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El Telégrafo
Fernando Bustamante

Tráfico de influencias

03 de marzo de 2019 - 00:00

En los últimos meses una cadena de escándalos políticos han puesto en primer plano la figura del “tráfico de influencias”. Más aún, se ha usado a ésta para justificar la destitución de asambleístas y el inicio de investigaciones penales.

Es necesario ir más allá de la denuncia y el rasgarse de vestiduras y reflexionar sobre las raíces del problema.

Y estas raíces tienen su origen en una solapada contradicción entre nuestra práctica y nuestra normativa política. No es este el primer caso en que las reglas formales chocan con las pautas reales de conducta consuetudinaria.

De acuerdo a las primeras, es una seria infracción que el político use su poder para obtener ventajas particulares para sí o para terceros.

Sin embargo, en nuestro sistema democrático representativo, los electores, donantes, clientes, deudos, familiares, militantes, activistas de un candidato, esperan que este, al ser elegido, usará su cargo para tramitar en su favor estas ventajas particulares.

Se trata de un pacto tácito entre candidato y seguidores, por el cual se entiende que el personero devolverá el favor del voto y de los apoyos, mediante sus buenos oficios en el ejercicio de su cargo.

El político que no cumple con su parte del trato o es un inepto o es un traidor, y como tal es tenido por sus bases.

En consecuencia, el político que NO incurre en el tráfico de influencias difícilmente podrá ser reelecto o considerado para otros cargos: queda aislado, pierde a sus seguidores y acorta su carrera.

El personero se halla atrapado entre dos fuegos: o cumple con la ley y arruina su carrera, o cumple con las expectativas de sus electores y rompe la ley.  

Como la generalidad de los políticos que perseveran con éxito debe romper la ley, lo que tenemos al final es una clase política en donde la enorme mayoría tienen culpas escondidas y la consiguiente vulnerabilidad.

El “rabo de paja” universal abre la puerta a otro vicio de nuestro orden político: la persecución selectiva. (O)

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