Dolores Vázquez se mudó a inicios de 1964 a La Atarazana. En aquella época el sector era el más alejado del norte de la ciudad, y pocas personas querían habitarlo.

Lo más cercano que tenía era el aeropuerto y cerca de allí un pequeño monumento del club de Leones, en donde se daba y todavía se da la bienvenida a la ciudad. “En realidad era la entrada a Guayaquil”, recuerda la mujer de 88 años quien también manifiesta que en donde está ubicada la ciudadela funcionaba una hacienda que llevaba el mismo nombre.

Joselo Fonseca, quien también habita en la urbanización, dice que el sector pasó de ser apacible a una zona muy convulsionada por los comerciantes. “Es como si la antigua Pedro Pablo Gómez se hubiera mudado para acá”.   

El habitante lo afirma porque en 15 años se trasladaron el Hospital del Niño Roberto Gilbert (antes Alejandro Mann) y el Hospital de la Mujer Alfredo Paulson (antes Maternidad Enrique Sotomayor).

Por ello, las calles aledañas están llenas de locales comerciales, vendedores, taxistas, médicos, enfermeras, pacientes y mujeres embarazadas.

“El sector tiene todo lo que tuvo la calle Pedro Pablo Gómez (calle de la maternidad) hace 10 años. Pequeños consultorios ginecológicos, venta de ropa de recién nacidos y ecografías. “Solo faltan clínicas ginecológicas y pequeños hoteles para pasar la noche”.

Patricio Quimí, guardia de seguridad de una farmacia ubicada frente al hospital del Niño, asegura que en la noche el sector tiene mucha concurrencia.

Cuenta que en los exteriores de los dos hospitales permanecen las 24 horas taxistas que ofrecen sus servicios. Además en la vía principal los locales de comida trabajan toda la madrugada.

“El sector no duerme, algunos familiares de pacientes permanecen en las puertas de las casas de salud. El sector cada vez más aglutina negocios y cuidadores de carros. La sosegada La Atarazana dejó de serlo hace 15 años”. (I)