El jueves pasado fui testigo presencial de las resoluciones de los presidentes de los países miembros de Unasur. Esto no tendría mayor relevancia de no ser porque en la cumbre de Lima se impuso el bienestar de la región a las diferencias ideológicas y se llegó a concluir la necesidad de blindar a Suramérica de los efectos que generen la crisis americana y europea. Crisis que han logrado lo que los libertadores, con toda su visión integracionista, no pudieron concretar: una integración sobre la que el presidente Correa dijo en la cumbre: “Más que una necesidad es un acto de supervivencia”.
Para los que seguimos de cerca la política internacional, fue interesante ver a Santos plantear, al margen de ideologías, una estrategia integracionista con miras a salvaguardar nuestras economías, mientras que un sorprendido Correa se adhería a la propuesta, invitándole, medio en broma, medio en serio, a formar parte de la ALBA, en medio de las carcajadas presidenciales.
Fueron sabias y lapidarias las conclusiones de Pepe Mujica al decir que la derecha se ha quedado sin teoría económica y que era momento de menos retórica ideológica y de darle más “pelota” a la crisis y a la oportunidad que esta representaba para la región.
Dilma Roussef y Cristina Fernández se hicieron eco de inmediato y apoyaron la propuesta de reunir a los ministros de Economía -más el de México como invitado- para delinear estrategias, a fin de enfrentar los efectos de lo que Santos describió como un comportamiento “irresponsable” de Estados Unidos y del sistema financiero internacional.
Hizo bien Unasur en mostrar capacidad de reacción rápida y oportuna, pues la revaluación de las monedas frente al dólar, los capitales golondrina y las políticas de recesión de los países en crisis atentan contra la región.
Las coincidencias entre Correa y Santos pueden llevar a una integración más pragmática, prueba de ello fue que ambos concluyeron que Latinoamérica está sentada sobre reservas de 700 mil millones de dólares que se están devaluando y que podrían usarse en la región, permitiendo mayor y más eficiente flujo de capitales y eliminando la dependencia de las reservas estadounidenses. El Banco del Sur y la creación de una moneda contable de compensación pueden tomar cuerpo en próximas reuniones.
Quedó claro que hay que neutralizar las asimetrías para crear una verdadera comunidad y, además, que hoy Unasur no solo es un espacio de integración, sino un organismo con capacidad efectiva de decidir.
Se percibe la buena energía y disposición y yo sentí que, por primera vez, estamos tomando control de nuestra región.
