Los primeros 365 días de gobierno de Lenín Moreno nos dejan luces y sombras, pero fundamentalmente nos han llevado a recuperar la ilusión por la democracia, la ilusión de una sociedad donde la corrupción ya no sea el modus operandi, la ilusión de unas instituciones independientes y una verdadera división de poderes, la ilusión de que la persecución se alejará para los que piensan diferente, la ilusión por recuperar la libertad de expresión.
Hoy los ecuatorianos recuperamos diferentes sensaciones que nos llevan a ser optimistas en relación al futuro, a un futuro que ahora debe plasmarse en acciones concretas. El diálogo con diferentes sectores ha llevado a la presentación de reformas a diferentes leyes, como la de comunicación, donde se apuesta nuevamente por la verdadera libertad de expresión y por un abandono de las prácticas inquisitorias; es un ejemplo del camino que el Gobierno debe de seguir.
La situación económica, que tardó casi un año en transparentarse, requiere de una cirugía profunda, alejada de vacilaciones y dudas, donde el bisturí entre al fondo de una mesa que jamás quedó servida. La salida de Viteri, que nunca debió entrar, nos hace concebir esperanzas sobre un cambio real, en una de las mayores preocupaciones que los ecuatorianos tienen, la economía.
Hablar de la política exterior de Ecuador, en el gobierno de Lenín, es hablar de una decepción anunciada, la canciller ecuatoriana ha demostrado sobradamente su incapacidad para dirigir esa importante cartera. Ahora no basta con la concesión de una licencia para hacer campaña para la ONU, sino es necesaria la salida y la construcción de una verdadera agenda internacional para el país.
Luces y sombras que nos llevan a realizar una evaluación optimista, pero sobre todo, una evaluación llena de expectativas hacia la afirmación de los elementos que lograron hacernos recuperar la esperanza de vivir en un Estado de derecho. Ahora toca trabajar en una consolidación y puesta en marcha de las diferentes leyes y propuestas que confirmen esta tendencia. Para ello el equilibrio de poderes será un elemento decisivo. (O)
