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Blades no descarta ser presidente, mientras cambia la salsa por el rock

Blades no descarta ser presidente, mientras cambia la salsa por el rock
01 de abril de 2014 - 00:00 - Redacción Agencias

El cóctel que preparó Rubén Blades cambió la música latina para siempre. No solo revolucionó la salsa con su mensaje radicalmente social –influido por la nueva trova cubana o por Joan Manuel Serrat–, sino que otorgó una profunda y ambiciosa identidad a la creación de quienes deseaban caminar por esa senda.

Así es como después, aparte de ser un reconocido maestro en su género, han querido trabajar con él artistas de diferentes estilos. Del pop al flamenco, de Bob Dylan, Sting, Paul Simon y Lou Reed a Paco de Lucía, con quien dejó un proyecto de boleros sin terminar, Blades se ha prestado con gusto a las colaboraciones y a los retos del mestizaje.

Pero también a la política. Licenciado en Derecho y con una Maestría por la Universidad de Harvard, donde quedará su archivo personal, este creador fiero y convulso actor y también poeta, no renuncia al sueño de cambiar su país. 2016 será el año de su despedida en gira, pero el comienzo de otra aventura, nos cuenta en un café de Nueva York. La carrera presidencial en Panamá. Porque Rubén Blades quiere empezar a elaborar un programa de Gobierno con qué presentarse a las elecciones de 2019, según las declaraciones que dio al diario El País, de España.

¿Entre qué lugares reparte ahora su vida?
Trabajo por etapas en distintas actividades, pero me encanta no hacer nada porque así me dedico a muchas cosas: caminar, leer, ir al cine, revisar mis cómics y mis soldados, organizar, catalogar y cuando tengo que escribir, escribo, pero eso nunca lo vi como un trabajo.

¿Qué es el trabajo para usted, entonces?
Salir de gira, pero yo dividido mi tiempo. Acabo de terminar una película con Edgar Ramírez y Robert De Niro. Nos tomó dos meses. Ahora le estoy dando la vuelta a un libro de poemas, pero todavía no sé, estoy leyéndolo a ver si me captura la mentira.

¿Qué quiere decir?
Pues que si no lo siento, no lo saco. Son impresiones de la calle.

¿Qué si no eso es Pedro Navaja? ¿Un gran travelling callejero?
Eso acabó con los videos. Por eso no me gustan a mí, te limitan, te coartan. Pedro Navaja puede ser chino, puede ser negro, alto, chocolate, indígena, gordo, flaco, ¿tú sabes? La gente me mandaba dibujos de él y cada cual lo veía como quería. 

¿Es usted de esos artistas que han acabado cansados de un éxito tan enorme como el de su canción?
No, aunque yo nunca pensé que lo fuera a tener así. A mí me gusta contar historias, y siempre el público es nuevo. Estoy feliz de que la gente lo siga escuchando. Que al menos haya eso por otros medios, porque de los discos, nada.

¿Se ha acabado ese mundo?
Sí, completamente. En el futuro, las antiguas producciones serán meras publicidades y la gente irá a ver shows. A menos que encuentren la forma de evitar la copia, que creo que la tienen, pero no lo ponen en práctica.

¿Quizás porque a las compañías de telefonía, comunicaciones y electrónica no les interesa dejar de vender velocidad de transmisión y aparatitos para el pirateo? 
¡Claro! Es un negocio redondo para ellos. Yo trabajo para pagar mis deudas.

Ah, pero, ¿tiene deudas? ¿De qué tipo?
Préstamos. Estuve cinco años sin trabajar, fui ministro en mi país.

¿Y la música no le rentaba?
No.

¿Ni siquiera el hecho de que su primer disco en 1969 llegara a vender 25 millones de copias?
Vaya usted por ahí y entérese de dónde está esa plata. Pregúntele a Willie Colón. Gané 500 o 1.000 dólares de seis canciones que compuse en el primer disco. 

¿Tan mal acabó con Willie Colón?
El trabajo siempre fue bueno, pero él me demandó en los tribunales por una percepción suya de que yo, de alguna forma, era responsable de un dinero que se habían hurtado en la compañía que nos representó para un concierto en Puerto Rico. Luego llegó a un arreglo judicial con una persona de los directivos de aquella empresa que se quedó con el dinero. El juez condenó a la empresa a pagarme a mí, pero ese dinero nunca llegó, se arregló con ellos por su parte y me retiró a mí la demanda.

¿Se hablan?
No, no me interesa, aunque para ambos aquello no tiene importancia. El trabajo que hicimos quedará.

¿Qué ha sido Rubén Blades para la historia de la música latina?
Nada. No sé.

