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El Telégrafo
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Crónica cimarrona del afro-look

Crónica cimarrona del afro-look
02 de octubre de 2014 - 00:00 - Juan Montaño Escobar

El extremismo en defensa de la libertad

                Había sido un día tibio, bastante para ser el final del otoño en tierras británicas. La demora de las luces vespertinas en desaparecer detallaba un escenario de claridad renovadora dentro del cual cabía, con toda su historia, el edificio clásico de la Universidad de Oxford. Malcolm X fue recibido en el portón de ingreso por algunos directivos de la Oxford Union Society, una de esas sociedades que se mueven entre conservadurismo en modos y formas, liberalismo en las valoraciones intelectuales y curiosidad intelectual para entender dinámicas sociales y políticas mundiales. Como sea, es una organización convertida en emblema institucional de prestigio de toda Gran Bretaña. Cuando Malcolm X salió del hall de debates debió parecerse al anunciador de la última verdad de Oloddumare, el eco mantenía intacta la sonoridad de los aplausos a sus saberes dichos, mientras que en la British Broadcasting Corporation (BBC), que había transmitido el debate por radio y televisión, su personal era desbordado por llamadas telefónicas. Fue a la salida que se encontró con Tariq Ali, intelectual progresista, actual colaborador habitual de The Guardian, New Left Review y London Review of Books. Después de unas pocas frases de inicio de conversación y para bajar el entusiasmo colectivo por sus palabras ante el auditorio, un sereno Malcolm X fue premonitorio: “El año que viene, por estas fechas, estaré muerto”. Era el 3 de diciembre de 1964, noche urbana con frío y la luna crecientes. El hipnótico reflejo de la piedra negra brillante de su anillo, en la cual sobresalía la media luna y una estrella, distrajo a Tariq y no insistió en el tema de su próximo asesinato.

                El debate fue titulado: Extremism in the defense of liberty is no vice; moderation in the pursuit of justice is no virtue (El extremismo en defensa de la libertad es una virtud y la moderación en pos de la justicia es un vicio), nadie debió quedarse impasible ante tal etiqueta. La editorial Pathfinder Press, 1993, que tiene los derechos del libro ‘Habla Malcolm X’, al fragmento publicado, lo rotuló así: “Una época de revolución”. Las resonancias políticas de sus propuestas promovían abiertamente aquello con los argumentos de los guetos del mundo. Es la esencia de Franz Fanon, como fuera saboreada y contada por Jean Paul Sartre en el prólogo de ese manual detallado de ingeniería social (y mental) titulado Los condenados de la Tierra: “No toma en cuenta la memoria humana, los recuerdos imborrables; y, sobre todo, hay algo que quizá no ha sabido jamás: no nos convertimos en lo que somos sino mediante la negación íntima y radical de lo que han hecho de nosotros”[1]. O la frase acomodada a la aventura cotidiana en los barrios planetarios: “una persona es aquello que hace con lo que hicieron con ella”[2].

                La controversia de aquella noche de diciembre, en la Universidad de Oxford, debió volver los oídos de los grupos oprimidos, donde quiera que estuvieran, a las palabras del revolucionario. Eran los años ’60 y se abusaba de la palabra ‘revolución’, más o menos, como ahora. Y Malcolm X se burlaba del “revolucionarismo” de algunos líderes negros de su país, aprovechó micrófono y oportunidad para hablarle a quienes se enfrentaban a la opresión colonialista en cualquier continente. “Leí una vez, de pasada, acerca de un hombre llamado Shakespeare [...] Lo puso, creo, en boca de Hamlet, quién dijo: “Ser o no ser” –sentía dudas sobre algo- (Risas) “Si es más noble en la mente del hombre sufrir las pedradas y las flechas de 


[1]Los condenados de la Tierra, Frantz Fanon, prefacio de Jean Paul Sartre, Kolectivo Editorial “Último Recurso”, Rosario, Argentina, segunda edición, 2007, en pdf, págs. 11-12. Fuente : http://www.elortiba.org/

[2] Escuchado a José Pablo Feinmann, en Filosofía aquí y ahora, está en: http://www.youtube.com/watch?v=KowPqc9QHZk

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una fortuna horriblemente adversa” –la moderación- “o esgrimir las armas contra un mar de dificultades y, al enfrentarlas, darles fin”[1]. Es el drama del revolucionario cuando cada vivencia importa, las dudas aprontan y la desesperación por el triunfo definitivo se vuelve nudo emocional. “Morir es dormir… y tal vez soñar”[2].

