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El Telégrafo
Fausto Segovia Baus

Urgencia de una ética mínima

19 de agosto de 2020 - 00:00

Seguimos con Adela Cortina, española, de gran incidencia en el pensamiento ético de hoy. Los neuro científicos trabajan sobre la incidencia de la genética en los comportamientos humanos. Y sus aproximaciones sorprenden: Adela Cortina se inscribe dentro del denominado “procedimentalismo” y la ética discursiva, que presenta como marco teórico a Kant, Hegel, Habermas y Apel.

Ella sostiene -junto con Apel y Habermas- la racionalidad del ámbito práctico, el carácter necesariamente universalista de la ética, la diferenciación entre lo justo y lo bueno, la presentación de un procedimiento legitimador de las normas y la fundamentación de la universalización de las normas correctas mediante el diálogo.

Un punto de partida –según Cortina- serían los derechos humanos (el ámbito ético de tales derechos), como marco de la promulgación de los códigos jurídicos vigentes. Un criterio válido para promulgar dichas normas sería contemplar la variedad de creencias que se encuentran en las distintas culturas a las que los seres humanos pertenecen. “Así –dice la escritora- los derechos humanos son un tipo de exigencias cuya satisfacción debe ser obligada legalmente y, por tanto, protegida por los organismos correspondientes, y el respeto por estos derechos es la condición de posibilidad para poder hablar de seres humanos con sentido”.

Dice Cortina “que en una sociedad democrática y pluralista tiene sentido no inculcar en los jóvenes la imagen el hombre ideal, imagen solo admitida por algunos grupos que la componen, pero que tampoco la sociedad debe renunciar a transmitirle actitudes sin las que es imposible la convivencia democrática”.

“De allí la importancia de explicitar los mínimos morales que una sociedad democrática debe transmitir: que son principios, valores, actitudes y hábitos a los que no se puede renunciar, pues no hacerlo sería renunciar a la vez a la propia humanidad. Tal vez no responde o no puede responder a todas las aspiraciones que compondría una moral de máximos, pero es el precio que hay que pagar por pretender ser transmitida a todos”.
Intentemos aplicar una ética mínima –anclada a los derechos humanos- en toda la sociedad. Y, por qué no en la política. (O)

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