Cuenta Roberto Bolaños González que durante su niñez en un curso vacacional del Club Naval conoció a un cantante, a quién se le acercó.

-¿Tú eres músico?- preguntó.

-Sí, yo canto- le respondieron.

-Ah, yo toco la batería.

-Ah ya. Ok- fue el ‘quemeimportista’ final de la breve charla.

El entonces percusionista y ahora saxofonista, hijo del guitarrista Roberto Bolaños Terán, tenía 11 años. Aquel cantante que no le ‘paró bola’ lideraba la banda del club, pero  pronto se vio en apuros porque su baterista se fracturó un brazo. Recordó a Roberto Jr. y lo  sacó de la piscina en que se bañaba.

-¿Quiéres tocar en la banda? Es ahora o nunca, tú decides.

Roberto Jr. salió de la pileta y debutó con “Let it be”, de Los Beatles, y “Buen perdedor”, de Franco de Vita, una canción que prácticamente tuvo que aprender ‘sobre la picada’ para la banda de David Cobos, aquel músico que por la diferencia de edades al principio lo rechazó y luego alcanzó notoriedad con la canción “Quiero amanecer soñando”, una de las que identifica a la selección nacional de fútbol.

Aquella es solo una de las anécdotas de Roberto Jr., quien junto con su hermano Ricardo, su padre y su tío Freddy forman otro de los clanes musicales en Guayaquil.

Roberto padre, de 57 años, y Freddy, de 55, empezaron la historia en la década del 60, con la influencia informal de su padre Enrique Bolaños Elías y su madre Carmen Terán, quien era arreglista, pero también se dedicaban al comercio. Lo del jazz, que es el sello distintivo de la familia, lo absorbieron de Clemencia Elías, la abuela materna que coleccionaba discos de Glen Miller y otros exponentes de las big band.

“Yo tenía unos cuatro años cuando escuchaba las canciones de ellos en un tocadiscos”, recuerda Freddy, quien aprendió a tocar la guitarra cuando tenía 12 años, mientras que su hermano integró sus primeras bandas cuando estudiaba en el colegio Aguirre Abad y luego en un grupo de Boy Scouts. De hecho, ahí surgieron Los Castores.

Roberto papá relata que a los 17 años empezó a coquetear con el rock mexicano, el que se conocía como la “nueva ola”. Conoció esa corriente casi a la par con Los Beatles. Era la época de su grupo Los Átomos y luego Pussyband, en el que tocaba canciones de Los Ángeles Negros (Chile), Leo Dan (Argentina), Enrique Guzmán (México) y otros.

También había espacio para Grandfunk. “Mi hermano era como una especie de Mark Farner de la época”, dice Freddy en referencia al entonces power trío  estadounidense del final del 60, famoso por su “Were an American Band”.

Hubo un momento dramático en la familia. Era febrero de 1975. Roberto Jr. llevaba 20 días de nacido cuando su padre fue contratado para tocar en una fiesta playera con su banda Las Monedas, que se indentificaba con el rock latino del guitarrista mexicano Carlos Santana.

Durante el regreso, el carro en el que venía se accidentó. Roberto padre quedó herido, mientras que Carlos Romero, el bajista de la banda, murió. Pasaron varios meses para que Roberto pudiera tocar de nuevo. Su siguiente grupo fue Marfil, con Ramiro “Capoto” Montalvo. Allí el mayor de los Bolaños compuso “Quiero”, que era una balada al estilo de Frankie Valli en su época de Four Seasons.

Freddy empezó su tránsito artístico en Unión Beat cuando tenía 14 años, con canciones de Jimi Hendrix y Cream. Luego pasó a la banda que se convirtió en el germen de lo que se conoce como De Luxe. Inicialmente eran Los Naranjas y luego Los Pumas, hasta que llegó Enrique Gonzales para De Luxe, recuerda el ahora bajista, quien se cambió a ese instrumento hace casi un cuarto de siglo, luego de haber tocado la guitarra y los teclados.

La primera vez que los Bolaños viejos se juntaron fue en 1984, con Océano, banda en la que compusieron “La buseta (de Roberto), “Rock suburbano” (de Freddy) y otras. Con el paso de los años sus hijos se unieron al proyecto.

Aunque Roberto Jr. es saxofonista, empezó como percusionista porque su progenitor tenía una batería en casa. “Mi papá me había comprado una batería de juguete cuando tenía dos años; pero me gustaba más la grande que él tenía en la casa. No alcanzaba el pedal del bombo y cuando lo conseguía, no podía aplastar el pedal del esterbil. Hay hasta fotos de eso”, recuerda Roberto hijo, a quien muchas veces lo confunden con su padre.

“Una vez me llamaron por teléfono para preguntarme si conocía a un saxofonista. Yo dije que no. No sé si me confundieron con mi papá o si no sabían qué instrumentos tocamos”, bromea el saxofonista, quien llegó a ese instrumento porque su padre y su tío vieron las actitudes que él tenía con la flauta dulce.

“Mi hijo sacaba algunas de las canciones que pasaban en Sintonizando y El show de Bernard. Entonces, cuando cumplió los 15 años le regalé un saxo. Le dije que lo tocara, pero no quería porque lo consideraba un instrumento para viejos. Le insistí que probara y que luego me dijera ‘qué tal’. Desde ahí no suelta el saxo. Después nació el proyecto Bolaños Jazz, ya con mi hijo Ricardo, quien fue el último en despuntar como músico. Él más bien era pelotero”, dice Roberto padre.

Ricardo cuenta que empezó a los 16 años. Ahora toca la batería y canta en Guayaquil City Band, en sociedad con su hermano mayor, quien es padre de José Roberto. Él cursa la escuela, toca la batería y quiere una guitarra. “No quiero forzarlo”, dice Roberto Jr., que no descarta que su hijo extienda el clan Bolaños.