Viajar es abrir muchos libros a la vez, es explorar nuevos y diversos universos, viajar es descifrar códigos y símbolos de nuevas latitudes.
Viajar es abrir tratados históricos que nos trasladan a tiempos inmemoriales, es comprender de cerca, batallas de pueblos desconocidos que se hacen nuestros temporalmente. Es peregrinar por grandes monumentos que exaltan héroes que vertieron su lucha por conquistas y libertades necesarias.
Emprender un viaje es interpretar rostros y gestos ajenos con su propio lenguaje que apuesta nuestra empatía con los otros, con los foráneos…
Viajar es desentrañar voces e idiomas que florecen en palabras incógnitas que juegan con nuestra curiosidad. Los viajes nos abren puertas y ventanas que nos dejan ver el color y el aroma del mar o los secretos telúricos de las montañas…
Hacer un viaje es indagar en sinfonías de músicas lejanas en las que vibramos en dimensiones eternas, de las que nos apoderamos impúdicamente.
Viajar es desconectarnos de la rutina enmohecida del trabajo y las angustias del vivir cotidiano… Es convertirnos en navegantes y aventureros de navíos recónditos que nos asoman a los secretos de océanos revoltosos.
Arribar a estaciones de trenes, cruzarnos con miradas y abrazos, encontrar equipajes repletos de adioses y reencuentros, escuchar el silbido de las locomotoras anunciando llegadas y partidas… es todo un ritual.
Subir a un avión que nos permita escarbar las nubes y el azul del viento, que nos convierte en pájaros temporales que inventan la geografía desde su vuelo.
Treparnos en un autobús que desbroce caminos, que ofrezca paisajes húmedos que abundan en la flora y la savia nueva de rincones que no nos pertenecen…
Viajar es como renovar la piel y el asombro… Es vivir historias y personajes que dejan huellas intemporales…
Viajar es esa lectura infinita que nos ofrece el gozo de agrandar nuestros sentidos: paladear sabores y deleitar texturas, degustar aromas y apropiarnos de colores nuevos…
Los viajes, una lectura infinita de la memoria y los descubrimientos… (O)
