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El Telégrafo

Una tortuga corre al Yasuní

10 de diciembre de 2011 - 00:00

Esta semana hay una buena noticia para el país: se anunció que se ha cumplido la meta de 100 millones de dólares impuesta para salvar el Yasuní ITT, con reservas por más de 800 millones de barriles de crudo.

Más allá de la importancia de este santuario de la biodiversidad también está la memoria de los pueblos ancestrales que viven en la Amazonía ecuatoriana. Comparto esta mitología, que se llama “La tortuga y el venado”, de mi libro “Los dioses mágicos del Amazonas”, editado hace tantos años: Las patas ágiles del venado llegaron hasta el río. Su cornamenta grácil se reflejó, mientras divisaba su propia cabeza, en la ondulación del agua. No alcanzó a mirar alrededor porque sus ojos iluminados se lo impedían.

Meció su pelambre y respiró ufano, como si fuera el animal más hermoso de toda la selva y, además, el más veloz.
Con esta idea trotó leve hasta donde se encontraba la tortuga, que mordisqueaba unas hierbas con lentitud, como si toda la tarde le perteneciera. El venado habló: “Cuñado, mañana temprano vienes para saber quién corre más rápido”. Aunque el venado habló de que era un simple juego, la competencia en realidad había sido acordada para cubrir la distancia de un mar al otro mar.

Al otro día la tortuga acudió como si sus pasos llevaran el peso de su caparazón.

El venado tenía prisa por ganar la contienda y exclamó:¡Corramos y corramos hasta ver quien llega primero al mar! Antes de dejar los primeros árboles, la tortuga dijo que tenía que comer algo para tener energías y que el venado siguiera corriendo, pero su contrincante aprovechó para descansar.

La tortuga se escabulló por unos arbustos y llegó donde sus parientes para contarles lo sucedido. Pactaron una estrategia para ganarle al venado.

Cuando la tortuga volvió, el venado le esperaba con impaciencia, pero pudo más su orgullo y le dio ventaja: Ve tú primero, le dijo, y la tortuga reinició su andar.

Pero por más que el venado corría no podía alcanzarla. Al poco tiempo el venado estaba exhausto y gritó:
¡Cuñado Motelo! Cuñado, ¿dónde estás? Desde la distancia le contestaron: ¡Ouuu... ouuu! El venado corrió nuevamente donde creía que estaba la tortuga, pero siempre había una voz que le respondía cada vez más lejos. Sus patas desesperadas cubrían distancias y había perdido el rastro. Así corrió hasta que reventó del cansancio y murió...

Enseguida salió otro venado a correr, pero tampoco alcanzó a la tortuga. Y salió otro más ágil, pero pronto fue vencido. Es que las tortugas se habían echado a lo largo del camino y hace tiempo que habían llegado al mar…

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