                Malcolm X sabía que la muerte era una sombra pesada que podía aplastarlo un día de esos, por eso su mensaje no era solo para este auditorio, en pleno gozo intelectual, sino para los cimarrones de los barriales o que están refundidos en monte adentro. “Si esgrimes las armas, pones fin a las dificultades. Pero si te sientas a esperar hasta los que están en el poder decidan darles fin, vas a esperar mucho tiempo”. Así habló.

Leninismo cool

                No parece una justificación aquella reflexión de Bobby Seale en el documental de Lee Lew-Lee (se puede mirar en youtube), más bien sonó como una respuesta condicionada por la historia de más 400 años del Pueblo Negro de los Estados Unidos de América. Fíjense en ese “condicionamiento histórico” de naciones y pueblos. El liderazgo de la organización política hizo la reflexión mirando hacia atrás de la fila y encontrarse con la verdad épica y única que eran los últimos guerreros de la comunidad negra, nadie más quedaba, solo ellos y su destino. Aquella fue su creencia. A la suma de adversidades se le responde con ingenio político, aunque parezca la muralla china con artificios criminales, el poder radica en activar la conciencia de la comunidad. El quilombo en formación elige el desafío más complicado: derrotar al sistema capitalista estadounidense. Así se eliminaría el racismo para siempre.

                Las fantasías parecen estorbar, porque el impacto de la violencia alcanza a la gente afroamericana al momento de pisar la calle. Sí, la calle es duramente real. Ahí sabes que las estructuras de poder no son un chiste, la eficiencia de los organismos de represión destruye los liderazgos negros, los medios de información mutan a medios de propaganda y el “nosotros, el pueblo de los Estados Unidos… etc.”, nunca ha sido para estos barrios vergonzosamente tercermundistas. Bobby Seale, cofundador de la organización de autodefensa, explicó el porqué de la decisión: “Si no hubieran asesinado a Malcolm X, probablemente el Partido Pantera Negra no se hubiera desarrollado”. Él lo cuenta en el documental titulado: All power to the people! The Black Panther Party & Beyond [3].

                Ante las caras asombradas de la población estadounidense se volverían a escuchar aquellas palabras dichas en la Universidad de Oxford: “…ustedes están viviendo en una época de extremismo, una época de revolución, una época en la que deben haber cambios”[4]. Estos revolucionarios aplicaban un leninismo cool: todo tiene marketing y nada se hace o se deja de hacer con el propósito de emocionar a la colectividad. Mente y corazón son los territorios imprescindibles de las revoluciones (de las contras, también). Estupor y simpatía, a partes iguales, en los barrios negros. Hoy se diría que fue ‘reproducción viral’ por las ciudades estadounidenses, debió ser por la cultural combative fashion: el cabello peinado en afro look, chaquetas, camisetas y gafas negras. O por los puños alzados con guantes negros y banderas con la pantera imaginando el ataque. Y también por el discurso directo y confrontativo, sin salir del ámbito de las leyes. No era una guerrilla urbana, se decía ‘partido’, pero rompió el molde tradicional de serlo, fue una organización de extraordinaria flexibilidad hasta parecer movimiento social de jazzmen y jazzwomen exhibiéndose como guerrilla urbana, activismo comunitario de apoyo social en decenas de ciudades (desayunos gratis a miles de personas, talleres educativos, atención médica y oficinas jurídicas) y editar un periódico que alcanzó más


[1]La cita dice: “¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta,

u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir”, Hamlet, W. Shakespeare, acto III, escena IV.

[2] ÓP. Cit., pág. 74, en pdf. ftp.ruv.itesm.mx/pub/portal/pasionlectura/hamlet.pdf

[3]¡Todo el poder para el pueblo! El Partido de la Pantera Negra y algo más.

[4]Habla Malcolm X, editorial Pathfinder Pres, primera edición, 1993, pág. 116.

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de cien mil ejemplares semanales. Para 1968, el Partido Pantera Negra tenía filiales en más de 40 ciudades y oficinas seccionales en Nueva York, Los Ángeles, Filadelfia, entre otras grandes ciudades. Fue el jolgorio decisorio de ser ciudadanos y no esclavizados. Si no eres lo uno es porque eres lo otro, en los términos de Malcolm X.

