El reconocido pianista venezolano Yohannazaret de la Rosa alabó en Quito la genialidad de sus compatriotas Teresa Carreño y Simón Bolívar con un concierto de piano pleno de virtuosismo y ritmos latinoamericanos.

A las puertas del aniversario 162 del natalicio de la extraordinaria pianista y compositora venezolana, el joven de 19 años de edad interpretó el emotivo Himno a Bolívar, compuesto por Carreño en 1883, con motivo del centenario del nacimiento del reconocido Libertador de América.

Carreño fue sobrina de Simón Rodríguez, el gran maestro del prócer y de su primera esposa, María Teresa Rodríguez del Toro, quien murió de fiebre amarilla a los ochos meses de matrimonio con Bolívar y en homenaje a ella la pianista fue bautizada con su nombre.

Varios expertos consideran a Teresa Carreño como la pianista más prolífica de América Latina durante los siglos XIX y XX y, a juicio de la embajadora de Venezuela en Ecuador, Carol Delgado, presente en el concierto, su música va directo al corazón.

La diplomática comparó a Bolívar con el Prometeo de la mitología griega, con el Don Quijote de la más célebre obra literaria en lengua española, y aseguró que de vivir en el siglo XXI igual sería un luchador por América y en contra de las ambiciones del imperialismo.

Concierto para dos grandes de la Patria fue el título del recital ofrecido por de la Rosa, que conmovió al público de la Casa de la Cultura Ecuatoriana con piezas de Carreño, pero también de los compositores Inocente Carreño (sin parentesco con la pianista), Robinson Fereira, David Carpio y Gerry Weil.

Seis creaciones propias del joven pianista merecen una mención especial, pues el músico ya tiene una carrera como compositor, y demostró que sabe transmitir tentación en su Deseo Vals y asume su Anunciación Vals como un abrazo.

Con estudios realizados en su natal Caracas, de la Rosa conquistó el Premio Schnoegass de Composición en el concurso El piano venezolano, celebrado en 2012, y realmente la obra transpira energía y brilla con frases interesantes y otras majestuosas.

Ritmos latinoamericanos como el joropo y el merengue esparcieron alegría y frescura en el escenario, entre ellos sobresalió el sabroso merengue El trancao, de Luisa Elena Paesano.

En tanto, Toccatina, de Carlos Pérez, fue una oportunidad para exhibir destrezas al piano de un virtuoso apasionado por ese instrumento y, sin dudas, una de las figuras prominentes de la música contemporánea venezolana. (I)