¿Y si hubiera la posibilidad de un código o un algoritmo feminista?

En los últimos años se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de pensar la participación en el mundo digital mediante un código no occidental o mediante retadores lenguajes de programación que se piensan en clave decolonial, prácticas hay muchas y diversas, un ejemplo en la región son los trabajos sonoros de  José Luis Jácome que unen la voz con el Quipu.

En América Latina, las discusiones sobre la relación de las mujeres con la tecnología se extienden desde las que plantean esta en términos de acceso, analfabetismo digital y usabilidad, hasta las que se preguntan por las formas de re-apropiación tecnológica mientras cuestionan críticamente la evidente privatización del conocimiento digital, no solamente de parte de las empresas transnacionales, si no también desde los roles de  género que asumen las sociedades, donde es el varón el sujeto inherentemente vinculado a la tecnología, mientras que la participación de la mujer está apartada, invisibilizada o segmentarizada.

En este marco, no solamente se habla de saberes que permiten crear cierto control de software, si no también de prácticas que generan otras formas de desigualdad en el  relacionamiento entre los individuos,  que replican relaciones de poder asimétricas.

Así, explorar otras formas de acercarse a la tecnología también marca la posibilidad de re-inventar y liberar el conocimiento para el aprovechamiento de la comunidad, una muestra es el trabajo de Renata de Ávila, una mujer emprendedora interesada en la posibilidad de generar códigos inclusivos, tema que desde el año pasado, en pleno escenario pandémico, motivó un congreso de tecnología con creativas preguntas que concentraron trabajos en curso e investigaciones sobre inclusión, cibergobernanza y  ciberseguridad, entre otros temas.

Sin embargo esto no es nuevo, hay varios grupos feministas que vienen avanzando en lo que han llamado autodefensa digital, una serie de prácticas que se evidencian como formas de resistencia a las estrategias de la inteligencia artificial (fiel aliada de la cultura de consumo),  a las formas de códigocentrismo, a los tratamientos que se dan de los datos de los usuarios y al ciberacoso, por nombrar algunos campos.

La presencia de un código feminista dispuesto en las plataformas no solamente implica una visibilidad de las formas de reproducción social patriarcal en estos espacios, si no que abre la oportunidad de luchar contra ellas. El diálogo de las distintas epistemologías feministas con las tecnologías mediante la generación de otros lenguajes de programación, pueden abrir ventanas a nuevos conocimientos y motivar otras formas de pensar. Finalmente y no menos importante, pensar la gobernanza de datos coloca una línea ante las formas intrusivas que tiene hoy la tecnología en la vida de las personas y de las comunidades.