Algunos voceros de la derecha consideran que el modelo de la Revolución Ciudadana se agotó y ha provocado ‘crisis’. Se regocijan por ello. Afirman que la causa principal es el excesivo gasto público y las inversiones.
No reconocen como causa importante la baja sustancial del precio del petróleo, que se ha ubicado al nivel de $ 20 el barril, $ 15 menos que el precio referencial del presupuesto, que ya estaba por debajo de la mitad del establecido en 2015, y a una tercera parte del precio de mercado, lo que afectó los ingresos del presupuesto, provocó déficit en la balanza comercial, lo que a su vez afectó la liquidez al sector financiero y a la economía en su conjunto.
Por cierto que la situación económica es grave y las implicaciones políticas son evidentes. Los sectores más extremistas de la oposición encuentran en ella una nueva oportunidad para sacar provecho, desprestigiar al Gobierno y desestabilizar el país; para ellos la patria es su bolsillo y cuentas bancarias; y contribuyen a agravar la situación especulando, despidiendo trabajadores, congelando las inversiones, expatriando el ahorro.
Usan su poder mediático para mentir, confundir, ‘denunciar’ que hay ‘crisis’, que decrecerá al extremo la producción, aumentará el desempleo y que estamos al borde del abismo.
Despotrican de las salvaguardias con las que se busca atenuar los efectos negativos en la balanza comercial; olvidan deliberadamente que la dolarización que ilegalmente impusieron mutiló las políticas monetario-cambiarias; lamentan que no se hayan nutrido los ‘fondos de reserva’ y se quejan del ‘exceso’ de inversiones; deliran por despedir empleados públicos y poco o nada les importa que el país requiera de maestros, médicos y policías para su bienestar y seguridad; hay que condenar el gasto ‘corriente’ en su delirio. Hipócritamente, dicen defender al IESS, al que siempre lo saquearon y corrompieron, y critican las medidas asumidas para su fortalecimiento y ampliación de la cobertura de sus servicios. Dicen estar preocupados por los jubilados, a los que jamás protegieron. Tampoco les calza que, preservando los megaproyectos ya iniciados y otros, de efectos sociales innegables, se busque financiamiento externo. Reniegan de las relaciones con China. Deliran por retomar las relaciones con la banca internacional chulquera. En una palabra, difunden las tradicionales medidas neoliberales, las que –esas sí– nos llevaron a la quiebra.
Pura hipocresía, lo que en el fondo buscan es volver a los tiempos de atracos y despilfarros, de venta de la soberanía nacional y de entrega del petróleo; de los ‘paquetazos’ de medidas contra el pueblo y de sumisión al FMI. Histéricamente piden regresar a él y a sus recetas, sus ‘timbres’, al viejo y perverso endeudamiento antinacional, a través del cual amasaron grandes fortunas.
Es hora, sorteando el duro momento, de consolidar el enorme avance logrado, reagrupar a los sectores progresistas, desmantelar la cómoda burocracia políticamente insensible, de prácticas derechosas que han penetrado en el aparato del Estado maltratando y despidiendo a la gente de AP, con gestión ineficiente y fines ajenos a los grandes objetivos populares, nacionales y socialistas de la RC, los que deben ser reafirmados en las asambleas ideológicas que AP convoque. La inmensa mayoría del pueblo está consciente de que no se debe volver a las prácticas de rapiña de la partidocracia, que es lo que sus voceros, viejos y encubiertos, pregonan.
Un modelo patriótico productivo, soberano y de equidad social jamás se agota; hay que ajustarlo, defenderlo, consolidarlo. (O)
