Esmeralda y Alicia: las madres sustitutas de futuros “cracks”
Detrás de un amplio comedor, entre algunos utensilios de cocina y alimentos aún crudos, Esmeralda Guerrero y Alicia Segura se alistan para preparar la merienda.
En el espacio donde se encuentra la cocina hay dos grandes ventanas a través de las cuales se observa una cancha de fútbol. En ella, se entrenan más de 75 jóvenes, entre 12 y 17 años, que tienen un sueño en común: convertirse en futbolistas profesionales.
Las jóvenes promesas del balompié nacional no solo se forman futbolísticamente,sino también conviven en el centro de alto rendimiento del club Norte América, que es dirigido por Álex Anchundia y el empresario Marcos Zambrano. En el lugar, los futuros futbolistas cuentan con un equipo de directores técnicos, asistentes y colaboradores que siempre están pendientes de ellos. En el grupo se encuentran Esmeralda y Alicia.
El lugar, ubicado a 33 kilómetros de Guayaquil, cuenta con las comodidades necesarias para los jóvenes que, generalmente, llegan de otras provincias. Tiene ocho pabellones equipados con camas, baños, televisores, aire acondicionado y una zona de lavandería.
Esmeralda Guerrero, oriunda de la capital de la provincia que lleva su mismo nombre, es más que una colaboradora del centro. Su estrecha relación y el contacto que mantiene con los futbolistas la ha convertido en una “madre sustituta”.
Es miércoles en la tarde. Byron Castillo, de 14 años, se encuentra sentado en una de las sillas del comedor. Una lesión le impide participar en la práctica. El jugador, que nació en San Lorenzo (Esmeraldas), asegura que “las tías”, como cariñosamente les dicen a Guerrero y Segura, son como madres para ellos porque están pendientes no solo de su alimentación, sino también de su salud, disciplina y hasta de su estado de ánimo. Los jóvenes que allí se forman, la mayoría, tienen meses lejos de sus familias y es normal que muchas veces se sientan solos.
“Ellas nos ayudan con la alimentación, nos organizan para la limpieza. Ahora que estoy lesionado me han ayudado con el tratamiento para que baje la inflamación”, manifiesta Castillo mientras observa con nostalgia el entrenamiento.
Esmeralda llegó hace un año a Guayaquil. Dejó a su familia en la provincia verde para buscar un mejor futuro. Aunque viaja cuando el tiempo lo permite para encontrarse con allegados, reconoce que los chicos se han convertido en sus hijos “postizos”.
“Nosotras estamos pendientes de ellos en todo lo que necesitan. Los aconsejamos para que se porten bien, son respetuosos y alegres. Muchos se acercan a pedir consejos y también me ha tocado consolarlos cuando extrañan a su familia, algunos lloran y eso parte el alma. Cuando ocurre eso los consuelo y les recuerdo que hacen un sacrificio por sus seres queridos”, revela la esmeraldeña.
El reloj marca las 16:40 y es momento de continuar con la preparación de la cena. Generalmente, después del entrenamiento, el hambre aumenta. Alicia, quien también colabora en el centro, comenta que a pesar de tener pocos meses, también siente que los jóvenes son como parte de su familia.
“Mi relación con los chicos es excelente, siento mucho cariño por ellos, a pesar de que los conocí solo hace dos meses para mí son como parte de mi familia. Todos los días converso con ellos sobre su comportamiento, algunos se portan bien y otros no tanto, pero con ellos trato de conversar más y si hay que llamarles la atención lo hago con respeto y cariño. Trato que se sientan como en su casa, para eso estamos nosotras”, asegura Segura, quien nació en Quinindé (Esmeraldas) hace 29 años.
Las “tías”, tienen un horario como el de la mayoría de madres, se levantan a las 04:30 para organizar la villa y no se acuestan hasta que todos los jugadores están en sus camas. Eso ocurre generalmente a las 22:00.
Levantar a los chicos, coordinar la limpieza de los cuartos y preparar el desayuno, que debe estar listo a las 06:30, son algunas de las actividades que realizan en la mañana.
Guerrero asegura que en algunas ocasiones les ha tocado llamar la atención a los chicos cuando tienen problemas en levantarse, pero siempre con mucho cariño y respeto como si lo hicieran con un hijo.
Ya por la tarde, mientras los jóvenes entrenan, revisan que los cuartos estén en orden y comienzan la preparación del almuerzo. Así mismo, la etapa de estudio comenzó y con eso les toca asumir otra faceta de “madre”. Vigilan que todos estén al día con los deberes y lecciones.
Y por las noches se aseguran que los chicos tengan todo organizado para el entrenamiento y el estudio del siguiente día. Aunque la hora de dormir es a las 21:00, ellas dejan todo en orden para ir a descansar.
René Esterilla,uno de los entrenadores del centro, afirma que si bien nadie puede reemplazar la presencia de una madre, Esmeralda y Alicia buscan de alguna manera cubrir ese espacio en los chicos.
Esmeraldas reconoce que también se le hace un “nudo en la garganta” cuando uno de los pequeños futbolistas se va a otro equipo o abandona el centro. Pese a eso, ellas se mantienen en contacto con los jugadores vía telefónica y a través de Facebook.
Estas madres “sustitutas” con seguridad recibirán mañana las felicitaciones de sus hijos “postizos” y un beso acompañado por un abrazo por el cuidado que les dan.