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El Telégrafo

El cáncer no pudo con su pasión

El cáncer no pudo con su pasión
12 de junio de 2013 - 00:00

Su día no fue similar al de otros hinchas que ayer acompañaron a la Selección ecuatoriana en el estadio olímpico Atahualpa. Ni el papel picado, ni las banderas fueron prioridad en la vivienda de la familia Aguilar Morán, en el sector de la Rumiñahui, norte de Quito.

Los cuatro miembros que la integran madrugaron como de costumbre. Después de pasar por la ducha, desayunaron juntos, pero “Eli”, el “jefe del hogar”, empezó el día con ayuno, pues temprano debía acudir a una cita médica para tratar su cáncer  a la tiroides.

Ayer despertó a las 06:00 y puntual arribó al hospital oncológico de Solca. Como siempre, lo hizo en compañía de su esposa Gloria, quien trabaja como  docente en una institución pública.

Ella pidió permiso para asistir a su esposo en los trámites y la entrega de documentos, que siempre se requiere en esa institución, mientras el paciente esperaba el llamado para recibir su dosis de yodo radioactivo. “Es la primera vez que coincide una cita médica con un partido de la selección, por lo que se alteró nuestro itinerario. Antes cada uno iba a su trabajo y luego nos reuníamos para entrar juntos al estadio”, confesó Gloria, quien también experimentó esta enfermedad e incluso le extirparon su seno derecho, por lo que hoy continúa ingiriendo medicamentos para evitar una futura complicación.

Mientras aguarda que a su esposo le llamen para recibir el tratamiento, comenta que el cáncer que su compañero de vida hoy padece no es el primero. Hace unos años le diagnosticaron cáncer al colon que  demoró en ser detectado y le provocó serias complicaciones médicas.  

Los ojos de doña Gloria se llenan de lágrimas al recordar los seis meses que pasó sin saber lo que realmente tenía su esposo. “Era hueso y pellejo, se esperaba lo peor, pero hoy está bastante recuperado. Creo que Dios lo tiene todavía aquí porque le resta hacer alguna cosa”, dice con optimismo.

Tras casi una hora de espera al fin llega el turno de  “Eli”. A paso lento, ingresa al  área de medicina nuclear.
Se demora alrededor de 8 minutos en ingresar al consultorio y recibir la medicación, que es un líquido que debe  beberse en ese instante.

Para que no quede el rastro de la medicina en el vaso pide un poco de agua.  “Con la dosis adicional que me tomé la selección de ley gana”, refirió tras su salida entre sonrisas.

Debido a su condición médica, debe ser precavido, sobre todo por las reacciones que se producen tras la ingesta de este mineral, como dolores de cabeza, náuseas y fatiga.

Por ello consultó con cierto recelo y hasta miedo al galeno si existía algún inconveniente en ir al estadio. Las entradas las adquirió su hijo Santiago en abono y tuvo pánico de no poder usarla.

Por fortuna, según comentó, le dijeron que no existía problema, por lo que la sonrisa volvió a su rostro y de inmediato se encaminó hacia su domicilio para servirse el desayuno y alistar todos los implementos.

A más de los distintivos tricolores, el pollo, las frutas y el agua no pueden faltar. En su dieta tiene prohibido ingerir  gaseosas.

La pareja es oriunda de Tulcán, pero sus hijos Santiago y Gabriela son quiteños y desde hace al menos dos eliminatorias atrás acompañan a la Tricolor  en los cotejos que desarrolla de local en el estadio Atahualpa.

Las localidades que adquirieron fueron para la general sur. A las 15:00 debían reunirse en el ingreso principal del estadio.

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