Una nueva edición de la Copa América está por comenzar. Cada cuatro años la ilusión se renueva, pero en realidad este torneo se ha convertido, por historia, en la bestia negra para nuestro fútbol y para la mayoría de técnicos que estuvieron al frente de la “Tricolor”.

El actual proceso, el que dirige Reinaldo Rueda, al que todos apostamos para que le vaya de  lo mejor, que triunfe y consiga todos los objetivos propuestos, ya que al fin y al cabo cuando gana la selección ganamos todos, se ha marcado más por las dudas que por las certezas.

Hace pocos días culminó la última gira del combinado nacional por Norteamérica con una serie de tres empates, que como resultados y en función de los rivales se los puede calificar de distinta manera. Para muchos, empatar con México es bueno, igualar con Canadá resulta poco y pobre, dividir honores ante Grecia es conformista. Pero más allá del análisis simple a la luz del resultado es necesario considerar más a fondo el funcionamiento del equipo de todos.

Tenemos un grupo de jugadores importante, de eso no cabe duda. Algunos de ellos triunfando en el exterior, la mayoría con una reconocida experiencia y roce internacional. Además, contamos con un pequeño pero muy merecido  prestigio que ha costado muchísimo conseguirlo, que hay que cuidarlo como un verdadero tesoro para las futuras generaciones.

A esta materia prima en que se convierten los jugadores, hay que dotarla de un sistema táctico coherente, basado en las condiciones de los intérpretes, aprovechar el rendimiento individual para la conformación y solidez del grupo; en otras palabras, que los buenos jugadores hagan un excelente equipo.

Reinaldo Rueda desembarcó en nuestro fútbol hace  ocho meses aproximadamente, y  hasta la fecha  ha probado y ensayado con un sinnúmero de jugadores en todos los puestos y demarcaciones y, por lo que pudimos apreciar en la última gira, aún el estratega colombiano no tiene claro quiénes son los hombres idóneos para representarnos en la Copa América.

Lo que es verdaderamente preocupante es que no existe consistencia en la política ni en la filosofía de trabajo. Se manifestó que llego la hora del recambio generacional, elegante término, suena bonito, pero es difícil llevarlo a cabo si por naturaleza no hay los elementos para realizarlo. 

Los cambios generacionales se deben llevar a cabo como consecuencia de un proceso, el que en el fútbol ecuatoriano está apenas iniciando y no por disposiciones reglamentarias o porque a alguien se le ocurre.

La gira norteamericana con los jugadores que convocó el DT Rueda, más allá de los nombres, unos sí, otros no tanto, no responde al mentado cambio, por más que se quiera vender esa idea. Al jugador ecuatoriano le cuesta madurar, es diferente a los  argentinos o brasileños o incluso uruguayos que a los 20 años ya son figuras a nivel internacional.

Partiendo de aquello, es necesario en nuestra selección seguir echando mano de aquellos que recientemente nos llenaron de gloria y nos hicieron sentir orgullosos de ser ecuatorianos.  La responsabilidad es del señor Rueda, a él le pagan para hacer su trabajo y lo debe hacer de la mejor manera.

La Copa América está a la vuelta de la esquina, el accionar de la selección no garantiza nada, hay inconformidad por el nivel que muestra la selección. Hay serias y preocupantes deficiencias en el sistema defensivo. Se ha probado con muchos que han rendido poco, y otros simplemente no han recibido ninguna oportunidad.

En el medio campo la esperanza tiene nombre propio, Antonio Valencia, que por lesiones u otras situaciones no se lo ha podido mirar en este proceso, pero obviamente es la gran figura de Ecuador.

Como manifesté, hay elementos  valiosos para aprovechar sus condiciones y sumar al  funcionamiento del equipo, para aquello se requiere  una elección sabia, que implica profundo conocimiento, que me temo, hoy por hoy, no hay en el cuerpo técnico de la “Tricolor”.

En la ofensiva todo queda a la inspiración del momento, nadie ni nada garantiza la capacidad resolutiva.  Queda poco tiempo y hay demasiadas dudas.

Para finalizar, no puedo dejar de expresar la enorme preocupación ante las contradictorias declaraciones de dirigentes y cuerpo técnico. Los primeros apuntan a hacer una gran Copa América, la mejor de la historia, y los segundos dicen que utilizarán el torneo más antiguo del mundo como un banco de ensayos.

Ojalá que se cumplan los deseos dirigenciales, pero actualmente la Selección Nacional, en este proceso, tiene más dudas que certezas.

Sinceramente espero que mi percepción sea equivocada y que la razón le asista al seleccionador nacional, ya que cuando gana la selección, ganamos todos.