La única posibilidad de “veredas distintas” entre el régimen y las derechas en su conjunto, no solo pasa por la continuidad de los cambios estructurales que la Revolución Ciudadana logró en diez años de disputas, confrontaciones y pulseos con los grupos de poder tradicional, sino que también impone, con el consenso social, la profundización de un programa socialista, progresista, no de las viejas ortodoxias socialistas de corte estalinista ni la ortodoxia neoliberal, que en ambos casos sometió, manipuló y expolió a millones de seres humanos, como tampoco someterse al viejo “pensamiento nacional” terrateniente, burgués, que en la forma pareció ser ilustrado, pero ha sido fiel reflejo de la decadencia de un sistema hacendatario que pervive en la mentalidad y en las costumbres de mesa de la melancolía de un tiempo que nunca llegó a ser.
Si las veredas son distintas, eso significa un combate total contra toda forma de corrupción, no solo la que lamentablemente se dio en la década pasada, sino contra la corrupción histórica que se convirtió en modus vivendi y operandi de los grupos oligárquicos. Ahí tenemos una victoria en una consulta popular donde el pueblo ecuatoriano dijo no a los políticos con capitales en los llamados paraísos fiscales; ahí tenemos a los miles de empresas que se han pasado evadiendo sus obligaciones en el pago de impuestos. Esos son los enemigos, esa es la vereda distinta de la que Ecuador no debe convertirse en cómplice de ninguna forma.
Esa es una radical visión y práctica ideológica diferente. Hay un programa de gobierno que triunfó en las urnas y una Constitución que lo ampara, y que exige que se cumpla.
Si las veredas son distintas, la visión sobre el ser humano, la función del mercado, del capital y sobre el rol del Estado es diferente, radicalmente diferente. Para reducir la pobreza, generar más y mejor empleo, es vital mano dura contra los evasores, firme decisión de redistribuir la riqueza y aumentar los impuestos a los más ricos y, claro, profundizar la inversión social en educación, salud, vivienda, en seguridad y soberanía alimentaria; un pacto social a mediano plazo para cambiar las estructuras productivas, cambiar la mentalidad empresarial y que todos entendamos que Ecuador no es una empresa, sino una nación en construcción permanente para todos y todas. (O)
