Una larga fila de camionetas espera a que el reloj marque las 23:00. Es el momento en que los guardias de seguridad dejan entrar al mercado de transferencia de víveres de Guayaquil.

El lugar, que permanece iluminado, alberga a comerciantes mayoristas que venden sus productos a los dueños de tiendas y a otros vendedores de víveres.

Ahí,  en medio de los andenes en donde se comercializan las frutas, encontramos a Adolfo Jara, un manabita de 37 años que oferta papayas, naranjas, sandías y piñas. Cuenta que durante la noche recibe la visita de comerciantes minoristas de toda la ciudad. Él trabaja junto a su hermano David, de 24 años, quien a las 23:40 duerme en medio de las frutas que expenden.

En los andenes contiguos se ofertan los víveres que llegan de la Sierra. Federico Uzca, oriundo de Colta, vende quintales de papa y cebolla. Dice que su jornada de trabajo empieza a las 20:00 y termina a las 11:00 del día siguiente.

En este mercado también trabaja Marlon Toctaguano, quien se dedica a desembarcar la carga que llega en los camiones.

“Soy estibador, me encargo de bajar todo tipo de productos, como frutas, sacos de papas y hasta cubetas de huevos”.

Cuenta que el trabajo más fuerte se  realiza en las noches porque los compradores arriban de todos los sectores de la ciudad. “Son minoristas que tienen tiendas y despensas, por eso en las madrugadas esto permanece lleno”.

En horas de la mañana el panorama es diferente. Al lugar arriban personas que buscan comprar más barato.

Uno de ellos es Luis Péndola. Él y sus tres hermanas acuden a este sito una vez al mes. El objetivo es comprar por quintales y repartirse entre las familias.

Su hermana, Magdalena Péndola, dice que adquirir víveres y frutas en este sitio le genera un ahorro de al menos el 20%.

“La ventaja radica en comprar al por mayor y de ahí dividirlo. Este mecanismo es empleado por varias familias”. (I)