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El Telégrafo
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McCartney encandila Perú en inicio del "Up and coming tour"

McCartney encandila Perú en inicio del "Up and coming tour"
10 de mayo de 2011 - 08:52

Con un concierto intenso, inolvidable y en plena sintonía con sus fanáticos, que lo esperaron durante décadas, Paul McCartney encandiló anoche a más de 60.000 personas en el inicio en Lima de la etapa sudamericana de su "Up and coming tour 2011".

El majestuoso Estadio Monumental lució en todo su esplendor para estrenarse como escenario de un espectáculo que, tal como había ofrecido su promotor, el argentino Jorge Ferrand, se convirtió en el más importante presentado hasta ahora en Perú.

Y es que McCartney, con el que muchos fanáticos peruanos soñaron siempre como con una estrella distante, coronó con su presencia la vorágine de conciertos que, a razón de incluso dos por semana, se presentan en la capital peruana desde hace un par de años.

En Lima, el famoso cantante inglés brindó lo mejor de su repertorio, desde temas de The Beatles, a los de su banda Wings y otras muestras de su repertorio como solista.

Las miles de personas, entre las que hubo decenas que acamparon a las afueras del recinto deportivo desde hace cuatro días, concretaron el sueño de participar en un espectáculo que McCartney abrió con "Hello goodbye", un tema grabado en 1967 por The Beatles.

A partir de ese momento, y durante dos horas y media, McCartney dejó en claro que, a pesar de sus 68 años, sobre el escenario sigue siendo capaz de hacer un recorrido intenso y lleno de precisión musical ante un público pletórico, que le dedicó "olas" en las tribunas y cánticos de batalla futbolera al coro de "olé, olé, olé, olé, Paul, Paul".

Vestido con un saco celeste brillante, McCartney lució una personalidad sencilla y, por eso mismo, arrolladora, y no dudó en alentar los aplausos de la gente, seguir con su guitarra el ritmo de los cánticos de las tribunas y lanzar, hasta en dos ocasiones, el grito emblemático de los peruanos: "!Viva el Perú, carajo¡".

"Hola, Perú, por fin estoy en Perú, estoy muy contento de estar en Perú", reiteró en castellano mientras los fanáticos en las filas más cercanas al escenario mostraban decenas de banderas peruanas.

"Esta noche voy a tratar de hablar español, pero voy a hablar más en inglés", advirtió antes de entonar "Drive my car" y hacer explotar a las tribunas y al campo abarrotadas por familias completas, desde abuelos y abuelas, hasta hombres maduros y jóvenes padres o pequeños capturados por el influjo del músico de Liverpool.

Siguieron luego temas como "All my loving", "Jet", "The long and winding road", "Ob-la-di, Ob-la-dá" y "Blackbird", para luego homenajear a John Lennon con "Here today" y a George Harrison con "Something", este último uno de los temas cantados con más intensidad por los asistentes.

Pero el paroxismo se desató con la emblemática "Let it be" y luego con el sorprendente espectáculo alrededor de "Live and let die", que fue acompañado con una apoteosis de fuegos artificiales.

En "Hey Jude" y con el público totalmente entregado, McCartney dirigió los coros al hacer cantar por separados a hombres y mujeres para luego tomarse un intermedio, del que volvió rápidamente ondeando una gran bandera peruana, mientras uno de sus músicos hacía lo mismo con una bandera británica.

La segunda tanda de temas permitió escuchar, entre otros, "Yesterday", entonada por todo el estadio antes de que el músico confirmara que era "el momento de decir adiós" y pusiera punto final "al concierto que nunca antes se vio en Lima", como dijo un pequeño espectador que quedó deslumbrado, como todos.

Desde el inicio de "Up and coming tour", que comenzó en marzo de 2010, el cantante ha ofrecido conciertos en Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, México, Puerto Rico y Argentina, y ha reunido a más de medio millón de espectadores.

La gira del concierto, que en Lima movilizó a 2.500 policías para tareas de seguridad, continuará el próximo miércoles en Santiago de Chile, y el 22 de mayo en Río de Janeiro.

Mientras eso sucede, el escenario musical limeño, alumbrado la noche del concierto por una luna en cuarto creciente, quedó impregnado con la magia de un McCartney que, más que nunca, unió a un país alrededor de un sueño hecho realidad.

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