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El Telégrafo
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Regateo de precios, el mal de las cirugías estéticas

Regateo de precios, el mal de las cirugías estéticas
09 de noviembre de 2013 - 00:00

Cuando se conoció sobre el fallecimiento de Betty Pino, el pasado 7 de agosto, el mundo del espectáculo latino se mostró consternado. La locutora ecuatoriana no era cantante ni actriz, pero fue “promotora radial” de los intérpretes hispanos en Estados Unidos, lo que le valió un sitial importante dentro de ese mundo que la hizo merecedora del apelativo de ‘La reina de la radio’.

Pocos días después de haberse recordado un mes de su deceso otra noticia sobre su muerte impactó a sus seguidores. Según el resultado forense, Pino falleció por las complicaciones de la operación estética a la que se sometió para extraer de sus glúteos silicona que se inyectó hace 4 años.

Según datos dados a conocer a través del Miami Herald, único medio del mundo que tuvo acceso a este documento, Pino tras la cirugía fue diagnosticada con sepsis (bacteria) y su cuerpo empezó a gangrenarse.

¿Hasta qué punto está dispuesta a llegar una persona en nombre de la belleza? La respuesta es tan íntima que solo aquel o aquella que opta por un bisturí puede contestarla.

Es muy común escuchar a personas justificar su paso por el quirófano como parte de una “terapia” para elevar su autoestima, palabra que encierra un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacia uno mismo a cambio de sentirse bien y -en ciertas ocasiones- sacar ventaja de algo.

Este es el caso de Denisse Arce, quien hace 7 años se sometió a una cirugía estética para aumentar su tamaño de busto porque no se sentía bien con su porte original. “No me sentía bien con mis medidas. Decidí aumentar mi busto para lucir mejor. Creo que cuando te ves muy bien te sientes igual. La autoestima se eleva considerablemente y eso es precisamente lo que transmites a los demás”, considera la modelo y presentadora de televisión.

Arce, quien ha sido la portada de varias revistas del país, explica que su decisión le abrió las puertas en el competitivo mundo televisivo donde “se requieren personas seguras de sí mismas y con buena presencia”.

Pese a ello considera que esto ayuda poco si no se tiene el carisma necesario para llegar al público. “De nada sirve tener una cara bonita o buena imagen estética si no posees el carisma necesario o no sabes cómo desenvolverte frente a una cámara. Si fuera así, en la televisión nacional solo habría mujeres guapas.

En nuestro medio hay chicas bonitas y otras no, pero todas son igual de talentosas. Así que creo que en televisión no todo es lo físico... es un complemento”.

La conductora de Canal Uno no lamenta su decisión y está convencida de que si no se hubiese hecho la cirugía (aumento de busto y liposucción) de todas maneras habría triunfado en su carrera televisiva.

No ocurrió lo mismo con Carolina Zúñiga, integrante del grupo de tecnocumbia y música tropical Las chicas doradas, puesto que tuvo que someterse a una cirugía estética para ser aceptada en un quinteto femenino. “Cuando audicioné me dijeron que estaba todo muy bien con mi voz, pero mi figura no estaba acorde a las demás chicas y por eso no me contrataron. Estuve un año y medio sin trabajo desde que tomé la decisión de hacerme cantante porque antes trabajaba como maestra. Me animé y me operé. Cuatro meses después ya me encontraba en una tarima cantando”, sostiene.

Pese a ello, esta cantante de 33 años asegura que hubiese preferido no aumentar su tamaño de busto porque como mide 1.65 de estatura y tiene caderas prominentes, su aspecto es más voluptuoso y eso le impide usar las vestimentas como las demás chicas del grupo. “Me muevo poco dentro de escenario y hago uno que otro truco”, confiesa la quevedeña.