La conciencia del logo

                Todo fue creatividad destellante y uso intensivo de la acumulación de metáforas comunicacionales contenidas en la cultura afroamericana. El análisis de la realidad social, política y cultural tenían respuestas en la oralidad de Malcolm X y la imagen que encontraron fue la de una pantera negra acosada por enemigos de poder inverosímil. Aunque los iniciadores del Partido tenían reparos con el mensaje de no violencia de Martin Luther King, no lo enfrentaron ni siquiera criticaron en público su mensaje. El logo se lo prestaron a la Freedom Organization, del condado de Lowndes, estado de Mississipi, que adelantaba una campaña de registro de votantes. El envés de un dólar de plata resolvió el dilema de quién sería el número uno de la organización: Huey P. Newton. Tenía 24 años, magnetismo personal suficiente para atraer jóvenes descontentos y desconcertados, carisma para explicar unas ideas que pocos comprendían por la confusión de ideas, audacia intelectual para no caer en el juego mediático y valentía para irrumpir armado (con el grupo inicial) en la Asamblea Estadual de California, en Sacramento. La fecha: 2 de mayo de 1967, el gobernador era Ronald Reagan. Malcolm X desbarató toda la narrativa del establecimiento de líderes buenos (centristas) y malos (extremistas): “La gente que está en el poder ha abusado de él, y ahora tiene que haber un cambio y hay que construir un mundo mejor, y la única manera de construirlo es con métodos extremos”[1].

                No se sabe si es ley inexorable de sobrevivencia, pero la gente oprimida en sus búsquedas imita a los animales, porque ellos tienen su “civilización” de aguante. Hasta ese 15 de octubre de 1966, la resistencia de los afroamericanos (de todas Las Américas) había sido una imitación de la pantera negra, el animal tiene un halo de misterio y destrezas distinguibles de los otros felinos y si tuviera una filosofía de vida se reduciría a una sola palabra: libertad. En las Américas escasean las panteras negras, pero sobreviven en sitios donde no las alcanza el humano depredador. Bobby Seal y Huey P. Newton asumieron aquel Malcolm X de intuitivo sentido de estrategia: “por todos los medios”. Antes había explicado lo que aquello significaba, fue el 28 de junio de 1964, en el salón de reuniones sociales Audubon, Harlem, Nueva York: “Creemos en la lucha por los derechos humanos y la dignidad humana, nuestras comunidades deben ser las fuentes de su propia fuerza en lo político, en lo económico, en lo intelectual y en lo cultural”[2]. Pocas palabras para un cimarronismo político del tipo just do it[3], aún vigente en este siglo XXI. Para siempre se perdió la cronología de la resistencia de los africanos esclavizados en las Américas en sencillos y decisivos actos cotidianos. Nunca más se recordarán hechos en apariencia insignificantes que formaron el espíritu de la resistencia afroamericana durante casi cinco siglos: naufragios en las costas americanas provocados por motines liberadores (como el de Portete, Ecuador, en 1553), huidas grupales a la manigua, negativas a comer hasta morirse de hambre, fingir sometimiento hasta consolidar alzamientos, demandas de derecho en los propios tribunales de las sociedades esclavizadoras, etc. Y claro, las grandes insurrecciones victoriosas como la de Haití de 1804, las de Zumbí de Palmares en Brasil (en 1695), Benkos Biojó (en 1599) en Colombia o Alonso de Illescas en Ecuador. El motín de un barco en el actual estado de Carolina del Sur (en 1526), se liberaron cerca de 100 africanos esclavizados o el Gobierno Negro del condado de Bullock, Alabama, con sus leyes, tribunales y alguacil. Serían antecedentes nacionales (e internacionales) del Partido Pantera Negra.


[1]Habla Malcolm X, pág. 116.

[2] Habla Malcolm X, pág. 99.

[3]Simplemente hazlo.

