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La preferencia por este producto data de inicios del siglo pasado

La chicha resbaladera, una bebida que trasciende el tiempo

Gary Josa, de Portoviejo, administra con su familia tres locales donde expende chicha y otros alimentos.
Gary Josa, de Portoviejo, administra con su familia tres locales donde expende chicha y otros alimentos.
Foto: Alfredo Piedrahíta / El Telégrafo
13 de agosto de 2016 - 00:00 - Redacción Guayaquil

Daniel Ortiz tenía 20 años cuando probó por primera vez la chicha resbaladera, una bebida elaborada a base de polvo de arroz que se comercializa en quioscos y locales de Guayaquil.

Desde entonces, la saborea cada vez que la ve por las calles. Por casi 15 años ha disfrutado los estilos de preparación que se dan en el norte, centro y sur. “No hay dos sabores iguales”.

La denominada chicha resbaladera no es precisamente una bebida fermentada como la verdadera chicha, explica Ángel Barba, quien administra junto a su esposa el local La Tradicional, en 6 de Marzo y Gómez Rendón, en el centro.

El origen del nombre del brebaje, sin embargo, está ligado a otros también muy populares en América Latina: la chicha de jora, hecha a base de maíz o arroz y la resbaladera, muy común en Costa Rica y otros países de Centroamérica, elaborada con arroz.

Para preparar la resbaladera no hay que dejar agriar los granos en el líquido. Hay que remojar y moler los granos de arroz cocinado; eso se hace harina que luego se mezcla con agua, se le suma leche descremada y se pone a hervir.

Una vez frío se agrega azúcar y hielo, también clavo de olor, esencia de vainilla y pimienta dulce.

Barba asegura que la gente comenzó a relacionar una bebida con otra debido a que se hacían con la misma gramínea. “Es así que juntan las dos palabras y se quedó con chicha resbaladera, aunque solo es un refresco de arroz”.

La popularidad de la bebida comenzó en Guayaquil a inicios del siglo XX, con los primeros locales que la expendían, según reseña del libro Estampas de Guayaquil, del folclorista Guido Garay.

Los registros del texto también atribuyen el nombre del fresco a un popular local que lo vendía llamado ‘La Resbaladera’. Sin embargo, entre los clientes creen que lo de resbaladera se debe a que es fácil de digerir. “No empacha como otros frescos”, afirma Gabriel Moya, un cliente de La Tradicional.

No sería sino hasta mediados del siglo pasado cuando los locales ubicados cerca del río Guayas la hicieron popular con el nombre con el que se la conoce hasta la actualidad.

En Junín y Panamá, Gary Josa, oriundo de Portoviejo, asegura que su familia es una de las más antiguas en el comercio de la resbaladera.

El padre de su suegro, Ernesto Orellana, inició el negocio con un modesto quiosco en Guaranda y Gómez Rendón, hace casi 60 años. Con la llegada de la regeneración urbana, en 2007, se tuvo que mudar hacia la calle 6 de Marzo. Pese a ello, la venta mejoró al punto de contar con los recursos necesarios para abrir dos locales más en el centro y sur de la ciudad (25 y la C, y 6 de Marzo y Maldonado), denominados ‘El Garito’ y ‘Junior’.

Aunque hay una preparación básica para la resbaladera, cada comerciante coloca un toque especial que modifica el sabor dulce y espesor del brebaje. “Cada uno tiene, como decimos, su ingrediente secreto”. Fresco que se respete tiene que ir acompañado, sentencia Josa.

A más de la chicha, deleita a sus clientes con quesadillas, lengüitas, bizcochuelos, empanadas, churros, pasteles de carne y chorizos de pollo.

Gran parte de los puntos donde se encuentra la chicha resbaladera están dentro del casco comercial y en los alrededores de mercados del centro y sur de la urbe.

Los precios varían de acuerdo a la presentación: $0,50 y $1, dependiendo de si se adquiere en vaso o en botella. Sin importar el origen o el costo, la resbaladera sigue estando entre las bebidas preferidas de los guayacos. (I)

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