Orgasmos es una obra teatral donde la actriz venezolana Norkys Batista aborda la sexualidad con humor.

Aquella puesta en escena la ha llevado a países como Emiratos Árabes y Noruega. Sin embargo, ella no olvida sus orígenes con humildad.

Recuerda que durante su infancia vendió productos por catálogo para afrontar sus gastos escolares. Norkys tiene 8 hermanos y desde niña aprendió a lavar platos, barrer, planchar y cocinar.

“Mi mamá vendía helados y almuerzos. Me tocaba hacer de todo. Soy muy agradecida con mis padres y mi niñez. Esto me ayudó a madurar y a crecer como ser humano”.

Para la primera finalista de Miss Venezuela en 1999, el trabajo arduo era el único método que tenía para lograr todas sus metas.

“Yo crecí en un barrio (San Pedro, en Caracas), pero yo quería más, por esos me esforzaba en ser la mejor para poder lograr mis metas”, dice la actriz de 39 años, quien desde los 15 trabajó como promotora, posteriormente estudió Administración de Empresas antes de comenzar su formación actoral.

Batista es conocida por sus personajes de Chiquinquirá Lorens y Anastasia Balbuena de Borofsky en las telenovelas Mi gorda bella y Estrambótica Anastasia.

Llegó a Ecuador para presentar Orgasmos, acompañada por el actor Xavier Muñoz. Su primera función debía ser anoche en el Hotel Best Western Plaza, de Quito. Hoy, desde las 21:00, será la segunda en el Teatro Centro de Arte, en Guayaquil.

Cuenta Batista, que la obra tiene 8 años de existencia y asegura que más allá del humor y posturas que muestra en el escenario, el contenido es educativo.

“Hablamos de la comunicación en la pareja, la baja autoestima, conocimiento del cuerpo, la frigidez. Durante dos horas abordamos todos esos temas que a muchas nos cuesta hablar, pero sobre todo preguntar”.

Relata que Carlos Castillo, el autor de Orgasmos, fue quien le propuso el papel. Al principio lo rechazó por el título, pero tras investigar en  la Organización Mundial de la Salud descubrió que 80% de hombres y mujeres carecen de orgasmos. “Me reuní con terapistas de pareja, psicólogos y sexólogos para empaparme del tema”.

Revela que durante su adolescencia no le hablaron de esos temas y ahora los aborda con su hijo Sebastián Luttinger, de 11 años. Él la acompaña a todos lados. (I)