Alguna vez usted se ha preguntado qué ocurre al interior de la casa de su vecino o se ha imaginado lo que está pasando por la mente de su compañero de trabajo.

La verdad es que nadie sabe lo que sucede en el universo de la mente humana, solo nos damos cuenta de lo que son capaces de hacer cuando hojeamos las páginas de los diarios o prestamos atención al noticiario de la televisión.

Ahí podemos verificar que cualquier ser humano, sin importar qué ocupación o profesión tenga, religión o estatus social, es capaz de cometer el crimen más horrendo y conmocionar a una sociedad.

Esa es precisamente la propuesta que la actriz y directora de teatro Luciana Grassi puso en escena el pasado viernes en el Teatro Sánchez Aguilar, con la obra ‘Crímenes de horror y humor’, adaptada por Miguel Antonio Chávez y basada en el clásico ‘Crímenes horrendos’, del dramaturgo español Rafael Mendizábal.

Para ellos es cierto lo que reza el dicho popular “nadie sabe la vida de nadie” y qué mejor que el teatro -según Grassi- para desnudar el alma de las personas y demostrar el lado oscuro que todos llegamos a tener.

El humor fue uno de los grandes aciertos a los que Grassi recurrió para el montaje, el cual contó con la participación de Danilo Esteves, Marcelo Varas, Jenny Quirola, Ruth Coello y Fabricio Mantilla, quienes en su personaje se mostraron fríos, calculadores y metieron un poco de humor con frases muy comunes en nuestra sociedad.

‘Crímenes de horror y humor’ se desarrolla en el limbo, en donde Lord Ambiguo (Esteves) y su asistente, la señorita La Morte (Quirola), esperan ansiosos la llegada de un nuevo mortal para que sea juzgado por su atrocidad.

De esta manera llega un campesino, Pepe (José) Alegría de la cuadra, hijo de Adolfo Hitler Alegría y Perfecta Circuncisión de la Cuadra, quien era el  sepulturero del pueblo. Esta profesión la aprendió de su padre, a quien asesinó para quedarse en el puesto obedeciendo la tradición que asegura que cuando un hijo se casa, este debe hacer a un lado a su padre y madre para dedicarse a su nueva familia.

Bajo este argumento fue que Pepe Alegría lo asesinó, pues en el cementerio no había cabida para dos en un mismo oficio y su padre “ya había vivido lo suficiente”. Ahora le tocaba a él disfrutar de los beneficios de un sepulturero.

Poco después llegó una mujer que asesinaba a personas que veía llorar en el cementerio en medio de un sepelio. “Yo las escuchaba llorar y pedirle a Dios que se las lleve a ellas en lugar del muertito...así que yo les hice el favor”.

Al limbo llegó Frederick (Varas) quien se había suicidado por llevar una vida “de salado” ante los sucesos que marcaron su vida, especialmente los ocurrido en Navidad.

Cuando Frederick tenía 8 años, antes de la cena de Nochebuena pidió a su abuela comer pan de pascua, pero como no había surgió una discusión entre sus abuelos y el padre de su padre mató a su esposa.

Tres años después su abuelo mató a dos de sus hijos por otra inusual discusión, luego que Frederick pidiese tomar una Coca Cola.

Al final, estos tres personajes llegaron al limbo para escuchar su sentencia, pero fue Frederick quien se llevó la peor parte de la condena que el jurado (el público que llenó la sala Zaruma del teatro) le impuso.

Antes, divagaron por el limbo (sala), mientras Lord Ambiguo reflexionaba sobre la ‘miseria humana’ y plantea que criminal no es aquel que solo mata, sino también aquel que miente, el hipócrita, el que habla de más, el racista, el juez de paz sin decoro, el opresor, el traficante, el funcionario corrupto, el gobierno que se enriquece a punta de misiles que lanza al mar, el mal juicio del que más tiene sobre el que menos tiene, la hipocresía de las democracias y burocracias por las democracias de las burocracias... todos son criminales mientras no aprendan a escuchar a los demás y a compartir el pan”.

Las últimas presentaciones de esta obra serán el viernes 25 y sábado 26 de octubre, a las 22:00. Las entradas, que tienen un costo de 15 dólares, se las puede adquirir en las boleterías del teatro o en los puntos de ventas de Ticketshow.