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Esta es la primera novela de la guayaquileña mónica ojeda, recientemente publicada en la habana

La desfiguración Silva empodera la palabra

La obra premiada tuvo como jurado a Abdón Ubidia (Ecuador), Atilio Caballero (Cuba) y Diego S. Lombardi (Argentina).
La obra premiada tuvo como jurado a Abdón Ubidia (Ecuador), Atilio Caballero (Cuba) y Diego S. Lombardi (Argentina).
19 de marzo de 2015 - 00:00 - David Becerra Mayor

Decía Ricardo Piglia que un crítico literario es como un detective que busca un enigma, aunque no haya enigma. Este carácter detectivesco perfila a los personajes de La desfiguración Silva, la primera novela de la escritora guayaquileña Mónica Ojeda, que ha sido recientemente publicada en la capital de Cuba, tras obtener, en su quinta edición, el Premio Alba Narrativa que convoca el Fondo Cultural del ALBA y el Centro Cultural Dulce María Loynaz de La Habana.

La desfiguración Silva la protagonizan personajes detectivescos más próximos a la definición de Piglia que al prototipo que nos brinda el género policial. No hay asesino sobre el que investigar ni móvil del crimen que resolver, solo un misterioso texto que alguien encuentra casi de casualidad. Y surgen las primeras preguntas: ¿Quién es el autor de ese texto? ¿Por qué, hasta ahora, no sabíamos nada de él? Se trata de un guion cinematográfico posiblemente escrito por Gianella Silva, una cineasta ecuatoriana adscrita al Movimiento Tzántzico, un movimiento cultural contestatario que se enfrentó al tradicionalismo burgués en la década del 60 en Ecuador. Todo indica que Silva fue integrante del movimiento. Unos estudiantes del ITAE tienen en su poder ejemplares de la revista Pucuna, donde se corrobora la participación activa de Gianella Silva en el Movimiento Tzántzico.

Entonces, ¿cuál es el enigma? La falta de conocimiento del texto y de su autora. ¿Por qué no se conocía este guion, ni nada se sabía de la autora? Además, Silva nunca escribió largos, estaba en contra de la fórmula y, coherente con sus ideas, solo trabajó en el ámbito del cortometraje. Entonces, ¿puede ser ella la verdadera autora del guion encontrado? La trama del guion, situada en el año 2200, en un museo donde se exponen cuerpos de mujeres asesinadas, que normaliza, a través del arte, el femicidio, en un universo distópico que en realidad nada tiene de distópico, es muy coherente con lo que sabemos -o con lo que creemos que sabemos- de Gianella Silva. Pero, ¿es ella la verdadera autora? He aquí el enigma.  

Aunque quizá no haya enigma, como decía Piglia. Y se lo inventan. Y acaso La desfiguración Silva, de Mónica Ojeda, no trate de otra cosa que de la invención del enigma, acaso la novela no trate sino de la búsqueda de una tradición artística que, al no ser encontrada, se hace preciso inventar. Porque los protagonistas de La desfiguración Silva, estudiantes y profesores de cine en el ITAE, carecen de una tradición artística y cultural propia. Se comprueba al leer sus diálogos, siempre llenos de referencias extranjeras. Hablan de Lynch, de Hitchcock, de Godard, de Fellini, de Farocki. Todas las referencias provienen de fuera. Al no disponer de códigos propios, no pueden sino explicar su mundo a través de esquemas artísticos foráneos, ajenos a su realidad. Acaso porque, como dice uno de los personajes, «los crímenes habituales en Guayaquil les parecían vulgares, carentes del interés literario y cinematográfico». Lo literario, tal y como se ha construido la noción de lo literario, parece no servir para explicar la realidad ecuatoriana. Su mirada se encuentra colonizada, y no puede ser de otro modo porque carecen de una tradición a la que mirar, con la que mantener un diálogo artístico. Parece que, para los protagonistas de La desfiguración Silva, el único modo de descolonizar su mirada pase por inventarse una tradición. Porque saben que «la historia no existe, sólo los historiadores». Y se ponen a rescribir –a falsificar– su historia, la historia artística de un país colonizado política y culturalmente. Aunque, ¿es sólo por esta razón o estamos ante una historia de desamor y venganza por despecho? Lo descubrirá el lector a medida que se adentre en la lectura.

La desfiguración Silva de Mónica Ojeda es una novela que reflexiona sobre el poder de las palabras para rescribir la Historia, sobre la capacidad que tienen los relatos –los falsos relatos– para imponerse sobre los acontecimientos reales, sobre la verdadera Historia. Aunque parece, se extrae de la novela, que a veces se hace necesario inventarse un pasado. La novela de Ojeda parece una llamada de auxilio, una solicitud o una advertencia, para que los artistas e investigadores artísticos del Ecuador del futuro –y acaso también del presente– no tengan que volver a inventar un pasado, una tradición. No tengan que buscar un enigma, aunque no haya enigma, sino que puedan simplemente encontrarlo y dialogar con él.

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