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Este año se creó una dirección de arte, cultura y patrimonio

U. de Guayaquil regulariza agrupaciones culturales

En la Casona Universitaria funciona el Instituto de Música de la Universidad de Guayaquil.
En la Casona Universitaria funciona el Instituto de Música de la Universidad de Guayaquil.
Foto: José Morán / EL TELÉGRAFO
07 de agosto de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

En octubre de 2013, luego de que el Consejo de Educación Superior (CES) instalara una comisión para intervenir a la Universidad de Guayaquil, los grupos culturales de la institución notaron que su situación legal y jurídica estaba en el limbo.

El Coro de la Universidad de Guayaquil, el coro de jóvenes, el de niños, el de mujeres, una Orquesta, el Instituto de Música y Teatro Arawa tienen 30 años en funciones, financiados por la Universidad, operando en sus instalaciones y gestionando actividades para los estudiantes y el público en general.

“En ningún lado hay un documento que diga que ustedes son parte de la Universidad de Guayaquil”, le dijo una de las autoridades de la intervención a Juan Coba, director y fundador de Teatro Arawa cuando reclamaron su presupuesto, en 2014.

Lo mismo pasó con las instituciones musicales. “¿Y yo para qué quiero un coro?”, le preguntó uno de los abogados de la intervención a Fernando Gil, quien dirige el coro universitario y el Instituto de Música, como sucesor de su fundador, su padre Enrique Gil Calderón.

Los tres años que duró la intervención, los grupos culturales presentaron varios proyectos para su consolidación. Administrativamente se adscribieron al departamento de Vinculación a la comunidad, a vicerrectorado y finalmente, este año, cuando Gil llegó a la oficina de Vinculación para revisar el presupuesto anual le notificaron que ahora pertenecían a la recién creada Dirección de Arte, Cultura y Patrimonio.

La universidad debía nombrar un director encargado y las agrupaciones culturales procuraron que sea alguien vinculado a su proceso.

El mes pasado, luego de que se presentara una terna con los nombres de los posibles directores de la entidad, a través de la cual se pretende generar un proceso que garantice la sostenibilidad de estas agrupaciones, se escogió a Francisco Aguilera, actual director del Coro de Niños, como representante.

Para Aguilera, las instituciones culturales subsisten, en parte, por el apoyo que les ha dado la universidad durante todos estos años. Cree que los vaivenes administrativos que tuvieron durante la intervención fueron necesarios para arreglar su situación. “Es importante tener todo documentado, cómo tienen que ser los procesos administrativos. El país se manejaba así, a lo folclórico, nadie daba rendición de cuentas, las facultades eran caciques. Hay que legalizarse y hacer las cosas de forma ordenada. Finalmente, estas agrupaciones son un gasto que va en beneficio de la universidad, que siempre nos ha dado el presupuesto”, dice Aguilera.

Agregó que su trabajo en las siguientes semanas consistirá en hacer una planificación, un organigrama. “Todo se va a agrupar bajo este departamento, la Casona Universitaria va a ser el centro cultural de la Universidad”.

Teatro Arawa

Juan Coba, fundador de Teatro Arawa, ingresó a la Universidad de Guayaquil, en los 80, con una partida de conserje, pero sus funciones, por acuerdo con las autoridades, eran las de coordinador de Cultura y Política de la Facultad de Psicología. Desde entonces armó varios grupos de teatro con los estudiantes, a pesar de no tener un sitio fijo. Empezó a trabajar en un pequeño cuarto de Psicología, estuvo en el auditorio de la Facultad de Medicina y luego, en un cuartito desocupado de la Federación de Estudiantes Universitarios de Ecuador (FEUE).

Después de que le pidieran retirarse de todos esos lugares, exigió que le asignaran un espacio. León Roldós, durante su rectorado, se encargó de que le cedieran un espacio inutilizado, en el edificio de posgrado de la Universidad de Guayaquil, en la Casona Universitaria. Allí organizan talleres y funcionan las oficinas de la agrupación.

“Mi vida en la Universidad de Guayaquil siempre fue de una lucha permanente”, dice Coba, quien mantiene entre sus expectativas que esta nueva consolidación organizacional para los grupos culturales permita rehabilitar el espacio teatral que crearon en la Casona Universitaria, que se mantiene inhabilitado luego de que, en 2010, la Ley de Educación Superior estableciera la gratuidad por distintos servicios universitarios.

“La idea es hacer permanentes presentaciones para los estudiantes y también para el público en general, que nos permitan dar talleres, alquilar la sala, que se generen ingresos con un porcentaje para la universidad y otro para el teatro”. (I)

DATOS

Durante los últimos años, las agrupaciones culturales requieren de un presupuesto de $ 350.000 entre el Coro de la Universidad, el de niños, el juvenil, la Orquesta y Arawa.

El Coro de la Universidad de Guayaquil está integrado por 50 personas, el juvenil, el de niños y el femenino tiene alrededor de 20. La orquesta tiene 24 músicos y el Instituto educa a 150 niños y adolescentes.

Teatro Arawa está conformado por Juan Coba, Aníbal Páez, Marcelo Leyton y Juan Antonio Coba. Además, trabajan con talleres para universitarios que generan otras propuestas paralelas.

Cuando inició la intervención a la Universidad de Guayaquil, estas agrupaciones gestionaron su declaración como patrimonio cultural de la institución. Su pedido es figurar en los estatutos. (I)

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