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La dinastía Castro empezó en Píllaro, a punta de arpa

La dinastía Castro empezó en Píllaro, a punta de arpa
11 de diciembre de 2011 - 00:00

Cuenta Gonzalo Castro que se enamoró del arpa cuando tenía 6 de los 80 años que ahora tiene. Y es que su infancia en Píllaro no fue precisamente con los juguetes. Al entonces pequeño Gonzalo le seducían las melodías que Segundo, su padre, sacaba de ese arcaico instrumento de cuerda pulsada, que según relata la Biblia ya lo tocaban personajes como el Rey David.

Y claro, a esa edad la historia del arpa era lo que menos le interesaba al ahora octogenario Gonzalo. Según él, siempre le atrajo el hecho de que el arpa es “un instrumento incompleto que no tiene bemoles sostenidos”. Se refiere a las alteraciones que se escriben en las notas musicales. Hoy, con más de 60 años de trayectoria, Gonzalo Castro habla con propiedad del  instrumento que su padre le enseñó a interpretar. Y el hace tiempo fallecido don Segundo aprendió a entonar ese mismo instrumento de su padre Manuel, abuelo de Gonzalo y bisabuelo de los hermanos Iván (49 años), Luis (46) y Manolo Castro Miranda (44), quienes pertenecen a la penúltima generación. Ellos tocan los teclados, la guitarra, el bajo y la batería. Además son arreglistas.

Don Gonzalo, quien es conocido como El Rey del Arpa ecuatoriana o El Mago del Arpa, forjó su carrera en su Píllaro natal con Juan y José Augusto, sus hermanos mayores que ya fallecieron, quienes también dominaban el arpa y además el violín. Juntos pasearon su talento por varios escenarios de la provincia del Tungurahua y luego en Quito.

Gonzalo Castro, el actual patriarca del clan, tenía 14 años cuando grabó sus primeros discos en la capital ecuatoriana, con los dúos Benítez-Valencia, las hermanas Mendoza-Suasti, con Fausto Gortaire.

Tres años después El Rey del Arpa arribó a Guayaquil. Recuerda que cuando llegó le gustó el clima cálido y su gente. “Entonces dije: Aquí me quedo y aquí me muero”, cuenta el ochentón músico, que curiosamente lucía una camiseta blanca con la palabra Guayaquil en su pecho, durante la entrevista. Y en el puerto principal se casó con Beatriz Miranda, quien era profesora de música en Baños (Tungurahua).

Cuenta el “jefe” de los Castro que se conocieron en Baños. Ella había acudido a un concierto que él daba con el dúo Benítez-Valencia. A ella le gustó la actuación de Gonzalo Castro. Luego se volvieron a ver en Guayaquil cuando visitaba a unas familias que entonces residían en las calles García Avilés y Sucre.

José Augusto le dijo a su hermano Gonzalo que la recibiera con música. El primero con un violín y el segundo con su arpa. Ella toca aún el piano y heredó la música de su padre Absalón Miranda, quien también entonaba el violín.

11-12-11-espectaculos-dinastia2Manolo, el menor de los hijos de Gonzalo Castro, relata que desde niños se involucraron en la música, porque veían ensayar a su padre; pero cuando llegaron al colegio Vicente Rocafuerte se inclinaron por otros géneros musicales que distaban de los pasillos, valses, pasacalles, sanjuanitos y albazos que caracterizan a su progenitor.

“Conocemos al dedillo el repertorio de mi papá. Siempre hemos tocado con él, pero en el colegio escuchábamos rock. En esa época a mí me gustaba la música de Frank Marino, AC/DC, Judas Priest, Van Halen y Frank Zappa. Empecé tocando la batería en Viroc, que era la banda de música del Vicente Rocafuerte. De hecho, con Zappa descubrí a Vinnie Colaiuta, uno de mis bateristas preferidos”, dice Manolo, quien desde 1985 es conocido por el aporte que le dio a la disuelta banda metalera Blaze.

Manolo recuerda que aprendió a tocar la guitarra en el colegio porque en Viroc había dos bateristas. El otro era Geovanny Coello. “Les dije que mientras tanto yo podía tocar la guitarra, mientras conseguían a otro. Pese a que en Blaze componía la batería de las canciones, me conocían más como guitarrista porque ese era el instrumento que tocaba en vivo. Las composiciones de batería se las dábamos a músicos de apoyo”, explica Manolo, que ha acompañado a cantantes extranjeros como Leo Dan, José José y otros.

Luis, el intermedio de los Castro Miranda, fue integrante de Quartz Band, que durante el apogeo del rock latino en Ecuador sonaba con la canción Llegaron los rayas. Luis tocaba el bajo, mientras que Iván Gonzalo, su hermano mayor, se encargaba de las guitarras. Este último reside en Los Ángeles, donde posee un estudio de grabación.

Luis, quien hace un par de meses tocó junto con Manolo en la banda que acompañó al humorista dominicano Julio Sabala en el Centro de Convenciones Simón Bolívar, es un admirador de las bandas de rock progresivo como Yes y Rush (de esta última sigue la trayectoria de su bajista y vocalista Geedy Lee).

No obstante, no todo es rock para Luis, quien usa anteojos. Él también es un apasionado de la música de Sebastian Bach y otros. Incluso estudió guitarra clásica y piano complementario en el conservatorio Antonio Neumanne. En la actualidad cursa la carrera de tecnología en composición y producción musical en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES).

En su trayectoria constan colaboraciones con AU-D. “Eran mis inicios como arreglista. Era la década del 90 en la que trabajé con él para canciones como Tres Notas y otras”, refiere Luis, quien tiene una hija llamada Astrid que “tiene 14 años y recibe clases de violín”.

Manolo tiene cuatro hijos: Gabriela (22 años), Samantha (19), Valeria (16) y Julio Stéfano (10). “Ellas prefieren cantar, mientras que el último ya entona la guitarra, aunque también prefiere jugar fútbol”, indica el ex Blaze, quien también ha tenido proyectos como Manuflamenco y Manujazz, más colaboraciones con Pamela Cortés y el grupo Clip durante su reencuentro.

“Andrea (22 años) y Evelyn (19), las hijas de Iván, también optaron por el canto y pertenecen a la quinta generación musical de los Castro”, relata Manolo, quien a las nueve de la noche del jueves pasado debía irse para tocar en una fiesta privada con Guayaquil City Band, su actual banda. La música lo había llamado, tal como sucedió siempre con sus ancestros, desde hace más de seis décadas, en Píllaro.

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