Clubes con mucha historia dentro del torneo están transitando días nefastos por diversas situaciones que los han depositado en un pantano que cada día los hunde más. El cuestionamiento natural llegará en pasillos desolados donde la angustia y desazón serán los protagonistas de irrumpir quizás en almas inocentes que tuvieron el valor de aguantar hasta el último suspiro las irresponsabilidades de otros, que se esconden y cubren con el tiempo por falta de memoria.

Las fechas se consumen y con ellas las ilusiones de uno de los equipos más queridos: Deportivo Quito, que entró en terapia intensiva hace tiempo y que, más allá de apelar a la hombría de sus jugadores y al amor propio de algunos dirigentes, no logra hilvanar triunfos que al menos camuflen el desolador parte médico de una institución que está por tocar fondo.

El último fin de semana el plantel saltó a Chillogallo con la premisa de encaminar el rumbo y estuvo a pocos minutos de lograrlo, pero nuevamente se vio con las manos vacías ante un rival que luchó, pero no fue más, impregnando tácitamente en los jugadores una sensación de impotencia difícil de sobrellevar. Lo que padece el equipo ‘chulla’ es simplemente el resultado de irresponsabilidades que no fueron detenidas a tiempo y muchos menos analizadas en profundidad dando un ejemplo claro a todo el cosmos del balompié nacional de cómo no se debe manejar proyectos que tienen en definitiva ambiciones con pies de barro.

Es de vital importancia que si el destino tiene escrito que uno de los eternos animadores ya no esté el próximo año, los responsables comprendan que la única manera de sanear este momento es con convicciones firmes, llenas de valentía, apelando a la paciencia de su público, que debe apoyar más que nunca, no solo con su presencia, sino también con entereza. Este gran ejemplo que estamos divisando debe servirnos para entender que de la historia no se vive y muchos menos con ella se ganan partidos.

Otros equipos también conviven con realidades similares, pero tuvieron la fortuna de encontrar resultados y maquillar de esta manera problemas profundos y miran de reojo una situación triste que le tocó por reglamento a 2 instituciones, pero si fuera por análisis general con seguridad involucraría a la gran mayoría. El fútbol ecuatoriano necesita mecanismos adecuados de manera urgente para no convivir con penurias constantes que solo nos lleva a ver un torneo aguerrido, muy peleado, pero inmerso en histeria y desesperación por las vicisitudes que a todos indirectamente les toca padecer. Este conjunto tan golpeado tampoco da respuestas y es un punto que no puede ser opacado por los vacíos institucionales, porque en definitiva los pilares fundamentales que le dan vida a un proyecto también se irradian desde el campo de juego.

La aparición de Rojas generó esperanzas a cuentagotas en tramos del torneo y también la presencia de Saritama con la cinta de capitán, pero en el resumen general avizoramos que no es suficiente, encima cuando el rigor de la ley arribó de manera sorpresiva en el momento menos indicado. Los cambios de DT que sufrió este año solo confundieron los objetivos demostrando, una vez más, que este deporte recompensa a los que encuentran la paciencia necesaria y colaboran sin sentimientos explosivos, como sucede en los responsables absolutos que en este caso son los dirigentes.

La realidad para el Deportivo Quito está cuesta arriba y las soluciones aparentemente desaparecieron, pero mientras las matemáticas digan que aún está vivo, nadie debe subestimar la magia del fútbol, aunque parezca imposible. (O)