Pasadas las seis y media de la mañana en la Avenida Barcelona arrancó el desfile de hinchas vestidos de amarillo para la ocasión. Un hecho normal en domingo, mas no por el horario. “¿Juega temprano el equipo?”, señaló un transeúnte que esperaba un bus para dirigirse a la casa de sus padres. “No, hoy es la carrera de Barcelona”, le respondió un barrendero.

Decenas de hinchas corrían, aún no competían ni calentaban, rumbo al estadio porque temían llegar tarde al inicio de la prueba, que supuestamente arrancaría a las siete de la mañana, pero no fue así. Los presurosos que llegaban por grupos o solos en sus vehículos no cuestionaron el valor del parqueo porque el objetivo era ser parte de la carrera del equipo de sus amores: tres dólares en la calle o encima de las veredas y el mismo valor en un parqueadero del estadio. “Déjelo aquí nomás, que adentro le cobran una quina”, ofrecían los cuidacarros sorprendedores.

La competencia, animada desde una tarima por Silvia Ponce, comenzó a las ocho y media con la participación de 4.900 inscritos, de diferentes especialidades: atletas de élite, amateurs, principiantes, hinchas apoyadores a la causa del club y otros que se dejaron encantar por el diseño de la camiseta: un mix del traje de Ironman con los colores del “Ídolo”.

El primero en completar los 5 kilómetros, Gabriel Muñoz, necesitó solo de 15 minutos y un segundo para coronarse como campeón, mientras el último superó la hora para retornar a las instalaciones del “Coloso del Salado”, donde conocidos y desconocidos compartieron sus experiencias vividas -o sufridas- durante la carrera.

También fueron momentos para hacer fotos y videos del evento con los teléfonos que no cayeron en manos de los oportunistas  como frecuentemente acontece en estas celebraciones. “Por favor a quién encontró un teléfono devuélvalo aquí en la tarima”, reportó un par de veces la animadora con lamento incluido. (I)