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El Telégrafo
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Informales son desalojados de exteriores de la penitenciaría

Los vendedores permanecen en alerta ante la posible llegada de los metropolitanos y así ocurra un nuevo desalojo.
Los vendedores permanecen en alerta ante la posible llegada de los metropolitanos y así ocurra un nuevo desalojo.
Foto: Alfredo Piedrahíta / El Telégrafo
29 de septiembre de 2018 - 00:00 - Redacción Ecuador Regional

Hace menos de una semana el temor de quedarse sin trabajo se hizo realidad para los comerciantes ubicados en la explanada de la Penitenciaría del Litoral, en el extremo norte de Guayaquil.

Georgina Barzola es una de las comerciantes autónomas que reclama quedarse en el sitio para seguir laborando. La mujer, oriunda del cantón Lomas de Sargentillo, se dedica a alquilar ropa, a guardar carteras, celulares, zapatos, cinturones y otros objetos que no pueden ingresar quienes visitan a familiares o amigos en la penitenciaría.

Tras el primer desalojo hace dos semanas la mujer, que permanece en el lugar desde su infancia, optó por alquilar un local en $70 mensuales.

A pesar de esta “mejora” sigue afuera del recinto carcelario atendiendo a la clientela. Junto a Barzola, un auto Nissan Sentra, de color vino, es el nuevo vestidor de aquellas señoras que sin falta acuden a las visitas conyugales.

Marcela (nombre protegido) en plena acera se baja el cierre de su jean y muestra a todos su ropa interior. La mujer se da cuenta que todos los ojos están sobre ella y se cubre sus partes. Espera unos segundos y opta por ingresar al automotor para colocarse una colorida licra, de la que se queja.

La delgada fémina se maquilla un poco, se pone crema en la piel y guarda unas gafas que cubrían el verdor de sus ojos. Marcela criticó la desocupación laboral a la que exponen a los vendedores y que también afecta a las mujeres, como ella, porque antes al menos se cambiaban tras una cortina, ahora lo hacen a la intemperie.

Calificó de inapropiado e inhumano quitarle a los informales su fuente de trabajo. A menos de dos metros, un carrito de metal, como los de los supermercados, soporta los 100 almuerzos vendidos  por Hugo Morales y que le sirve para reunir en ganancias semanales hasta $ 40.

Morales aseguró que con esta labor mantiene a su familia, pero si esto continúa deberá buscar otra forma de obtener dinero. El hombre manifestó que los alejaron de la entrada a la penitenciaría acusándolos del desorden y de la suciedad, lo que desmienten.

Gina Godoy, coordinadora zonal 8 del Ministerio de Justicia, dijo días atrás que por temas de seguridad y desorden se desalojó a los comerciantes informales. (I)

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