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El Telégrafo
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La otra despedida de Chespirito (Galería)

La otra despedida de Chespirito (Galería)
02 de diciembre de 2014 - 00:00 - Galo Betancourt y Milvia León

Al mediodía del pasado viernes, Amayatxzi Gómez Martínez, de 28 años, sintió que un frío metálico le recorría el cuerpo en la cafetería del Distrito Federal de México, donde trabaja. La noticia de que Roberto Gómez Bolaños había muerto la dejó sin palabras por unos segundos. Con las manos frías y sus ojos negros deshaciéndose de a poco, pidió solidaridad a sus compañeros. Todos salieron y echaron una porra sincera e improvisada a la que se unieron casi todos los clientes: “Alabio alabao alabimbombao/ Chespirito, Chespirito, rra, rra, rrra…”.

El pasado domingo se programó el adiós a Roberto Gómez Bolaños en el estadio Azteca. El evento se dividió en dos concepciones. La primera, la solemne, la de los organizadores: Televisa y la familia del guionista, actor, director y compositor. La segunda, en la que unas 30 mil personas que como Amayatxzi se trasladaron desde distintos puntos del Distrito Federal de México. La mayoría era gente humilde como ella que llegó con sus dos hijas por la vía del tren ligero al ‘Gigante’.

Resultaba mucho más interesante vivir esta despedida desde la gente, reflejo del universo que creó Bolaños. El D.F. es colorido, grandilocuente, tiene como banda sonora a cientos de organilleros tocando en las calles, para  26 millones de personas de todas las edades y de diversas tribus urbanas. La coba y el doble sentido (parecido a la ‘sal quiteña’) persisten en casi todo momento y son una forma de comunicarse impregnada en los ‘chilangos’. El color, en todos sus matices, es parte de una escenografía que va cambiando de acuerdo a cientos de lugares.

A eso de las 10:00 se había programado la apertura de puertas del estadio. En las afueras del Azteca, largas filas impresionaban y habían unos 70 puestos donde se vendían camisetas del Chapulín con las leyendas ‘Keep calm (más o menos como calma, calma) que no panda el cúnico (1929-2014)’ o ‘Y ahora quién podrá defendernos 1929-2014)’, además de antenitas de vinil, gorros del Chavo, muñecos hechos a mano de personajes de la vecindad y las tan anheladas tortas de jamón.

La entrada para el público se retrasó al menos unos 40 minutos y la de los periodistas que no estaban acreditados por Televisa, una hora con 45 minutos. Adentro, el Azteca deslumbraba, tal y como lo hizo algunas veces con el argentino Andrés Calamaro y aunque solo hubo acceso a las plateas bajas, unas 5 mil personas no dejaban de alentar y rememoraban a Chespirito con la alegría de los futboleros.

Amayatxzi llegó temprano con sus dos hijas: Samanta Pamela (12) y Frida Sofía (7). Ella cambió su descanso para decirle un gracias a Bolaños que tantas alegrías le dio cuando niña y que hoy es punto de encuentro con sus hijas desde sus diferentes versiones como actor: El Chavo, Chapulín, Chompiras, Chaparrón Bonaparte, Dr. Chapatín, Chanfle y otros.

Amayatxzi es de Guerrero, Iguala, donde desaparecieron los 43 normalistas. Por la violencia que existe en su estado no ha vuelto a ver a su madre hace algún tiempo: “Es tan importante para el pueblo mexicano Chespirito, porque en esos momentos de tristeza en que prendes la tele y ves tantas injusticias del gobierno y que quieren tapar el sol con un dedo, de pronto pones en el canal 2 y El Chavo y el Chapulín te dan alegría, te cambian el día… A mí el Chavo me encanta porque es un niño que nos enseñó muchas cosas: el vivir, el disfrutar a pesar de todo…”.

Separado a unas gradas de Amayatxzi se encontraba Urbino Castro, imitador de Kiko de toda la vida y que se mantuvo casi impregnado en su asiento hasta el final del acto, a pesar de que toda la gente ya se había ido. Nostálgico observó la misa en memoria de Bolaños: “Desde que lo imito yo me siento parte de la familia del Chavo del Ocho. Así somos las familias clásicas mexicanas. La clásica metiche, la clásica arrogante, el clásico presumido, el humilde Chavo del Ocho que no tenía dinero pero tenía un gran corazón. Y los antihéroes como el Chapulín, que era un héroe de la vida de verdad. Y los personajes que se le han derivado: el clásico charrito, el Dr. Chapatín, el Chómpiras, que es el clásico raterito al que no le salen las cosas como quiere. Son grandes ejemplos de valores mexicanos que él nos ha dado”.

Amayatxzi intentó ingresar con sus dos hijas a ver el féretro de Bolaños, pero no pudo. Solo hubo unos cuantos elegidos que estaban en la lista. Se le notaba el enojo y a sus hijas una cierta decepción. La tarde se volvía triste, el Azteca estaba casi vacío a eso de las tres de la tarde y el rugir de la platea ya era solo un recuerdo. “Dígale a Doña Florinda que no me dejó entrar…”, sentenció Amayatxzi, pensando minutos después en volver a su mundo de turnos y de duro trabajo en la cafetería, que recortan esos momentos felices con sus hijas frente al televisor.

La Chilindrina visitó Carondelet

La actriz mexicana María Antonieta de las Nieves, quien interpretó a la Chilindrina en la serie de El Chavo del Ocho, fue invitada al Cambio de guardia en Carondelet y aprovechó para saludar a los ciudadanos de Quito desde el balcón presidencial.

La Chilindrina acudió también a un almuerzo con estudiantes del grupo ‘Vivamos las fiestas en paz’ y otras dignidades por celebrarse 480 años de la fundación de Quito.

Hace poco más de una semana arribó al país en una gira con el circo Rolex, que empezó por Loja, luego pasó por Ambato y ahora está en Quito.

“Me siento consternada, pero el show debe continuar. Igual me ocurrió con el fallecimiento de mi padre, mi esposo me avisó en mitad de una obra de teatro. El viernes fue un día muy difícil. Tomé una pastilla doble porque estaba muy angustiada. Me he inyectado vitaminas. En adelante dedicaré mis funciones a Chespirito y merece mucho más”, aseguró a EL TELÉGRAFO.

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