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El Telégrafo
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Entrevista / pietro marsetti / exfutbolista de Liga de Quito, Deportivo Quito, El Nacional y Universidad Católica

“El fútbol me aburrió y me retiré” (Galería)

Foto: Fernando Sandoval/El Telégrafo
Foto: Fernando Sandoval/El Telégrafo
29 de marzo de 2015 - 00:00 - Andrés Granizo Morejón

En Pietro Marsetti cabía perfectamente el adagio “Donde se pone el ojo, se pone la bala”. La precisión con la que cobraba los tiros libres -con las camisetas de Liga de Quito, Deportivo Quito, El Nacional y Universidad Católica- permitía saber con anticipación dónde lo iba a colocar. Era letal.    

Su técnica la aprendió junto a Carlos Berrueta, Janio Pinto y Juan Carlos De Lima, otros maestros con el balón detenido. Con ellos asimiló los fundamentos y después, con mucha práctica, se convirtió en un especialista.     

En la actualidad labora junto a su padre, Armando, en Satex, una fábrica donde se elaboran cobijas y sobrecamas. Tras su retiro prefirió desligarse por completo del fútbol, dice que llegó un momento que ya no lo entretenía.     

¿Por qué continuar vinculado al fútbol no fue una opción?

Porque el mercado para ser técnico es muy pobre. De mis contemporáneos, el único estratega ecuatoriano que se mantiene vigente es Carlos Sevilla, no hay ninguno más. Carlos Torres Garcés, Polo Carrera, Alfredo Encalada y Homero Mistral han buscado otras alternativas porque no existen muchas expectativas para seguir como técnico nacional. Además, el dirigente no trata igual al ecuatoriano y al extranjero.
Pero eso no quiere decir aún no haya cierta afinidad con el fútbol. Me gusta ver fútbol y siempre me piden opiniones.   

¿Qué ha generado ese ‘divorcio’ entre los técnicos nacionales y los dirigentes de clubes?

El trato tiene mucho que ver. Al técnico nacional lo maltratan y lo manipulan más. Hoy le pagan y mañana no, le dicen hoy te quedas, pero mañana le piden que se vaya. Cuando se trata de un técnico extranjero lo piensan 2 veces. Las exigencias del torneo han hecho que los clubes busquen extranjeros tratando de aumentar el nivel local, que sí se ha logrado. Hay gente muy capaz en el medio, pero lastimosamente el profesional ecuatoriano ha perdido ese pedestal donde se lo tenía.

¿Tampoco le llamó la atención la formación de futbolistas?

Eso sí es interesante. Tuve una propuesta de Patricio Hurtado, que está encargado en las formativas de Liga, pero eso es como empezar de cero. Yo estoy aquí (en la empresa) en una buena situación y, además, estoy con mi padre. El hecho de ir a entrenar con chicos me agrada, pero a nivel económico no me representa nada. Debo ver también mis necesidades.

¿Planificó su retiro?

Se fue dando de a poco. Soy un agradecido del fútbol, pero creo que me cansé de él. Por eso me retiré. En los últimos años me puse un negocio de cabinas telefónicas y eso ayudó. Dije: ‘Hasta aquí llego, ya no me entretengo más’; y el negocio me permitió retirarme.

¿Qué le molestó del fútbol?

Me aburrí de jugar. No me entretenía ya. Y parece que eso fue bueno, porque hay mucha gente que sufre y sigue vinculada, que hubiera querido jugar mucho más tiempo. Iba a los entrenamientos y ya no sentía esa satisfacción de jugar, de entrenar, de estar en las concentraciones.

Además de cansarse de jugar, ¿qué más lo desencantó?

Cuando fui a Universidad Católica, en 2002, íbamos a entrenar en La Carolina. Yo inicié mi carrera en ese club y en esa época uno podía cambiarse sin problemas porque no había mucha gente. Pero en 2002 había muchos hinchas y nos cambiábamos frente a todo el mundo, no había camerino. Yo  decía: “20 años y sigo haciendo lo mismo”. Los viajes eran en bus y esa fue una de las cosas que me hicieron decir que ya no más.  
¿No le costó acoplarse a su nueva vida los primeros días o meses?

Para nada. Si me preguntan si extraño el fútbol, digo que no. Si vuelvo a nacer, vuelvo a jugar, pero si me dicen en este momento que me pagan lo que sea por practicar, me niego. No me entretengo. Me gusta  jugar con mis excompañeros porque son gente de fútbol, pero no con ese fin de competir.

¿Qué entrenador considera que le dejó más enseñanzas?

Creo que todos tienen cosas buenas y malas. Difícil elegir a uno de ellos sobre los otros. Había muchos que conocían sobre la parte teórica y táctica. Otros que sabían tratar muy bien a los jugadores. Todos ellos, desde Francisco Bertocchi a Carlos Gutiérrez, que fue mi formador. Leonel Montoya, Polo Carrera, Ernesto Guerra, Dussan Draskovic...    

En 1996 usted protagonizó uno de los ‘camisetazos’ más recordados del fútbol ecuatoriano. Dejó Liga de Quito para fichar por el Deportivo Quito. ¿Cómo fue ese cambio? En la actualidad sería  difícil para cualquier jugador.  

