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El Telégrafo
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Fabio Arévalo: “Les hemos dado demasiado poder a los conductores”

En la mayoría de casos no es falta de calzada la causa de la congestión sino el desorden e irrespeto de las normas. La av. Pedro Menéndez es una de las más peligrosas.
En la mayoría de casos no es falta de calzada la causa de la congestión sino el desorden e irrespeto de las normas. La av. Pedro Menéndez es una de las más peligrosas.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
09 de septiembre de 2018 - 00:00 - Néstor Espinosa

Del puente que conecta la avenida Velasco Ibarra, en Bellavista, con la Carlos Julio Arosemena bajan los carros en forma diagonal. El semáforo está en rojo, pero nadie lo respeta. Los conductores se imponen en la avenida sin considerar el derecho de vía de los otros.

De repente, el rechinar de neumáticos asusta a un ciclista que va por el extremo derecho de la av. Carlos Julio Arosemena. El vehículo de dos ruedas tambalea e inmediatamente otro conductor le pita asumiendo que el tambaleo es un intento del ciclista por ocupar su carril. El deportista opta por detenerse para respirar y evitar ser una víctima más.

“Les hemos dado demasiado poder a los conductores”, reflexiona el doctor Fabio Arévalo, experto internacional, quien recorrió Guayaquil para descubrir los defectos y virtudes de la urbe. Unos metros más adelante Arévalo nota cómo un peatón tropieza contra unos hierros oxidados incrustados en la acera. “Vio eso, qué peligro”, dice e inmediatamente agrega que “la av. Carlos Julio Arosemenaes el modelo de ciudad antipersonas”.

El recorrido por Guayaquil y sus calles llenas del hollín (que dejan los buses de la Metrovía) continúa con el consultor colombiano, experto en urbanismo y planificación.

Él nota que cruzar la avenida Carlos Julio Arosemena, de un lado a otro, es imposible. Efectivamente, en los kilómetros 0.5, 1.5 y 2.5 hay semáforos inteligentes, pero estos solo reaccionan cuando están de “buen ánimo”; además, el paso cebra en la calzada no significa nada, absolutamente nada, para el común de los conductores locales.

El doctor Fabio Arévalo ha asesorado en su vida profesional a alcaldes de Bogotá, Medellín y otras ciudades de Colombia con alto nivel de desarrollo humano, como Pereira. En la actualidad trabaja de cerca con el alcalde bogotano Enrique Peñalosa en un esfuerzo por convertir a la capital colombiana en una ciudad amigable.

La situación de las calles y el abuso de los conductores en Guayaquil hace reflexionar a Arévalo: “en muchas ciudades de Latinoamérica los políticos tratan de congraciarse con los sectores de poder, con aquellos que tienen negocios, autos flamantes. Creen que estos sectores generan mayor opinión y por eso los atienden antes que al peatón, que no tiene voceros reales”.

Mientras el vehículo en el que recorre la ciudad sale ileso de una nube de humo negro que despide un articulado de la Metrovía, a la altura del Colegio 28 de Mayo, el experto insiste en que la atención de los políticos “se centra en el concepto equivocado de creer que los que tienen carro son más productivos”. En definitiva, Arévalo concluye que este sector medular de Guayaquil es muy duro con los peatones.

La ciudad no tiene un modelo amigable, es grosera con el ciudadano. Esto tiene que rediseñarse”.

El recorrido sigue. De la vía a Daule, el vehículo se dirige a la avenida del Bombero. Aquí, la abundancia de color generada por las plantas veraneras que brotan del costado derecho sorprenden a Arévalo. “Esto está muy hermoso”, dice con una sonrisa y descubre que esas plantas están ahí no por iniciativa municipal sino por la larga lucha del Comité Cívico de los Ceibos con el Cabildo para evitar que su vista fuera un paredón de cemento, luego de que decenas de gigantes samanes fueran removidos para dar paso a la carretera.

Antes de entrar en la vía a la Costa, más allá del centro comercial Riocentro, el carro salta un tobogán de cemento, enclavado ahí desde el invierno de hace seis años debido a una vertiente sin canalizar que baja desde Cerro Azul y que no se repara hasta la fecha.

En la vía a la Costa, los vehículos que bajan de la Perimetral no respetan norma alguna: van por la autopista desde el extremo derecho al izquierdo. ¿Qué es esto?, cuestiona el experto internacional y su anfitrión le explica que así maneja la mayoría, o sea en diagonal.

Y como si fuera adivino le advierte que no dude de que ese carro -una vez en la izquierda- decida volver a la derecha con la misma maniobra. Parecería cuento pero el aludido lo vuelve a hacer. “Esto es impresionante, los conductores tienen demasiado poder, por eso abusan de las vías”, reprocha.

El retorno se realiza a la altura de Puerto Azul, que colinda con la cooperativa Puerta del Sol donde el día del recorrido se hacían trabajos de ampliación de la calzada. “Este es otro absurdo. Si las ciudades se planifican no son necesarios los parches”. Arévalo concluye que solucionar la congestión vehicular con la ampliación de calles es como pretender solucionar el problema de obesidad haciendo otro agujero al cinturón. (I)

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Las calles más caras del mundo son peatonales

No es la primera vez que se lo dice aquí. Varios sectores guayaquileños han solicitado ya peatonizar determinadas calles para potenciar el turismo y los negocios. Se ha hablado de la Zona Rosa y últimamente de ampliar las aceras en la avenida 9 de Octubre para revitalizar el sector que, después de las 17:00, pierde toda su vitalidad.

En este sentido el consultor colombiano Fabio Arévalo resalta que los comercios más rentables del mundo están en calles peatonales.

Y empieza a enumerar los sitios. La Quinta avenida en Nueva York, aunque no es peatonal sus aceras son tan amplias como la calzada. En Madrid, la vía más famosa y costosa para instalar un negocio es la calle Preciados, la cual es totalmente peatonal y las 24 horas del día, de los 365 días del año, se mantiene activa, llena de gente.

Lo mismo sucede en Barcelona con las Ramblas, extensas avenidas peatonales llenas de tiendas, librerías, monumentos, restaurantes y cafeterías al aire libre.

Y así, las ciudades más cotizadas del mundo tienen igualmente sus calles más famosas y estas son peatonales como la de los Campos Elíseos en París, que tienen los locales comerciales más caros del mundo.

”Ese paradigma tan equivocado de que hay que dar más espacio a los autos es caduco, es del siglo pasado, el siglo de la mecanización, de la cultura del auto. Ahora estamos en un proceso distinto. El siglo XXI es más humano, más de calidad y calidez de vida y es a eso a lo que tenemos que apuntarle, pero los políticos siguen creyendo en el pasado”. (I)

Igual que las aceras, las calles tienen peligrosos desniveles y muros que en las noches, por la falta de pintura reflectiva, generan accidentes.Igual que las aceras, las calles tienen peligrosos desniveles y muros que en las noches, por la falta de pintura reflectiva, generan accidentes. Foto: William Orellana / El Telégrafo

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