Ambas tendrán dentro de poco que visitar el quirófano para reemplazar sus prótesis, ya que estas tienen una durabilidad de 10 años. Tanto Arce como Zúñiga sienten temor porque en los últimos años no se han informado debidamente sobre los avances en este tipo de cirugías. Al contrario, recuerdan que el año pasado el Ministerio de Salud suspendió el registro sanitario de prótesis mamarias Poly Implant Prothese (PIP) luego de que se conociera la existencia de 8 casos de cáncer de mama relacionados a la utilización de los implantes de la compañía PIP, de Francia.

“Me da cierto temor por todo lo que ha pasado con los implantes. Además no soy la misma peladita que era antes, ahora hay otros aspectos que tomar en cuenta. Con esto no quiero decir que creo que me voy a quedar en el quirófano, pero como en toda cirugía hay riesgos... me da miedo”, comenta Arce.

El cirujano Josueth Morán, responsable de algunos retoques de personajes de la televisión como Mirelli Barzola, Malena Rigó, Érika Vélez, entre otras, asegura que el paciente debe ser consciente del lugar en donde se va a intervenir. “En el país hay buenos hospitales privados y públicos, pero no en todos se pueden hacer cirugías estéticas. La asepsia a utilizarse en los quirófanos es diferente. Por suerte hay tres centros en Guayaquil especializados solo en cirugías estéticas y saben qué medidas tomar dentro de una sala de operaciones... además, el Ministerio de Salud es muy exigente con que se cumplan los requisitos al punto de volverse quisquilloso”.

Morán, quien forma parte del grupo de asesor de la organización Reina de Guayaquil y Miss World Ecuador, señala que otro de los problemas graves es la falta de presupuesto de las pacientes, debido a que existe una tendencia en buscar siempre “lo bueno, bonito y barato”.

“El paciente en Ecuador siempre busca abaratar costos y no quiere pagar consulta, quiere que la ‘lipo’ de $ 1.600 se la dejen en $ 800 o peor aún, la famosa está mal acostumbrada a que quiere que le hagan todo gratis y eso no está bien. En una cirugía de este tipo se requieren como mínimo 5 profesionales en la sala de operaciones y ellos también cobran”, sostiene el galeno, no sin antes reconocer que está agradecido con algunas de las famosas de pantalla que confiaron en él y le dieron el sitial que ahora tiene dentro del mercado nacional.

Sin embargo, lamenta el exceso de confianza de algunas “famositas” de la pantalla chica que después de haberse beneficiado de sus servicios salieron en anuncios publicitarios aseverando que bajaron de peso con técnicas reductoras o dietas.

Remarca además que varias personalidades de la pantalla nacional no están conscientes de los riesgos que podrían sufrir al querer someterse a cirugías estéticas con frecuencia. “Hay chicas de la televisión que se hacen una liposucción y llegan a sus trabajos y se descuidan. Comen como descosidas y después me buscan para que las vuelvan a operar”, afirma el cirujano, quien cuando esta situación se le ha presentado la rechaza inmediatamente.

Afirma que no es ético que un médico vea a sus pacientes con signos de dólar, cuando lo correcto es darles alternativas para evitar que se “deformen el rostro”, por citar un ejemplo. “Hay una cantante en nuestro medio que no se da cuenta que ya su cuerpo no da para más y va a llegar el día en que ocurrirá lo peor. Creo que necesita ayuda psiquiátrica”. El cirujano plástico lamenta que en el país no exista la cultura de ir a un sicólogo antes de la cirugía porque cuesta dinero y en ocasiones se niegan a aceptar su realidad.

LA DEPRESIÓN Y LAS OBSESIONES NO LAS CURA EL BISTURÍ

La sicóloga Marisol Larrea asegura que mejorar nuestra apariencia eleva la autoestima y vuelve a las personas más optimistas y con nuevas metas.

No considera que la cirugía estética esté reemplazando el trabajo de los psicólogos, al estimar que muchos de estos pacientes buscan una perfección que nunca conseguirán, volviéndose una obsesión que debe tratarse con ayuda de un profesional sin bisturí. “La cirugía es un complemento de los procesos para hallar  el equilibrio emocional y estético para llevar una vida plena”.

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