Se dio la marcha de la organizaciones sindicales y movimientos sociales, incluida la Conaie y los escombros de la UNE. Fue una marcha más.
Apoyada claramente por el MPD y el PK. La encabezaron sus dirigentes históricos, de lo que queda de la otrora prestigiosa CTE y otras integrantes del FUT. También estuvieron exministros renegados de la Revolución Ciudadana (RC).
Cabe recordar que todos juntos, en las últimas elecciones presidenciales, alcanzaron menos del 3% de la votación. Se cuidaron de no aparecer Lasso y Lucio, socios actuales, y otros de la fanesca, como los de la reunión fallida en Cuenca, que dieron su apoyo directo o indirecto.
Las protestas se centraron en exigir consulta para la enmienda de la reelección, tema que enloquece a la oposición; hicieron el coro a los grandes empresarios importadores, para reclamar por el ‘paquetazo arancelario’; así, indiscriminadamente, como si a los sindicalistas y dirigentes sociales les preocupara que los ricos tengan problemas por comprar algo más caros los vehículos de lujo, licores finos, pavo de doble pechuga, caviar, manzanas, uvas y naranjas sin pepas de origen californiano o chileno; al igual que ropa fina de corte inglés, perfumes y cosméticos de origen europeo.
Se olvidaron de protestar por la dolarización, asumida por la partidocracia para encubrir el atraco bancario y consolidar el ‘salvataje’, y como sistema monetario; y nada dijeron contra las transnacionales que manipulan mercados y precios del petróleo, cuya baja obligó al Gobierno a tomar las medidas restrictivas arancelarias de las importaciones y a estimular y defender la producción nacional y exportaciones.
En la marcha hicieron causa común contra Venezuela y exhibieron, con todo descaro, letreros con leyendas golpistas de la derecha contra la Revolución Bolivariana y el presidente Maduro; total, están alineados con la CIA, al igual que contra Cuba, Bolivia, Nicaragua, Argentina, Brasil y otros países de la región con gobiernos progresistas y revolucionarios.
La marcha se enmarcó, digan lo que digan, en la conspiración local e internacional, más allá de los consabidos financiamientos de ONG y la CIA, para crear caos y, según los casos, ejecutar golpes, blandos o duros. Tiene tres ejes: terrorismo mediático; marchas, paros y violencia callejera, que la ejercen sectores que mejor aprovechan la ingenuidad y debilidades de líderes gremiales agotados, que ahora aparecen, como nunca antes, en diarios y TV en grandes espacios; y el boicot económico, con variadas manifestaciones, especulación, acaparamiento, fuga de divisas, escasez ficticia, etc.
La amenaza está abierta y bien publicitada, nuevas marchas hasta el 1 de Mayo y después será otra fecha, en el empeño golpista y de vuelta al pasado.
Al Gobierno le corresponde tomar la iniciativa del diálogo para que ciertos sectores sindicales y populares queden claros, al igual que sus acciones en beneficio del pueblo; sobre todo ahora, que gremios empresariales quieren sacar ventajas de la coyuntura, afectando a los trabajadores del país.