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El Telégrafo
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Japo relata historias sociales con sonido de rock indie

Japo relata historias sociales con sonido de rock indie
02 de agosto de 2012 - 00:00

El acento chileno de Joao Beltrán es inconfundible y eso que ya lleva cerca de siete años en Ecuador. Él recuerda que había llegado a Santa Elena con su exesposa, una ecuatoriana que estudiaba en Chile. Ya en la Península conoció a David Sarmiento, un bajista nacido en Ballenita, con quien empezó a tocar música en 2009.

Era el germen de lo que hoy es Japo, una banda que suena a un rock muy digerible, con muchas influencias de grunge, ‘riff’ y redobles que tienen esencia progresiva, pero a la vez con tintes de pop, aunque sus cuatro integrantes definen a su estilo como un rock indie.

Y a esa estructura instrumental se añaden líricas sobre temas sociales como la ecología, el matrimonio, el suicidio, la prostitución, drogadicción y hasta una parodia de cómo es el trato para un latino en un aeropuerto estadounidense.

Tras un peregrinaje de bateristas y guitarristas, Japo -que viene de la expresión “ya pos”- quedó armado. El año pasado Juan Carlos Jiménez y Fernando Arosemena se unieron al proyecto para hacerse cargo de los aporreos y las seis cuerdas.

Juntos crearon las 12 canciones que forman ‘Music Militia’, el primer disco que presentarán el próximo 13 de agosto en el auditorio del MAAC Cine con un concierto.

El álbum, del que inicialmente se compusieron 20 canciones, se grabó en el estudio Post que creó la banda en Urdesa después de pasar por otros sitios en los que no estaban convencidos del sonido. De hecho, debieron grabar todo desde cero hasta quedar satisfechos.

Además, ‘Metal militia’ es el resultado de ese híbrido de influencias como Rush, U2, Audioslave o Soda Stereo (las de Joao); U2, Muse, Queen, el jazzero Mike Stern o los grungeros Pearl Jam y Nirvana (de Fernando); Metallica ochentero y Dream Theather (las de David y Juan Carlos).

‘No te preocupes por mí’ abre el disco con un mensaje directamente ecológico, que se respalda con un vídeo que grabó Marcos Campozano, quien también es el fotógrafo de Japo.

El clip combina escenas de la banda tocando con las de una mujer que representa a la madre naturaleza. ‘Asesíname’ es una especie de balada rítmica, con base acústica, más tintes de blues y folk. Líricamente trata sutilmente el matrimonio que no va bien.

Otra canción que llama la atención es ‘Olvidar/recordar’ que más bien plantea una encrucijada entre ‘sepultar’ algunas vivencias pasadas y mantenerlas vigentes. Como un balance de pro y contra, mientras que instrumentalmente conduce irremediablemente a lo progresivo, al grunge noventero.

‘La mansión del terror’, en cambio, relata metafóricamente la historia de alguien que ha sufrido un desamor y trata de vengarse con otras mujeres llevándolas a su casa donde se supone que se desquitará; mientras que ‘Gringoland’ se mofa un poco de las revisiones en una terminal aérea norteamericana.

Joao y Fernando sostienen que la canción cuenta cómo alguien viaja ilusionado a “la tierra del ratón (Mickey) y la hamburguesa” -según la letra- con un sonido más al estilo  que recuerdan a bandas mexicanas como Molotov o Plastilina Mosh, pero con músicos ecuatorianos y el acento chileno de Joao, su vocalista.

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