Ese año fue un poco complicado, pero de alguna manera yo tenía cierta desvinculación con Liga. En 1995 regreso a Liga luego de un año en El Nacional. En 1996 me dieron las gracias, fui a Deportivo Quito y el primer año costó. Llegábamos varios jugadores nuevos al club y nos acoplamos bien, pero sí hubo problemas con la hinchada. A mí me insultaban, me preguntaban qué hacía en el equipo, si todos sabían que era hincha de Liga. Aunque esos reclamos no pasaron a mayores, admito que fueron momentos difíciles. Pero poco a poco se dieron cuenta de las características que tenía y me fueron aceptando.       

¿Entonces es hincha de Liga?

‘Albo’ de corazón.       

¿Prefiere el fútbol que se ve ahora o el que se jugaba en su tiempo?

Son características diferentes. A veces me pregunto, ¿qué tal si yo  estuviera en el presente, me habría acoplado al sistema, al juego y a la velocidad? En nuestro tiempo no éramos dinámicos ni tan rápidos. Hoy el fútbol es mucho más veloz. Hay gente muy explosiva. Me costaría jugar a ese ritmo.   

¿Cuánto fútbol ve a la semana?

Todo el que puedo. Siempre el fin de semana, entre semana me gustaría poder ver lo que hay también. Solo en pocos trabajos hay esa oportunidad. Sábados y domingos aprovecho, trato de grabar el partido que me interesa.

Eso por televisión, ¿pero en vivo y en directo?

Muy poco. No me agrada, porque demanda mucho tiempo. No presentan el fútbol que uno quisiera disfrutar, como el partido reciente de Liga y Quito que dejó mucho que desear para tanta gente que fue. Los futbolistas son esquivos en brindar espectáculo. Ahora hay la oportunidad de contratar por televisión, estás en tu hogar, tu entorno y compartes con más gente. No extraño eso, no me pica el deseo de ir al estadio, solo si me lo piden mis hijos.  

¿Cómo califica su paso por la selección?

Fue importante mi aporte. Siempre digo que en la selección de años anteriores hubo, por nombres, mucho mejores jugadores de los que hay en la actualidad. No solo eso era lo que necesitaba la selección, sino un trabajo psicológico, de equipo, de grupo. En nuestro tiempo el regionalismo era muy marcado y tal vez por eso no se llegó a muchas cosas. Participé en 2 eliminatorias, que a mi manera de ver era más complicado, por la calidad de jugadores y la visión técnica que tenían. Jugué contra grandes jugadores de Sudamérica, pero nos faltó un poco entender lo que es defender los colores de tu país. Los problemas internos que tuvimos nos complicaron en nuestro afán por llegar a un mundial. Hubo peleas con dirigentes y eso desgasta porque no teníamos representantes. Ahora el torneo es más competitivo.   

¿Qué destaca del trabajo de Dussan Draskovic?  

Yo comencé con el profesor Macías, en la juvenil, luego con Ernesto Guerra y con Draskovic al final. Con Dussan existió ese cambio, porque ayudó a que el fútbol sea más profesional, a sentir lo que se siente representar al país. Él decía que nosotros nos peleábamos por la parte económica y comparaba con los jugadores de su país que tenían ganas de pagar para jugar en la selección. Cambió la mentalidad y la manera de entrenar.

¿Recuerda alguna charla técnica en particular de él o de otro DT?

Todos tenían su estilo. Recuerdo mucho al profesor Grimaldi, que daba unas charlas muy interesantes; primero en grupo y luego individualmente sobre tus condiciones y características o cosas de un partido específico. Era quisquilloso.

¿Cómo se vivía el regionalismo en la selección?

Había muchas diferencias, partiendo de lo económico. Jugar en la Costa no era lo mismo que hacerlo en la Sierra, la Ecuafútbol estaba en Guayaquil y en ese tiempo AFNA tenía mucho peso en las decisiones que se tomaban. Había intereses personales. En mi caso nunca tuve ningún inconveniente, porque siempre me llevé bien con todos.    

¿Qué le faltó por cumplir en su carrera?

Nada. Hice lo que me gustaba realizar y lo hice de muy buena forma. Tal vez perdí un par de años en pensar en qué es lo que tenía que hacer y lo que verdaderamente significaba ser un jugador de fútbol, pero no cambio nada. Como deportista cumplí todo. Si no conseguí más resultados fueron cosas del destino.

¿Hay algún encuentro en particular que recuerde porque le salió todo en la cancha?

Es un partido que recuerdan todos los que son hinchas de Liga, Emelec y Barcelona. Fue en la Copa Libertadores con Liga en 1991 contra los ‘canarios’ en el Monumental. Teníamos un equipo con una buena base y supuestamente Barcelona formó un gran plantel e iba a llegar muy lejos. Decían que nos iban a golear, pero nosotros tuvimos la suerte de jugar a gran nivel, también ayudó que (el arquero) Gallardo atajó un penal a Carlos Muñoz (+) y yo anoté un gol de tiro libre cuando faltaban 15 minutos, que al final fue el del triunfo; fue un golazo.  

¿Un partido que quiera olvidar?

Algunos. En Liga hubo días en los que primero no salía nada y después andaba cuadrado con la pelota. Tenía ganas de hacer un hueco y enterrarme ahí mismo hasta que salgan todos del estadio.

¿Con cuál gol se queda?

Con todos, sobre todo los de tiro libre. Esos eran especiales y espectaculares.

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