Usted tuvo el cuidado de convertirse en un artista latino. Cada canción suya trataba de un asunto que tenía que ver con algún país del continente en concreto. ¿Fue intencionado?
Sí, yo diría desde Pablo Pueblo, en 1976, aunque ya apuntaba aquello desde 1969 con De Panamá a Nueva York donde está El pescador o Juan González. Pero mi argumento ha sido siempre el ser humano. No veo a la gente como miembros de un país. 

 

Pero sí como pertenecientes a una comunidad: la latinoamericana.
Sí, porque yo me defino así, es una cuestión cultural. Una crianza, una educación, un entorno social en el que tiene que ver la lengua y una cuestión anímica, el lugar donde forjaste tus sueños, donde tuviste tus primeras intenciones, tus primeras equivocaciones y aciertos, contactos de solidaridad, risa y llanto. Eso es algo patriótico, que me gusta definirlo así porque resulta abstracto, porque conlleva una mística que me define a mí como el transmisor de la esperanza. Siempre vi a mi pueblo, a mi gente con esperanza, no como un sálvese quien pueda sino como un salvémonos todos.

¿O más cuando entró en política?
Cuando fui ministro de mi país, también. La gente me decía: ¿usted no va a extrañar eso? Y yo respondía: “¿Qué?, ¿qué voy a extrañar? ¿El saco y la corbata que me lo tuve que poner?”. ¡No me gusta!

¿Por eso se va a volver a presentar a las elecciones?
Estoy pensando un programa para 2019. Voy a hacer todo en esa dirección, pero quiero estar preparado, no ir a lo loco, sin inventar nada. Ya metí la pata una vez por no ser consciente de una serie de cosas.

¿Quiere ser presidente de Panamá?
No necesariamente. Lo que quiero es presentar un programa de Administración pública distinto de lo que estoy escuchando por ahí.

¿Escuchando en su país o en el mundo?
En todas partes, aunque específicamente en mi país. Es necesario un cambio total, no cosmético. Hay que definir qué tipo de sociedad queremos. Somos un país de servicios, pero podemos ser más que eso. Nuestro lugar es estratégico, mi programa abordará desde la constitución hasta las razones de la existencia de la gente. No va a ser fácil, pero voy a hacer todo para que esté listo: de la educación a la seguridad social, pasando por lo agrícola, la vivienda.

¿Será un programa de izquierdas?
No voy a entrar en esa división, el propio argumento va a llevar a las conclusiones pertinentes. Debemos prescindir de los dogmas, aunque hay que buscar un concepto que sea nuevo. Soy de izquierdas, de todas formas. Pero no creo en ideologías porque esa vaina es una camisa de fuerza que destruye la realidad natural. Necesitamos programas inclusivos, no excluyentes pero sin etiquetas. Las revoluciones, además, piden servidumbre a cambio, y no sé si eso funciona. 

¿Cómo tiene las encuestas?
Creo que todavía me queda credibilidad, pero no tengo la menor piche idea de esa vaina. Lo que sé que tengo son 500.000 seguidores en Twitter, pero no acabo de enterarme para qué sirve.

No llega a los 13 millones del escritor Paulo Coelho, pero es algo.
¡Eso es una verraquera! ¡El alquimista!

¿No tiene miedo a más deudas?
Para entonces ya las voy a tener todas pagadas. Este año empiezo.

¿Le implica dar muchos conciertos?
Alguno, para pagar impuestos, también. Incluiré España en mi adiós.

¿Su adiós?
Sí, voy a trabajar hasta el 2016.

¿Y se retira?
Me voy a salir de las giras de salsa.

¿Cansado?
No, pero tengo que empezar a preparar lo otro y armar un grupo de rock.

¿De rock?
Sí, no tanto en verdad, de mixtura.

¿Y quién le acompañará? ¿Todos los que han colaborado con usted? ¿De Paul Simon a Sting pasando por Maná, Lou Reed o Bob Dylan?
No, hombre, ya esos tienen su banda. Es que tengo canciones que quiero plantear de otra forma. Y tocar guitarra, que nunca la he tocado.

¿Como la de Dylan?
Pero cantando mejor.

¿Cómo fue aquello de escribir una canción con él?
Fue muy cómico. Él es muy reservado. Rarito. Sí, sí, vamos a ver si la acabamos, hicimos parte de la letra, va sobre el hecho de hacer cosas que uno no quiere, pero tiene que hacer.

¿Y aquella colaboración con Paco de Lucía?
¡Coooño, no! ¡Qué cosa tan triste! Iba a ser un disco de boleros. Esa noticia de su muerte ha sido una patada en el alma. ¿Tú sabes para mí el honor que fue que quisiera hacer ese disco de boleros conmigo? ¡Carajo! Pero no lo voy a hacer con nadie.

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