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El Telégrafo
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El emperador griego derrotó al rey persa darío III cerca del lugar

Ruinas revelan presencia de Alejandro Magno en el Kurdistán

Las ruinas de Ranya, en la frontera entre Irán e Irak, lucen abandonadas luego de que los especialistas se retiraron al suspenderse los vuelos internacionales.
Las ruinas de Ranya, en la frontera entre Irán e Irak, lucen abandonadas luego de que los especialistas se retiraron al suspenderse los vuelos internacionales.
Foto: AFP
07 de octubre de 2017 - 00:00 - AFP

El hombre zigzaguea entre los secos matorrales, luego se detiene al borde de un agujero. Dos metros más abajo, muros de piedra caliza delimitan lo que pudo ser un templo dos veces milenario.

En este yacimiento se han encontrado estatuas que podrían confirmar, nada menos que la presencia en el lugar del gran conquistador Alejandro Magno y su ejército.

“En la primavera (boreal), se encontraron dos esculturas. Un hombre y una mujer. Una se parece a Afrodita, diosa de la belleza (y el amor). La otra podría ser Alejandro Magno”, explica Ismael Nuraddini, de 62 años, señalando el suelo y haciendo un gesto con la mano.

El descubrimiento es extraordinario, pero en el sitio, donde hace una semana aún resonaba el ruido de picos y palas, hoy impera el silencio de las piedras.

Como consecuencia del referéndum de independencia realizado en el Kurdistán, el 25 de septiembre, el Gobierno central de Bagdad suspendió los vuelos internacionales hacia y desde esta región autónoma.

Por temor a quedarse bloqueados, muchos arqueólogos extranjeros abandonaron súbitamente el país.

“Ha sido la primera vez que los investigadores extranjeros han tenido que irse. ¡Inclusive, cuando se aproximaba Dáesh (acrónimo árabe del grupo yihadista Estado Islámico), ellos se quedaron!”, exclama Rzgar Qader Boskiny, estudiante de Arqueología de 21 años, y miembro de un equipo que realiza excavaciones en un sitio cercano.

Este imprevisto político llegó en el momento en que los equipos apenas comenzaban a echar luz sobre los secretos de esta región montañosa, fronteriza con Irán.

Esperando su regreso, Nuraddini, con espeso bigote canoso y vistiendo una camisa azul oscuro, es el encargado de vigilar los sitios de su ciudad natal, Ranya, en la región kurda iraquí, donde una quincena de arqueólogos trabajaban activamente hasta hace muy pocos días.

Autodidacta fue quien descubrió en 2013 el sitio de Qalatga Darband, una antigua ciudad sobre una superficie de 60 hectáreas, que podría haber sido fundada hace 2.300 años por el gran conquistador.

Tres siglos antes de la era cristiana lo que es hoy la ciudad iraquí de Zakho, en la frontera con Turquía, habría sido el campo de una de las batallas más importantes de la antigüedad, entre el ejército del rey Alejandro, de Macedonia, y el de Darío III (rey persa), que fue derrotado.

“Se trata de una ciudad estratégica, quizás incluso una capital provincial, que controlaba las rutas que unían mundos diferentes: Mesopotamia, Persia y la Grecia antigua”, explica Jessica Giraud, directora de la misión arqueológica francesa en la región.

Imágenes de la CIA

Los trabajos de prospección fueron en gran parte facilitados por imágenes tomadas por satélites espías de la CIA, que, en plena Guerra Fría, escrutaban esta zona tampón.

Una imagen de Qalatga Darband tomada en febrero de 1967 por la CIA, y obtenida por la agencia AFP, muestra las trazas de muros de recintos, viejas carreteras, así como los que fueron interpretados como un fuerte y un templo.

“Ahora se utilizan estas imágenes para todas nuestras misiones. Gracias a ellas, la velocidad de nuestro trabajo de prospección se quintuplicó, y se sextuplicó el descubrimiento de sitios arqueológicos”, se entusiasma Giraud.

La misión de cartografía realizada entre Francia e Irak ha podido así enumerar 354 sitios arqueológicos, solamente en la región que incluye a Ranya, Peshdar y Bingird.

Una densidad de poblaciones que se explica por al menos cuatro razones, según Barzan Baiz Ismael, director del servicio de Antigüedades.

“Para empezar, hay numerosas cuevas que los primeros hombres pudieron utilizar como refugios. Otro factor es la fertilidad de la tierra, así como la presencia de agua, fuente de la vida. Y, sobre todo, era la frontera entre Oriente y Occidente”, analiza.

La misión del British Museum, comenzada en el otoño de 2016, finalizaría en 2020 y, quizás, pueda aportar respuestas sobre la historia de este lugar de cruce de civilizaciones.

Pero, por el momento, en el sitio de Qalatga Darband, Ismael Nuraddini y Rzgar Qader Boskiny están solos junto a palas abandonadas, además de un pescador que bebe té a la sombra de su camioneta pick-up.

“Si esta suspensión (de los vuelos internacionales) dura, temo que afecte negativamente a nuestro trabajo”, se inquieta Rzgar. “Cuando los equipos regresen, la era de oro de la arqueología podrá recomenzar”, añade con una sonrisa. (I)

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