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Ecuador, 28 de Marzo de 2024
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El Telégrafo
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¿Cuán posible es una campaña electoral sin falsas promesas?

Nuestra democracia ha madurado mucho y se conduce bajo unos principios constitucionales claros e innovadores. Así lo reconocen los juristas y especialistas en este campo. Pero más allá de eso hay un marco histórico que demanda de los actores políticos propuestas sensatas para que en él ocurran cambios profundos y mejoren la calidad de nuestra democracia. Sin embargo, es lamentable oír a los actuales precandidatos. No solo porque se ensañan en rechazar todo lo alcanzado en estos 10 años, que no es poco. No solo que niegan la realidad con base en prejuicios y falsos diagnósticos. Ofrecen lo imposible: atraer la inversión extranjera a borbotones, como si el mundo viviera una era de bonanza; liberar ‘presos políticos’; juzgar a todas las autoridades por delitos que no explican ni señalan; restaurar la democracia como si ellos mismos no tuviesen la libertad de ser candidatos en un marco jurídico de plenas garantías; etc. En realidad mienten para ganar votos. Y eso tiene un costo. Ese costo ya lo pagaron mandatarios y partidos que gobernaron décadas (que son ahora algunos de los aspirantes al poder político con base en su poder económico o corporativo). La ciudadanía puede y debe pedir responsabilidad, franqueza y un gramo de sensatez. Con responsabilidad pública y política mejoramos la calidad de la democracia; lo contrario solo es un insulto a los ciudadanos. (O)

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