Mariano Rajoy está convencido que sacará a España de la crisis, aplicando las recetas fondomonetaristas que forjaron la "década perdida" en Latinoamérica.
Austeridad, constricción del consumo, encarecimiento de servicios básicos, recortes a educación y salud, mientras se destinan millones del dinero estatal para salvar bancos -como Bankia - llenos de activos "tóxicos", son esquemas que acá fracasaron y no hay razones para que allá tengan éxito.
Mientras en Madrid- luego del violento festejo por el triunfo del Atletic- tropiezo con una manifestación que -rodeada de altas medidas de seguridad- gritan "queremos becas y no hipotecas", en Barcelona acudí a un almuerzo de amigos que se han fijado dos meses para inaugurar cuatro nuevos hoteles en la súper visitada zona gótica, en la misma que ya poseen más de una docena con un envidiable 95% de ocupación.
Los buses de dos pisos recorren los principales circuitos turísticos de Barcelona, abarrotados con gente de todo el mundo, pero en esta temporada escucho más ruso y francés, que al igual que nosotros caen en el encanto de esta ciudad que tiene historia, monumentos gigantescos, comida excepcional, shopping, playa, pero sobre todo grandes espacios públicos por donde caminar con tranquilidad y seguridad disfrutando de la estilizada belleza de las europeas deseosas del sol catalán, que empieza a ocultarse a las ocho de la noche, alargando las jornadas en bares, restaurantes y chiringitos.
Mis anfitriones comentan sus planes de expansión, de las empresas que han debido crear para autoabastecerse, desde frutas y mermeladas hasta equipos de hotelería cuyo diseño esté acorde al de sus hoteles y ven con curiosidad el crecimiento económico de Latinoamérica, pero las expropiaciones, sobre todo en Argentina, los frena en seco.
Si Rajoy pudiera ver más allá de la rígida tutela de Bruselas y la ortodoxia económica alemana, vería que en América Latina puede estar su tabla de salvación, pues a más de migrantes acá también existe dinero con el cual se podrían adquirir los miles de "pisos" que la banca española se apresuró en embargar, acelerando su salto al vacío y, liberarse de estos activos tóxicos que obligan su estatización, a un costo social muy alto y políticamente suicida.
Para ello deberían haber facilidades, como las da Norteamérica, donde estamos comprando casas a buen precio para vacacionar todo el año, es decir la inyección de circulante empieza con la adquisición del inmueble y luego con la familia y amigos que van a "su" casa a gastar más dinero. Claro que esto los EE.UU. lo hacen en silencio, vaya a ser que los españoles se enteren y decidan -con escozor- vendernos sus devaluadas casas para reflotar su maltrecha economía que sobrevive aún .... gracias al turismo.
