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El Telégrafo

Uribe en la oposición

16 de julio de 2012 - 00:00

Cada vez es más evidente que se vive en un mundo de fantasía, eso lo dudan pocos, prueba de ello es la creación de un movimiento opositor en Colombia, encabezado por el ex presidente Uribe, de tan funesto recuerdo para Ecuador.

Lo que pocos conocen es que Myles Frechette, embajador de los Estados Unidos en ese país, en una entrevista al New Herald afirmó haberle preguntado sin rodeos a Uribe sobre sus vínculos con el narcotráfico, denunciados en un informe de 1991 de la Agencia de Información de la Defensa de los EE.UU., que lo situó en el puesto 82 del crimen organizado, y donde se lee textualmente: Álvaro Uribe Vélez. Político colombiano y senador dedicado a colaborar con el Cartel de Medellín a altos niveles gubernamentales. Uribe ha sido vinculado a negocios relacionados con drogas en Estados Unidos.

Su padre fue asesinado en Colombia debido a sus conexiones con los traficantes de drogas. Uribe ha trabajado para el Cartel de Medellín y es amigo personal cercano de Pablo Escobar Gaviria. También le hizo conocer su inconformidad con un funcionario vinculado al narcotráfico, que concedió a los pilotos del Cartel de Medellín licencias de vuelo para que pudieran trasladar impunemente cargamentos de droga a los EE.UU., nombrado por Uribe cuando él era director de la Agencia de Aeronáutica Civil de Colombia.

Mediante la mal llamada política de “Seguridad Democrática” se produjo con Uribe el asesinato por la fuerza pública colombiana de no menos de 2.500 civiles inocentes, escándalo conocido como “falsos positivos”, o sea falsos “guerrilleros dados de baja en combate” para cobrar recompensas.
Hay mucho más que se pudiera decir, pero la pregunta de oro es por qué Uribe se lanza ahora con tanta iracundia

contra Santos, su ministro de Defensa. No ha de ser por envidia de advenedizo; no se debe olvidar que Santos pertenece a la vieja y rancia aristocracia colombiana, mientras que Uribe y su familia hicieron fortuna por sus vínculos con el narcotráfico. Y aquí solo queda aventurar hipótesis. Bien pudiera ser que Uribe se sienta acorralado porque sus allegados más cercanos han sido extraditados a los EE.UU., acusados de narcotraficantes o de testaferros de ellos. ¿Por qué no le podría pasar lo mismo a él? ¿Exagerado? Ni tanto. Basta recordar, por mucho que los sátrapas lo olviden y pretendan ser amigos, que, según declaraciones oficiales, el imperio del gran hermano solo tiene intereses,
no amigos.

En fin, la nueva serie recién comienza, no hay que anticipar el final.

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