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Francia, los hijos del desarraigo

Francia, los hijos del desarraigo
09 de julio de 2018 - 14:45 - Esteban Ávila

El proceso colonial francés es complejo, cruento y con una secuelas que hasta hoy permanecen vigentes. A estas alturas, en pleno siglo XXI, hay todavía 22 dependencias repartidas entre África, Oceanía, Caribe y Sudamérica que dependen de Francia. Y esta situación geopolítica ha tenido un impacto en todos los órdenes de la sociedad, incluyendo el fútbol.

Francia enfrentó la Copa Mundial de Uruguay 1930 con dos jugadores nacidos en Argelia: Ernest Libérati y Alexandre Villaplana. Desde entonces, les Bleus siempre que jugaron un torneo máximo contaron en su equipo con elementos oriundos de territorios que fueron o son sus colonias. Luego, a partir de los años 80, aparece el fenómeno de los hijos del desarraigo, los franceses de primera generación que también empiezan a poblar los planteles. 

En Rusia 2018, Francia tiene tres jugadores que nacieron fuera del territorio "continental": Steve Mandanda (Congo), Samuel Umtiti (Camerún) y Thomas Lemar (Guadalupe). Mientras, Kimpembe (Congo), Varane (Martinica), Pogba (Guinea), Mbpappé (Camerún), Kanté, Sidibe, Dembelé (Malí), Tolisso (Togo), Rami (Marruecos), Fekir (Argelia), Mendy (Senegal) y Areola (Filipinas) son los primeros nacidos en el país europeo, provenientes de familias de los países señalados. Tampoco se puede pasar por alto a Antoine Griezmann, cuyo padre es de orígen alemán y su madre es portuguesa.

Sin necesidad de entrar en los absurdos juegos de las nacionalizaciones -peor si son por "servicios relevantes"- los franceses le han sabido sacar provecho a su realidad social. Cada historia de los jugadores citados es muy personal, pero en todas encontramos rasgos comunes. Francia se convirtió, para sus familias, en la posibilidad de progreso o en el último recurso para la sobrevivencia. No  es exclusivamente un tema de migración, hay también asilo y escape de realidades muy difíciles como las que se viven en el África Central, donde la violencia y la pobreza no perdonan.

La Francia que está en la cancha y que jugará frente a Bélgica su paso a la final es la que vive en los suburbios de París, en el mediterráneo marsellés y en las fábricas de Montpellier. Dos condiciones significativas de su historia (el colonialismo y la multiculturalidad) han sido enfrentadas y sacadas adelante con éxito, de ambas han obtenido lo mejor y es una muestra para todo el mundo que el futuro del fútbol está más allá de las fronteras culturales, sociales y geográficas.

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