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Una gran “cantina” armó el licenciado Bunbury en Quito

Una gran “cantina” armó el licenciado Bunbury en Quito
12 de marzo de 2012 - 00:00

“Siempre es espectacular volver a este país. Mis hermanos de Quito, esta noche tendremos un repertorio totalmente cantinero. A prepararse”. Esas fueron las palabras de Enrique Bunbury, ícono de la legendaria banda Héroes del Silencio, antes de iniciar su concierto en la capital, en el que hubo aproximadamente 10 mil personas.

Las luces del coliseo general Rumiñahui se apagaron y el silencio colmó el escenario. Uno a uno, los músicos   aparecían en la tarima.  Entonces “El mar, el cielo y tú”, demo introductorio al disco “Licenciado Cantinas”, fue entonado con bajo, violonchelo, acordeón, guitarra, contrabajo y batería.  

Sin embargo, el intérprete ibérico  hizo esperar su salida hasta que culminara el track inicial, pero el delirio masivo empezó cuando Bunbury salió al escenario con un terno negro, bañado en llamas rojizas, y un sombrero de color negro.

En ese momento, la multitud coreó su nombre y aplaudió durante 15 minutos al artista de 44 años de edad. El espectáculo inició con la canción “Llévame”. Pero la gente enloqueció con “El solitario” (“Diario de un borracho”).

“Vivo tomando porque el trago es pa’ machos. Un desamor me puede causar la muerte. Y si el mar se convierte en aguardiente, en él me ahogara para morirme de borracho”, fue el cántico de Bunbury maximizado con la voz de sus fans.

Luego fue el turno de “La señorita Hermafrodita” y “El extranjero”. No obstante, los presentes en el coliseo se frotaban las manos por escuchar el disco “Ódiame”, un homenaje de Bunbury al guayaquileño Julio Jaramillo.

El deseo fue cumplido y los gritos de aprobación se incrementaron: no había asistente sentado o en silencio mientras se desarrollaba el tema.

Los minutos transcurrían y las luces del escenario bañaban a Bunbury con matices rosados, amarillos y celestes. El baile sensual,  los movimientos psicodélicos y la interminable voz del español causaron el delirio de alrededor de 10 mil personas que llegaron de todos los puntos del país.

En el acceso a general, 28 cuencanos mostraron un cartel gigante con el lema: “La ‘Atenas del Ecuador’ saluda al ídolo de Héroes del Silencio”.

“Los habitantes”, “El anzuelo”, “No me llames cariño” y “Ánimas, que no amanezca” fueron los siguientes temas deBunbury, antes que cante varios discos del álbum “Pequeño”.

Así, inició la interpretación de “Solo si me perdonas”, “Que tengas suertecita” y la espectacular “Sácame de aquí”. “No soy mala hierba, sólo hierba en mal lugar. Cabeza de calabaza en martes de carnaval’”, fue el lema que bajaba de general, preferencia, pista, vip y golden box.

Después cantó “El día de mi suerte”, “De todo el mundo”, “Si”, “El hombre delgado que no flaqueará jamás” fueron los últimos temas de Bunbury, quien se arrodilló y prometió volver al Ecuador.

Entonces las luces se apagaron ante el estupor de la gente. “Enrique, Enrique, Enrique”, fue el grito de la gente para que el español regresara. Su deseó se cumplió.

La tercera aparición del artista fue la definitiva. “El boxeador” y “Al final” cerraron la velada. “Así se hacen las cosas en mi familia. Así me enseñaron a que las hiciera yo (…) Y al final, te ataré con todas mis fuerzas: mis brazos serán cuerdas para bailar este vals. Y al final, quiero verte de nuevo contenta. Sigue dando vueltas, si aguantas de pie”, fue el último respiro de Bunbury en Quito.

La gente salió contenta del escenario, pero hubo un pequeño grupo de aficionados que exteriorizó su tristeza porque esperó que se entonara las canciones de la época de “Héroes del Silencio”, como “La chispa adecuada” o “Maldito duende”.

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