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Otro asalto al cielo

                El Partido Panteras Negra no fue una guerrilla urbana, a pesar de su nombre inicial y parecidos propósitos como grupo político casi insurreccional para la autodefensa, por ejemplo, el uso legal de armas, formaciones con disciplina miliciana y el encargo de la defensa con rango de ‘ministro’. Si con la oralidad combativa a cualquiera que no tenga el alma muerta se le calienta el corazón, con la literatura de Frantz Fanon se le afina la lucidez. El antecedente literario motivador de quienes se consideraban “las víctimas de Norteamérica, [y] una de las víctimas del norteamericanismo…”[1] fue Los condenados de la Tierra. Leyendo a Fanon y escuchando los ecos discursivos de Malcolm X se entiende la verdad que estaba en cualquier esquina urbana o rural de Estados Unidos de América: “El mundo colonizado es un mundo cortado en dos. La línea divisoria, la frontera está indicada por los cuarteles y las delegaciones de policía”[2]. Las calles y veredas de los Estados Unidos de los años ’60 y ’70 fueron nada más que eso.Mujeres y hombres negros de las Américas supieron la verdad al tropezar con las sólidas fronteras sociales y raciales: “Estados Unidos es una potencia colonial moderna […] y ha colonizado a 22 millones de afroamericanos”[3]. El agua larga de descolonización fue de un radicalismo cultural impresionante y ejemplar. Otra vez el ser social crea el logo de la liberación mental. Se cambiaron nombres, que aún ahora son célebres: Mumia Abu-Jamal, Assata Shakur, Afeni Shakur, Kuwasi Balagoon, Sundiata Akoli, por citar algunos. El nombre del esclavizado no será recordado en esta crónica cimarrona. También cambiaron fashion para resaltar cercanías con pueblos en inmersos en acciones de liberación, peinados para descolonizar hasta la raíz de los cabellos, usaban abalorios como publicidad retrospectiva y proclamaron el internacionalismo cimarrón-proletario.

                El invento político tuvo diez puntos fundacionales basados en lo que Huey P. Newton escribiría en su Revolucionay Suicide: “Uno tiene que basarse en la historia de su propia comunidad y en su futuro. Todo lo que veíamos nos indicaba que nuestro momento había llegado”[4]. El primero decía: “Queremos libertad” o sea la descolonización para “poder determinar su destino como comunidad negra”; el segundo: “Queremos pleno empleo para nuestro pueblo”; el séptimo todavía no ha sido atendido: “Queremos el cese inmediato de la brutalidad policial y los asesinatos de la gente negra” (remember, please, Trayvvon Martin, Michael Brown, la lista continúa); el décimo es la propuesta más audaz de liberación nacional (otro asalto al cielo, metáfora marxista): “Queremos […] un plebiscito supervisado por Naciones Unidas a celebrar en toda la colonia negra, en el cual solo los sujetos coloniales negros puedan participar, para el propósito de determinar la voluntad del Pueblo Negro, así como su destino nacional”. Eran realistas, pedían lo imposible.

                Una noche de enero de 1967, complementaron sus lecturas influenciables de Mao y Marx con la operatividad leninista de agitación y propaganda políticas. Lenin fue el inventor de la propaganda política moderna. Y la preocupación debió empezar en las oficinas defensoras del gobierno gringo, un año después Edgar J. Hoover no se calló su presentimiento al calificarla de “la peor amenaza para los Estados Unidos”. Es posible que exagerara, pero comprendiendo significado y efecto de la agitación política sus sospechas estaban más allá de la dudas. El Ministro de Cultura Emory Douglas, se hizo cargo del periódico. Esa imitación del pravda (verdad) leninista. “Toda consigna debe deducirse del conjunto de las particularidades de una situación política determinada”. El periódico se llamó: “The black panther” y era “el servicio informativo de la comunidad negra (Black Community News Service)”. Un día pusieron en los incrédulos ojos de la gente de los guetos esta osadía cimarrona: “All power to the people!” (¡Todo el poder para el pueblo!). Emory Douglas, en una conversación con Alex Rayner de The Guardian, publicada en www.rebelion.org, del 27 de octubre de 2008, reflexionó: “si salieras a la calle ahora y pidieras esos cambios, te matarían. Nosotros lo hicimos en una época en que conocíamos la ley, lo hicimos dentro de la ley, y ellos (las autoridades estadounidenses, JME) no sabían cómo manejar el asunto”.

                Hay todavía prisioneros políticos del Partido Pantera Negra, en cárceles de los Estados Unidos, muchas de esas sentencias fueron auténticos linchamientos en las cortes de justicia, cruel paradoja. Estos son algunos hermanos y hermanas que llevan décadas enjaulados: Mumia Abu-Jamal, Sundiata Acoli, Jamil al_Amin, Maliki Shakur Latine, Veronza Bowers, Sekou Odinga, Francisco Torres, entre otros. A todos estas pocas líneas.


[1]Óp. Cit., pág. 70.

[2] Los condenados… pág. 27.

[3]Habla Malcolm X, pág. 76.

[4]Huey P. Newton, Revolucionary Suicide, pág. 48, citado por Mumia Abu-Jamal, en El partido Pantera Negra, editorial José Martí, 2006, pág. 62.

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