaco está agradecido con la tecnología que ahora brinda facilidades a los viajeros. Existen apps y páginas webs exclusivas para solicitar alojamiento o city tours gratuitos en cualquier parte del mundo, todo con el fin de darle realce a la cultura de un lugar desde otra perspectiva.

Sobrevive escribiendo para la prensa viajera, lleva algo de ahorros, le ha tocado vender libros, cocadas, postales y algo que le apasiona es tocar música polaca. Asegura no cargar nunca guitarra porque en cualquier parte puede encontrarla para hacer música. Canciones de amor, filosóficas, políticas, algo de trova cubana es aquello que le apasiona tocar. Compara sus canciones políticas con las del poeta cubano, Silvio Rodríguez.

Anécdotas de la travesía

Sufrir situaciones absurdas como la que vivió en Colombia donde le prohibieron ingresar a un centro comercial en ‘zapatillas’ o en Venezuela, privarse de pasear en su bicicleta dentro de un Parque Nacional. Y en Ecuador, específicamente en Guayaquil, donde le negaron la entrada al famoso Malecón 2000, pero que gracias a su insistencia logró ingresar, son parte de las anécdotas que tiene.

Está consciente de que existen reglas establecidas, pero andar en bicicleta no debería representar un problema o ser objeto de situaciones parecidas a las que vivió porque su medio de transporte es amigable con el medio ambiente y su forma de vestir no influye negativamente en un lugar.

Asegura que la gente latinoamericana tiene sentimientos buenos y varía la forma en que ayudan. Tratan de atender bien a los turistas, colaboran con direcciones, alojamiento. Jocosamente se acuerda de frases de una vendedora venezolana cuando ella lo piropeaba para que le  compre algo: “¿Qué quiere mi amor?, Aquí tienes mi rey, Pídeme cualquier cosa que yo te ayudo”. Ríe cada vez que se acuerda de esos tratos en la nación bolivariana. (I)

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