Un chivo de colores blanco y amarillo se sentó en el medio del camino pedregoso que conduce a la comuna Sacachún (en la provincia de Santa Elena).

El animal, que apenas tenía por cuernos un par de “bolitas”, impidió el paso de un carro que quería ingresar hasta el lugar un día lunes.

Este sitio tuvo su clímax turístico hace pocos años con el retorno de San Biritute, el monolito que representa la prosperidad y al que se le atribuyen milagros de fertilidad para quien lo acaricie.

La gente, con la presencia del objeto de piedra, visitó por un tiempo el pueblo. Sin embargo, en la actualidad los chillidos de lechones que persiguen a su madre y el balido de “amenazantes” chivos son los únicos signos de vida en el lugar.

En las casitas descoloridas, en las tienditas de construcción mixta y en la Iglesia de la comuna no hay indicios de que alguna persona se encuentra allí en los días “ordinarios” (lunes a jueves).

Las especies andan sueltas con la libertad y la seguridad que no tendrían en la gran ciudad. Incluso, un perro apareció dentro de un corral, tomó por la nuca a un cabrito y se lo llevó hacia el monte espeso. No se supo si era un juego o si era parte de su almuerzo.

Una vecina, que lavaba su ropa, súbitamente se asomó para constatar por qué el can comenzó a ladrar. Luego de mirar con desconfianza a dos citadinos perdidos comprendió que eran dos turistas que llegaron extrañamente al pueblo en fechas inapropiadas.

“Entre semana aquí no hay mucho que ver. Venga un fin de semana, cuando sea el aniversario de retorno de San Biritute o en el Día de los Difuntos. En las celebraciones hay fiesta y hasta los niños corren por aquí”, recomendó la residente.

Otro morador, el panadero de la comuna, contó que antes hacía su producto con leña, pero como está mal de salud y no existe mucha población, ha dejado el oficio. (I)