Son las 3 de la tarde y Marlon da los últimos toques a un automóvil Aveo color negro parqueado en los alrededores del Seguro Social. Es el octavo carro que ha lavado y limpiado en el día con lo que concluye la jornada laboral.

Por cada vehículo cobra $ 3 y en esta época de verano cuenta que hay días en que lava hasta 12 autos y podría hacer más, pero el tiempo no le permite porque a las cinco de la tarde ya tiene que estar en la universidad.

Vive en el sector del Beaterio, al sur de Quito, aún no se ha casado pero tiene una niña de un año y medio de edad. Pese a no tener trabajo fijo, todos los días sale a las 07:00 a laborar.

Junto con su fiel compañera, una maleta en la que lleva un balde, un tazón, un jabón, un cepillo, 3 franelas y 4 trapos, a más de una camiseta y un pantalón casi viejo, tiene destinos distintos.

Los lunes y miércoles se ubica por el sector de la América, martes y jueves por el Seguro Social; viernes y sábado por los alrededores del Hospital Militar.

Desde hace tres años ya es conocido en estos sitios y ha llegado a ganarse la confianza y aprecio de muchas personas que le esperan para que cada semana les lave el carro. Inclusive le regalan el agua.

Marlon, quien tiene 24 años de edad, recuerda que en más de una ocasión le han ofrecido trabajo fijo, “pero el sueldo es muy bajo, es el básico $ 385 y eso no me alcanzaría para mantener a mi señora y a mi hijita”, dice.

Limpiando carros alcanza los $ 600, pero aclara que seguirá en esta labor solo hasta que avance en los estudios.

Hoy está en segundo año de Derecho y su meta es en dos años, cuando obtenga la licenciatura, conseguir trabajo con algún abogado donde gane un poquito más y sobre todo empiece a empaparse de lo que será su futura profesión.

“Este joven merece una oportunidad”, dice Carmita, quien todas las semanas hace lavar el auto con Marlon. El hombre agradece la confianza y ratifica su sueño, llegar a ser abogado en cuatro años. (I)