Chichi Peralta aún conserva intactas las tamboras que elaboró a punta de botellas de aceite -que previamente vaciaba cuando nadie lo veía, por lo que se ganaba regaños- y tapas de ollas que simulaban ser los platillos, cuando tenía cuatro años.

Las guarda por una sola razón: su ingenio, que inicialmente su madre tomó como una más de sus travesuras,  terminó convirtiéndose en el comienzo de su carrera como percusionista, pero sobre todo como cantante, luego de que su padre Eugenio Peralta Sterling, un electricista de vocación pero músico de corazón, le comprara una tambora de verdad.

En una entrevista concedida a este  diario, el cantante, nacido en República Dominicana hace 45 años, relató: “Cuando me la entregó me dijo toca. Nunca había tocado, pero después aprendí a hacerlo. Desde muy chiquito mi padre ponía en el tocadiscos -que allá le decían Sicotme- de todo un poco para que identificara la música que estaba sonando; desde grandes discos de Johnny Ventura, la orquesta sinfónica de Londres, Elvis Presley, Nat King Cole, la música folclórica y el merengue tradicional de su país. Por eso tengo este lío, el fusionaje en la cabeza”.

Precisamente, eso lo ha llevado a ganarse el apelativo de “pionero de la fusión”, porque en cada uno de los discos que ha lanzado en su carrera como solista, la que emprendió desde hace cerca de quince años, Chichi ha probado con una variedad de géneros. Y aquello es más notorio en su nuevo material discográfico, aún sin un nombre establecido, cuyo lanzamiento lo realizará dentro de un mes y medio, después de concluir su proceso de  mezcla final y masterización.

“Sin soltar el ritmo caribeño hemos trabajado en muchas más fusiones, que considero como fuentes inagotables, con nuevos  experimentos y modernos sonidos, como la bachata, la música electrónica, que se puede escuchar en el tema

A pesar de usted. Estamos apostando a la renovación, sin perder el sello del proyecto Chichi Peralta, el sonido, de Amor narcótico, La ciguapa, Ella tiene, Sol de verano”.

En varias canciones del disco ha fusionado el tradicional merengue dominicano, el vallenato, con ritmos antillanos como en su primer promocional, La pastillita, que hace poco presentó.

El sencillo ya tiene un videoclip animado del que cuenta que  para su realización se tomó cerca de 38 días trabajando desde las 09:00 hasta las 03:00. “Fueron 7.024 cuadros, uno a uno, animado a mano. Es un video muy colorido con muchos efectos, movimientos de cámaras 3D. Mi intención es que cuando lo vean provoque un guao de parte de los seguidores”.

Otra de las novedades que tiene este disco, según el cantautor, es la fusión de cuerdas, que grabó con los 98 músicos de la Sinfónica de Londres, como ya hizo en su anterior álbum “De vuelta al barrio”, con el que obtuvo su primer Grammy Latino. “Esa ha sido una de las satisfacciones que me ha dado esta carrera: grabar con ellos y en el estudio del Abbey Road, donde grabaron Los Beatles. Era sorprendente que una música mía estuviera grabándose allí”.

De los once temas inéditos que componen su nuevo material hay uno  especial para él, que define como una canción “bien chula”. Se trata de “El blues del consuelo”, que escribió para su padre fallecido y en el que habla de todos los consejos cuando de niño le decía: “que no me dejara coger miedo vivo” o cuando lo ponía a reflexionar contándole que él tenía un amigo que era tan pobre, tan pobre, pero tan pobre que lo único que tenía era dinero. “Él quería decir que tenía su espíritu pobre, no tenía fe ni perseverancia, cosas que me fueron forjando”.

Paralelamente a esta producción, Chichi prepara un disco completo de contenido cristiano, del que ya ha presentado La hamaca de Dios, una salsa que grabó a dúo con el ex Tercer Cielo Marcos Yaroide y que cualquiera puede descargar en su página web.

Hace 9 años se dio su conversión al cristianismo, que, asegura, no fue por ninguna enfermedad o problema, sino porque sentía ese vacío que no era llenado con nada. Empezó a incluir en sus producciones una  canción de ese corte. De hecho, el tema Más que suficiente, que se desprende de su tercer disco homónimo, habla  de cómo Jesús llegó a su vida, así de repente.

“Por lo general los temas con contenido cristiano, los grabo, los subo y se los entrego a las personas para que los descarguen. Hasta ahora no he pensado hacer un disco para venderlo, para mí este es un compromiso con el Señor; grabarlo  y ponérselo a las personas a las que les sirve. Este disco va a tener algunos temas de Más que suficiente, pero con otros arreglos y versión”.

Tras su paso por agrupaciones como Fernando Echavarría y la Familia André, Trilogía y 4.40 de Juan Luis Guerra, del que dice representó “un peldaño y una época de mi vida, sobre todo porque aprendí mucho, conocí muchos países y siempre me preocupé por  aprender lo que es la cultura”, el siguiente paso de Chichi fue armar su propio grupo y emprender su recorrido con su propuesta.

Y aunque al principio no la tuvo fácil, debido a que la música estaba pasando por otro momento, eso no lo detuvo, al contrario, dice, fue perseverante para ganarse la aceptación. Y así ocurrió cuando canciones como Amor narcótico y Procura se convirtieron en un éxito.

Desde entonces ha lanzado cuatro discos: Pa’ otro la’o, De vuelta al barrio (2000), Más que suficiente (2005) y De aquel la’o del río (2009), con el que fue más allá al fusionar la música del Caribe con instrumentos tradicionales japoneses, como el shamisen. Mezclas que se plasman en dos de sus  canciones “Amor samurái” e “Inside Japan”,  tema central de la banda sonora del documental que lleva el mismo nombre.

En este, Chichi narra sus experiencias en el país asiático y su mensaje de unidad, a través de la música, demostrando de este modo que para él las fusiones que realiza no tienen fronteras.