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La identidad oculta tras una fuerte caracterización sobre las tablas

La identidad oculta tras una fuerte caracterización sobre las tablas
29 de noviembre de 2015 - 00:00 - Redacción/ Telemix

El telón se abre con la presencia de Tuco, un cantante de busetas con una preocupación que será lijada por Sebastián, el caramelero que la gente vio a la entrada y quien se convierte en la dupla idónea para abordar, junto a su colega, un discurso sobre el encierro, los buenos sentimientos y la lealtad.

Esa construcción del personaje y la habilidad de meterse en él es el trabajo investigativo de Víctor Acebedo, actor y director, que presentará en el Parque Histórico, en la casa Lavayen, Malecón 1900.

La obra, original del dramaturgo argentino Carlos Gorostiza, fue escrita en plena dictadura argentina, donde luchar por los ideales tenía que ver con dejar de ser un obrero común y corriente que no tuviera otra esperanza más que hacer eso de trabajar en una fábrica.

“En cuanto al contexto es el mismo. Allá en Argentina existía la dictadura militar y aquí existe la dictadura de los medios, porque en este caso la adaptación es que Tuco quiere entrar a un reality de televisión donde unos jueces van a juzgar y él se está preparando, aunque canta muy mal, pero un tipo que es productor de TV le ha mentido y le ha dicho que lo va a meter a la televisión. El productor lo que necesita es carne de cañón para el show. De manera que la dictadura está instalada exactamente igual. Hay que responder, hay que hacer risa o hay que demostrar el talento”, señala el director en diálogo con EL TELÉGRAFO.

Sobre los protagonistas de la obra, el director asegura que son fácilmente identificables y la gente se imagina que detrás de ellos hay una historia. “...Y es terrible lo que les pasa a los dos, cómo les pasa y de la manera en cómo les pasa. La gente se identifica, además de que los quiere mucho, al uno por iluso y al otro por bueno; pero también son testigos de estas peleas permanentes que hay entre los dos, por la lucha de los ideales”.

Acebedo asegura que trabajar al lado de Peter García resulta un “verdadero placer” por la actitud “siempre abierta y respetuosa” en escena, algo muy contrario a lo que él está acostumbrado, puesto que su trabajo siempre ha sido más sistematizado e investigativo.

Dirigir y actuar a la vez

El director asegura que logró lo que quería con esta obra por su acto de voluntad de querer hacer el personaje. “En la actuación vos sos ese personaje, no representás a un personaje, vos querés ser y sos, y lo haces de esa manera, y así sucede, y ese personaje vive con vos y se construye, mira y respira, mientras ese juego y esa convención dure”.

El trabajo doble de dirigir y actuar -afirma- es un trabajo que nunca es aconsejable para los actores porque, de alguna manera, trabajar de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro crea un mecanismo vicioso. “Es decir, los actores nos acostumbramos a que nadie nos critique”.

Por eso tomó la decisión de actuar porque estaría en juego la puesta escénica, aunque se lo tomó como un trabajo de investigación personal. “Y ahora hay un juez y un director que es maravilloso que se llama público y estoy jugando ese juego”. Y es que para Víctor Acebedo, la relación con el público es lo más importante en cada puesta escénica.

“La interacción con el público no hay porque es un drama íntimo y teníamos que sostener la relación entre los dos. Estamos muy pendientes de lo que pasa alrededor, porque la energía está a menos de 30 centímetros de la gente; por otro lado, te carga de una pila increíble, percibes absolutamente todo y la interacción con mi compañero hace que sea tan fuerte el vínculo de tal manera que la gente está concentrada en nosotros y no en ellos”. (I)

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