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La obra 75 puñaladas narra un aparente suicidio con humor

Los actores Víctor Aráuz y Santiago Carpio (c) junto al director y actor Ricardo Velasteguí.
Los actores Víctor Aráuz y Santiago Carpio (c) junto al director y actor Ricardo Velasteguí.
Foto: cortesía
15 de abril de 2016 - 00:00 - Redacción Telemix

Los actores Santiago Carpio y Víctor Aráuz protagonizarán 75 puñaladas, bajo la dirección de Ricardo Velasteguí, esta noche (20:00) en la Sala Experimental del Teatro Centro de Arte.

La obra es original del dramaturgo y director teatral argentino Martín Giner, quien pese a su juventud ha estrenado con éxito más de seis obras entre Argentina y España, como Disección, Terapia, Verduras imaginarias, Los autoiluminados, entre otros, las cuales han sido elogiadas por la crítica que resalta el humor inteligente y fresco de estas propuestas.

En este sentido, 75 puñaladas es una comedia policiaca que respeta las reglas de las novelas de misterio de cuarto cerrado. La obra parece una comedia inglesa de intriga ‘a lo Agatha Christie’ en la que Mr. Stagertton, antiguo inspector de Scotland Yard, fue asesinado en su estudio.

Cuando lo encontraron, las puertas y ventanas estaban cerradas por dentro y no se hallaron rastros del asesino, pero la mayor incógnita es: si Stagertton fue asesinado con 75 puñaladas, ¿por qué no hay una sola gota de sangre en el estudio?

En la trama, John Kenett Winslow III (Víctor Aráuz), ilustre detective de la no menos ilustre Scotland Yard, investiga el caso y sospecha que puede tratarse de un suicidio, mientras que el mayordomo de Mr. Stagertton (Santiago Carpio) colaborará en la solución final de la investigación.

“Es una obra que maneja un humor muy inteligente y su estructura  mantiene al público muy al pendiente de cada detalle y son ellos mismos los que van descubriendo las pistas, al igual que los actores en escena. Creo que la gente termina enamorándose de estos dos personajes muy peculiares”, asegura Santiago Carpio, quien, además de actuar, se encargó del diseño de la escenografía que recrea un invernadero adaptado a un estudio.

A Víctor Aráuz lo que más le llamó la atención de su personaje es su estupidez y lo básico que puede llegar a ser. “A veces siento que me topo con mucha gente a la que no soportas; pero luego está esta otra gente imbécil que tiene algo envolvente. Yo casi que lo vivo a diario. Este personaje tan básico y tan tonto que se cree tan genial con un ego desbordante me recuerda a mucha gente que veo y me rodeo. Esto hace que su imbecilidad me la compren. Eso es lo que me gustó muchísimo de la obra y, además, porque al final la historia tiene un giro inesperado maravilloso, que es muy propio de este dramaturgo”.

Hacía diez años que Carpio y Aráuz no trabajaban juntos, desde que hicieron una obra infantil en Perú. “Esta es una obra de amigos y creo que el público también se da cuenta de aquello”, reafirma el actor lojano, quien revela que el montaje fue pensado hace dos años, pero fue postergado por los compromisos profesionales que en aquel entonces  tenía Ricardo, quien acababa de hacer Cock, junto a Luciana Grassi y Juan Pablo Asanza.

“Él salió bastante recargado de esa obra y me dijo que tenía dos obras de Martin, esta y Terapia, la que terminó haciéndola con Aráuz en el Teatro Sánchez Aguilar. Él después se fue a Quito a hacer Toc Toc y cuando regresó a Guayaquil yo me fui a Quito a hacer Un tranvía llamado deseo, así que andábamos cruzados de tiempo”, recuerda Carpio, quien acaba de dirigir el musical El cura sin cabeza.

Él muy pronto protagonizará un seriado musical sobre la vida de Gerardo Morán, en donde también cantará.

“Buscamos el tiempo para hacerla porque hasta teníamos un cuadro que mandamos a hacer, que nos costó muchísimo”, manifiesta entre risas el actor lojano.

Pero, ¿por qué hacer esta obra en Guayaquil? Su director indica que, además de la gran acogida que tuvo en Loja, en donde llenaron la sala del teatro Universitario Bolívar en sus tres funciones, el público guayaquileño siempre está avido de nuevas propuestas, y el género de 75 puñaladas ha sido poco explorado en la escena local. “Era algo que siempre he querido hacer”.

Aclara que en la obra, ambientada en la Inglaterra del siglo pasado, no existe ninguna adaptación a nuestro medio porque su diálogo es muy contemporáneo y de fácil entendimiento para los presentes.

“Creo que la obra va a gustar porque la dramaturgia de Martín Giner es extraordinaria y creo que maneja el estilo y el humor de manera fantástica. Tiene la fórmula perfecta de pocos personajes, una historia bien contada y comedia inteligente”, señala Velasteguí, quien ha dirigido varias obras en microteatro.

Sobre el hecho de dirigir a colegas, considera que, más allá de la camaradería que existe entre ellos, “hay mucho profesionalismo y cada uno sabe lo que tiene que hacer a la hora de trabajar y cada quien se pone sus zapatos. Igual siempre es divertido trabajar con amigos”. (I)

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