Ecuador, 23 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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La "Casa de Rafa" despierta los sentidos de los comensales

Al bajar los 44 escalones por un túnel, a nueve metros de profundidad, el frío se siente con más fuerza. No solo por la incertidumbre previa a una experiencia diferente, sino también por la temperatura del lugar: 13 grados centígrados.

Antes de pasar la primera cortina, todas las personas dejan sus relojes y celulares. No se permite nada que pueda alumbrar o brillar en la cueva. Allí, Gabriel Bolaños recibe a los clientes y se convierte en uno de los guías de la Casa de Rafa, un restaurante original ubicado en Tumbaco.

La luz empieza a desaparecer, como si uno fuera devorado por una cueva, en medio de una sala de ocho metros de largo y tres metros de ancho. A menos de cinco pasos, la cortina se apodera del lugar.

Simulando un tren humano, los comensales colocan sus manos en los hombros del resto del grupo. Caminan lentamente, procurando guardar orden; reciben una guía para colocarse en una de las cinco mesas sin patas: que están incrustadas en las paredes de la cueva. Posteriormente dan indicaciones. Dónde están las salsas, los cubiertos y solicitan a las personas que están en los bordes que no saquen los pies a los pasillos.

El calor empieza a apoderarse del espacio. Hay música de fondo y pese a que una losa irradia calor se mantiene una temperatura de unos 23 grados. Producto de esto y de la ansiedad, muchos de los visitantes empiezan a sentir que les falta el aire.

Gabriel conoce de memoria la carta. Antes de recitar cada plato, ofrecen bebidas y hacen llegar la cortesía de la casa, sin informar de qué se trata. “La idea es que experimenten los sentidos y que poco a poco descubran qué es”, dice Gabriel.

A la mesa siempre pasan los platos que la gente solicita, salvo que el cliente quiera probar la comida sorpresa, que consta de algunas delicias de la casa subterránea.

Los alimentos no se preparan en la cueva, ya que la cangahua, mezclada con ceniza, empezaría a caer. Su estructura natural es húmeda. Los meseros diferencian los platos por su forma. Los camarones se sirven en un plato redondo; el ovalado hondo es el vegetariano; en el ovalado plano va la trucha y en el cuadrado, el estofado de carne.

Luego de vivir esta experiencia, los clientes abandonan el espacio obscuro, para apreciar las primeras luces que son los faroles amarillos de la cueva. (O)

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