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El Telégrafo
José Velásquez

Twitter y el periodismo ciudadano

17 de septiembre de 2018 - 00:00

Qué difícil que es no dejarse contagiar por el odio o no creer las noticias falsas difundidas en Twitter. Es casi inevitable entrar en un debate, aunque a veces esa discusión no se haga con palabras sino simplemente a través de compartir posturas ajenas. Cientos de miles de nosotros, quizás millones, nos estamos tornando en agentes de la desinformación. Esos intermediarios del odio, fisgones alimentados por el morbo y partícipes de elementos distractores que nos roban tiempo y esfuerzo.

En las buenas escuelas de periodismo se pondera siempre la “opinión informada” que, dicho sea de paso es lo que se intenta hacer en esta columna. Pero el auge de las redes sociales destapó la olla del “periodismo ciudadano”. ¿Cómo va a saber Andrés Páez que la mujer que aparece en la foto no es la hija de la alcaldesa de Durán sino una estrella del cine porno? Pero cae en la trampa de la travesura porque en Twitter, se dispara primero y se pregunta después.

Lo habitual en esta parcela es no confirmar sino asumir como verdad todo lo que se publica. Y el periodismo real lo sufre. Por eso, el Washington Post monitorea todo lo que dice Donald Trump. El diario asegura que el presidente de EE.UU. emitió más de 3.000 comentarios imprecisos en redes o en discursos durante sus primeros 15 meses de gobierno. Según el sitio twittercounter.com la cuenta con más seguidores en Ecuador es la del expresidente Correa con casi 3,4 millones de seguidores. Pero el 19% de las cuentas que siguen a @mashirafael son falsas. Según twitteraudit.com casi 630 mil corresponden a cuentas que no registran movimiento en cuanto a publicaciones y que solamente existen para seguir.

Y para que no digan que esto es un plan perverso de la derecha o del imperialismo yankee para soslayar tan noble avatar, la cuenta de Jaime Nebot solo tiene un 69% de usuarios reales.  Yo tengo el 93% pero porque no soy nadie en el monopolio de las redes. Si Facebook es el mundo de las apariencias, Twitter es el universo de las falsedades. No se puede normar y quizás no se deba normar desde fuera sino desde dentro, con dos cucharadas de sensatez y evitando la manipulación. Es una pena que habiendo tanto para leer, sigamos eligiendo a diario leer mal, incompleto y a autores de dudosa procedencia. Alguien publicaba en estos días: “dime a quién sigues y te diré quién eres”. Y yo, que te sigo desde lejos, por fin puedo conocerte un poco mejor no solo por las cuentas que sigues sino por aquello que compartes y prefieres. (O)

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